Estrenos online/Festivales: crítica de «The World to Come», de Mona Fastvold (Venecia/Toronto)

Estrenos online/Festivales: crítica de «The World to Come», de Mona Fastvold (Venecia/Toronto)

Katherine Waterston y Vanessa Kirby protagonizan esta historia de amor entre dos mujeres en una zona rural de los Estados Unidos a mediados del siglo XIX.

Es curioso ponerse a hablar de tendencias ante películas tan específicas, pero lo cierto es que THE WORLD TO COME es el tercer drama de época que tiene como centro una historia de amor entre mujeres en pasar por festivales y luego estrenarse en un poco más de un año. El segundo film de la realizadora noruega radicada en Estados Unidos podría ubicarse en un punto intermedio –en cuanto a su tono, a su búsqueda estética, a su propuesta– entre RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS y AMMONITE ya que apuesta por una curiosa combinación entre un formato narrativo poético para contar una historia que, en definitiva, es bastante tradicional.

Estamos a mediados del siglo XIX en el Schoharie County, una zona rural del estado de Nueva York. Ahí vive Abigail (Katherine Waterston) junto a su marido Dyer (Casey Affleck), en un lugar alejado de todo y de todos. A través de la lectura de su diario íntimo –recurso que organizará todo el film y le dará parte de su aura poética–, Abigail contará que acaban de perder a su hija pequeña tras una furtiva enfermedad y que no sabe cómo recuperar sus ganas de vivir. Su marido, callado y taciturno, no la ayuda demasiado a salir de ese pozo anímico, algo que él parece poder hacer dedicándose casi compulsivamente a trabajar.

Las cosas empiezan a dar un giro cuando otra pareja se muda cerca de lo de ellos. Son Tallie (Vanessa Kirby, de la reciente FRAGMENTOS DE UNA MUJER) y Finney (Christopher Abbott). Ella parece más amable y desenvuelta que la apagada y tímida Abigail pese a que su marido tiene aspecto de ser un tipo bastante violento. Pronto las dos comienzan a hacerse compañía a lo largo de las tardes en las que sus maridos trabajan. Y de a poco empieza a aparecer entre ellas algo que va más allá de la amistad, aunque para Abigail es una sensación un tanto incomprensible. Sus maridos, en tanto, empiezan a mirar con cierto recelo la amistad entre las dos. Primero, aseguran, porque las mujeres no se ocupan de «sus labores domésticas» ni de ellos. Y, luego, porque ya sospechan que «algo raro» sucede en esos largos encuentros.

Fastvold va contando la historia casi siempre desde el punto de vista de Abigail. Y son los diarios, fechados, los que van dando cuenta del paso del año en el que se desarrolla la historia. Algunas de las conversaciones entre ambas tienen que ver con la poesía –a ambas les gusta pero Abigail tiene habilidad para escribirlas y Tallie no tanto– y la forma de ir contando los acontecimientos estarán relacionados con el estilo de escritura de la protagonista. En la manera un tanto distante en la que las imágenes y la voz en off se combinan la película termina teniendo algunas similitudes con las de Terrence Malick. Por momentos se siente como si el realizador de EL ARBOL DE LA VIDA hubiera hecho su versión femenina de EL SECRETO EN LA MONTAÑA.

Ese efecto de distanciamiento narrativo funciona muy bien en dos aspectos específicos muy distintos. Por un lado, para alejar un tanto a la película del potencial efecto de novela erótico/romántica que tiene la historia y, por otro, porque pone las imágenes siempre en función de la mirada de Abigail. No vemos, estrictamente, lo que pasa. Vemos lo que ella escribe y decide contar, algo que tendrá un efecto sorpresivo más cerca del final del film, generando un momento inesperado y emotivo. Esa operación servirá también para entender las caracterizaciones (en especial la de Kirby, que parece una heroína de una novela romántica con sus largos rulos anaranjados siempre al viento y su sonrisa seductora) y la manera en la que la vida privada de Tallie se va narrando casi como una película de suspenso desde una perspectiva externa.

THE WORLD TO COME habla, además, de la situación de la mujer en esa época, algo que podría tranquilamente trasladarse a la actualidad: son mujeres de distintas maneras maltratadas, controladas y dejadas de lado que se encuentran entre sí ante un mundo masculino que las considera meramente utilitarias para la maternidad y el trabajo hogareño. En ese sentido, el guión de los novelistas Jim Shepard y Ron Hansen (el primero, autor del cuento en el que se basa el film y el segundo, autor de EL ASESINATO DE JESSE JAMES POR EL COBARDE ROBERT FORD, película que también posee un tono similar a ésta) es inteligente en el retrato de los personajes masculinos. Affleck, como ya es clásico en el actor, hace un Dyer atribulado y compungido, alejado de cualquier cliché machista. Y Abbott se las arregla para darle complejidad a un personaje un tanto más clásicamente brusco.

Pero el eje está en las dos mujeres y las dos actrices. Es un romance contenido y doloroso, sufrido, pero que tiene momentos de levedad amorosa que, para ambas, funcionan como un respiro para sus respectivos traumas. El de Abigail, por el duelo por su hija. El de Tallie, por su terrible matrimonio. Kirby tiene el rol más luminoso y de evidente lucimiento –sus ojos siempre están invadiendo todo el espacio y su cuerpo se mueve de manera grácil–, pero el secreto del film está en Waterston. Es una excelente actriz que, en cada uno de sus trabajos (INHERENT VICE, QUEEN OF EARTH y la saga FANTASTIC BEASTS, entre otros), encuentra maneras de transmitir complejas y ambiguas sensaciones de maneras sutiles y económicas. Y aquí funciona como la voz pero también como la verdad emocional de esta muy buena película.