Festivales: crítica de «Destello bravío», de Ainhoa Rodríguez (Rotterdam)
Esta sorprendente y original opera prima española se centra en un grupo de mujeres de un pueblo chico de Extremadura que no responden a los estereotipos.
Película rara, fascinante, misteriosa, DESTELLO BRAVIO tiene cosas de muchos otros films pero en realidad no se parece a nada, a ninguno. Eso, que a esta altura puede ser considerado prácticamente un milagro, es lo que la vuelve un ovni cinematográfico, un objeto tan inquietante como –hasta cierto punto– inabordable. Una experiencia que tendrá una recepción muy distinta según cada espectador que se enfrente a ella y cómo lo haga.
Es una historia (o una serie de historias) de un grupo de mujeres en un pueblo chico de Extremadura que le debe menos al cine de autor español contemporáneo más riguroso y bastante más al surrealismo de realizadores tipo Federico Fellini, Luis Buñuel, David Lynch o el propio Luis García Berlanga. Un «no-relato» compuesto por viñetas que van de lo cómico a lo oscuro, de lo absurdo a lo extraño y que –en todos los casos– revelan la presencia de una realizadora con un ojo y una mirada muy personal para enfrentarse a sus sujetos y a su mundo.
¿De qué trata DESTELLO BRAVIO? No es fácil establecerlo del todo y quizás no tenga sentido hacerlo por escrito. Es de esas películas que solo pueden «explicarse» a través de las sensaciones que provoca el verlas. En principio se podría decir que es una colección de escenas que tienen, por lo general, como protagonistas a las mujeres de un pueblo chico, muchas de ellas bastante veteranas, que le escapan al arquetipo de la «señora de pueblo» que uno podría imaginar de una película española. O, mejor dicho, que comienzan jugando con ese arquetipo para de a poco ir llevándolo hacia zonas un tanto más extrañas e inexploradas. La manera en la que la película (y los personajes) se relaciona con la religión es una muestra de este corrimiento de las formas y de las expectativas.
Quizás la más interesante y, si se quiere, audaz, de las «desviaciones» tiene que ver con la sexual. A través de distintas escenas, diálogos, reuniones y situaciones vamos viendo que las protagonistas de este relato de Ainhoa Rodríguez son mujeres que –pese a lo que nos hace suponer, por hábito, sus apariencias– no han perdido el apetito sexual. De algún modo, ese cambio en la manera de mirar a sus personajes femeninos funciona como una suerte de estrategia que se opone al patriarcado presente en ese tipo de universos.
Autora de varios cortos y trabajos para la televisión española, Rodríguez construye muchas escenas inolvidables en medio de este escenario ligeramente detonado, casi un mundo que se parece al real pero que quizás no lo sea tanto. Los actores son, previsiblemente, personas reales, pero que se han prestado a jugar este juego en el que se los hace «actuar», ser otros, participar de esta sugerente y extrañada fantasía popular que de algún modo es lo que propone esta película.
DESTELLO BRAVIO es una película coral que va y viene por distintas situaciones y personajes sin recalar en una de modo definitivo. Pero pese a sus escenas más, digamos, bizarras (ya las verán) no se trata de un experimento contado en tono irónico ni la realizadora se ubica como una entomóloga para mostrar a las habitantes del pueblo como si fueran freaks. Al contrario, al hacerlas partícipe del juego de la ficción, realizadora y personajes parecen encontrar algún tipo de poética comunión en la interacción comunitaria. Una defensa del deseo –sexual, sí, pero también de la trascendencia por la vía de la ficción– y un regalo cinematográfico.