Estrenos online: crítica de «The Last Cruise», de Hannah Olson (HBO)

Estrenos online: crítica de «The Last Cruise», de Hannah Olson (HBO)

Este documental que estrena HBO el miércoles 31 de marzo a las 22 cuenta lo que sucedió en el crucero Diamond Princess al principio de la pandemia cuando sus pasajeros y personal empezaron a contagiarse de coronavirus y debieron ser puestos en cuarentena dentro del barco. El film está hecho con material grabado por los propios protagonistas.

Era un viaje de placer que se convirtió en una pesadilla. El crucero Diamond Princess salió del puerto de Yokohama, Japón, el 20 de enero, con el habitual plan de este tipo de propuestas vacacionales: un servicio de alta calidad, juegos, actividades, comidas, fiestas, piscina, paseos por países cercanos (Hong Kong, Vietnam), lo que este tipo de cruceros acostumbra. Todo parecía ir de la manera habitual en esa realidad paralela que se vive en un crucero hasta que de a poco la otra realidad, la del mundo exterior, empezó a colarse adentro. Primero fueron noticias de la televisión sobre un virus que a nadie parecían alarmar, al punto que siguieron saliendo a pasear y a recorrer ciudades ya a principios de febrero. Y luego, de a poco, el caos. Regreso al puerto. Imposibilidad de bajar. Tests a los turistas (a algunos, no a todos) y la noticia más temida: diez casos dentro del barco. Ahí empezó la pesadilla que se convirtió en una de las primeras noticias importantes a modo de evento catástrofe de la pandemia por el coronavirus.

Este documental llamativamente breve (dura apenas 40 minutos cuando claramente daba para más) tiene una particularidad que lo hace especialmente interesante: la mayoría de las imágenes que vemos –y las voces que escuchamos– fueron captadas por pasajeros y trabajadores del crucero que fueron filmando, guardando o enviando a familiares los momentos que vivieron a lo largo del más de un mes en el que la mayoría terminó estando encerrado allí. Un recorrido de imágenes y voces que pasan de la alegría compartida por estar en ese lujoso crucero a la crisis más absoluta cuando la situación llega a niveles de complejidad que parecen propias del Titanic.

Con entrevistas posteriores a los «videastas» amateurs que van recordando sus experiencias, THE LAST CRUISE resume cronológicamente los pasos. Tras la recorrida «normal» del crucero, de a poco irán apareciendo los problemas con las noticias del virus. Y los pasajeros lo tomarán primero de una manera casi relajada («siempre hay algún tipo de virus en esas áreas», dice alguno), pero de a poco se empezará a desarmar esa seguridad: más y más enfermos, menos comida, nada de entretenimiento, encierro en los camarotes e hisopados positivos entre los seres queridos.

Y esto, entre los pasajeros. La vida del personal del barco fue mucho peor. Ya verán mediante las historias que se cuentan y las imágenes que se muestran ese otro problema interno del crucero: el cuidado de los pasajeros en desmedro del de los trabajadores, quienes terminaron siendo los más infectados y perjudicados, ya que sus reclamos no eran tenidos en cuenta. De a poco, uno tendrá la sensación de estar ante algo así como el hundimiento del Titanic, especialmente en la relación que hay entre el aparente lujo externo y la dificultad de los que están en los segmentos bajos de la población del barco, tema que también era un eje del film de James Cameron.

Si bien el documental es breve y se resume todo de una manera demasiado apresurada, THE LAST CRUISE deja una sensación bastante angustiante respecto a lo que pudo haber sido no solo esa experiencia sino la de muchos que, en los primeros días de la pandemia (ni siquiera era considerada pandemia cuando se disparó el virus en el crucero), tuvieron que vivir tensas, dolorosas y desesperantes situaciones. Atrapados dentro del supuesto lujo de un enorme barco que se va vaciando, con pasajeros encerrados en sus cuartos y trabajadores forzados a seguir sirviéndoles en las peores condiciones, este documental se acerca bastante a la sensación que uno tiene cuando ve una película de cine catástrofe. Solo que acá es real.