Estrenos online: crítica de «Danyka», de Michael Rowe (Amazon Prime Video)
El premiado director australiano radicado en México –ganador de la Cámara de Oro en 2010 con «Año bisiesto»– se centra en su nueva película en la incómoda relación entre un hombre adulto y una adolescente.
Ganador de la Cámara de Oro en el Festival de Cannes con su opera prima, AÑO BISIESTO, de 2010, el realizador australiano radicado en México Michael Rowe ha seguido realizando films (como MANTO ACUIFERO y EARLY WINTER) que quizás no hayan tenido la repercusión de aquel pero que han ido introduciendo elementos ambiguos y curiosos en su cine. DANYKA, su cuarta película, que fue conocida durante su proceso de filmación como MAR DE FONDO –aquí quedó como una suerte de extraño subtítulo–, quizás sea la más pequeña y concentrada de todas ellas, planteando una situación específica y girando alrededor de sus varias posibilidades.
Aterrizada en Amazon Prime Video, DANYKA se centra en la relación que establece un turista que visita una playa en Sinaloa con una adolescente que vive allí. Armando (el reconocido Demián Bichir) y su esposa Tere viajan a pasar lo que parece ser solo un día a un resort en la costa mexicana, en donde piensan disfrutar del clima, el mar y la playa, en compañía de una pareja de amigos que reside allí. En una de las visitas al mar, Armando entabla un diálogo con Danyka, una bella adolescente que dice estar por cumplir los 16 y que es amiga de la hija de la pareja. De a poco va dándose naturalmente una conversación entre ellos, seguida de un incómodo coqueteo, incomodidad ligada, especialmente, a la diferencia de edad que hay entre esta chica y su cincuentón interlocutor.
Es cierto que Rowe pone lo que podríamos llamar «el dedo en la llaga» a la hora de mostrar una relación con esta diferencia de edad, pero quizás la parte sexual no sea lo central del relato. Durante un buen rato los dos hablan de literatura, política y religión con mucha naturalidad. De hecho, Armando –que es escritor– no parece ser un «depredador» a la caza de niñas y la primera impresión sería que es Danyka la que avanza hacia él pese a las reticencias del adulto. Pero claro está que esas reticencias empiezan a ser puestas en duda por el protagonista y ahí es donde la película pone la mirada y el espectador, la incomodidad.
A lo largo del breve film (de no más de 75 minutos) también se presentarán otras temáticas que tienen que ver con la explotación inmobiliaria de la zona en la que transcurren los hechos, con las consecuencias que eso tiene en un hotel abandonado en plena construcción, lugar en el que transcurre una parte importante del relato. Por cuestiones ligadas al avance del mar sobre la costa, el hotel no pudo seguir construyéndose y todos saben que, tarde o temprano, hasta las cabañas y las casas cercanas a la playa desaparecerán también. Ese temor a la extinción, metafóricamente al menos, actúa como disparador de algunos comportamientos.
Como buena parte del cine mexicano que suele verse en los festivales internacionales, DANYKA juega en ese límite sinuoso que siempre involucra incomodar al espectador al mostrarle algunas actitudes «discutibles» o controvertidas de sus personajes. Eso está aquí también, pero Rowe no se excede a la hora de plantear esos conflictos. Su eje pasa por las sensaciones que el encuentro despierta en Armando y no tanto lo que hace a partir de eso. Será cuestión de cada espectador interpretar si se pasa o no de rosca en su forma de mostrar esa relación.
DANYKA es también muy franca y honesta respecto a su personaje adolescente. No la victimiza ni la transforma en un referente de algo que pueda ser leído como «políticamente correcto» sino que la construye como una chica inteligente, activa y curiosa. Rowe la muestra lidiando con el deseo, las tensiones, la necesidad de impresionar a un adulto, de seducirlo y los miedos propios de algunas adolescentes de esa edad. En una época en la que estas relaciones siempre se muestran y plantean en blanco y negro, es interesante observar un film que se atreve a ir hacia una zona un tanto más ambigua.
Formalmente Rowe se concentra en hacer planos fijos, largos y a distancia, haciendo que toda la película esté organizada a partir de esa lógica. Si bien no se regodea en ningún tipo de «pintoresquismo» (y eso que el lugar es bonito y lo permitiría) ni arma una experiencia de las llamadas «contemplativas», por momentos se da el gusto de tensar las actuaciones al máximo en función de esa misma extensión, ya que se trata de una película muy dialogada. Pero el elenco –que integran veteranos profesionales y jóvenes con poca experiencia– logra salir del paso de ese tipo de desafío.
Se trata de una pequeña película, rigurosa, por momentos inquietante y con un notable trabajo de Bichir y de Sasha González, que encarna a la Danyka del título. Con pocos recursos, pocas locaciones y seguramente en muy poco tiempo, Rowe arma un drama que de a poco va ganando en intensidad y que termina teniendo un cierre más que interesante. Las limitaciones formales y dramáticas a veces funcionan a favor del resultado final.
«…en una época en que la que estas relaciones siempre se muestran y plantean en blanco y negro…un film que se atreve a ir hacia una zona un tanto más ambigua».
Por más que estas líneas tuyas estén lejos de querer justificar/exculpar dicha clase de relaciones, no por inveteradas menos reprobables (barrunto), lo cierto es que aquí se va más allá de lo siempre nombrable como «políticamente correcto»::al final, son interacciones entre desiguales, por más que se superan los patrones esquemáticos, como lo hace esta cinta. Y sí, por suerte estamos en una época que ya no tiene que «normalizar» y que no solo es maniquea