Estrenos online: crítica de «Luna roja», de Lois Patiño (MUBI)

Estrenos online: crítica de «Luna roja», de Lois Patiño (MUBI)

En su primera película de ficción, el realizador de «Costa da morte» cuenta una misteriosa, oscura y bella historia con elementos fantásticos que transcurre en un remoto paraje gallego. Estreno en MUBI.

Uno de los cineastas más creativos y originales de la nueva camada de realizadores españoles (y hasta, específicamente, entre los gallegos), Patiño ha construido una pequeña pero promisoria carrera a partir de varios cortometrajes extraordinarios y un largo, COSTA DA MORTE, estrenado y premiado en Locarno allá por 2013. Se ha hecho esperar, y mucho, este segundo largometraje –podríamos decir también que es el primero de ficción, aunque esas divisiones y categorías no funcionan del todo bien aquí–, pero la paciencia valió la pena porque LUNA ROJA (LUA VERMELLA) es una película extraordinaria que abre nuevos caminos no solo en la carrera del realizador sino en ciertas formas de eso que podemos denominar «otro cine español». O, para ser más específico aún, el llamado «Novo Cinema Galego»

Es que en este film, una suerte de historia tenebrosa de fantasmas, zombies, brujas y mitos marinos, Patiño apuesta –a su manera claramente no convencional– en cruzar los modos más contemplativos y observacionales de sus películas anteriores con una suerte de trama que transforma y deforma esos mismos universos, paisajes y personajes. Esta corrida al fantástico en la que están trabajando muchos cineastas que normalmente uno imaginaría fuera del universo del cine de género es una de las tendencias más interesantes del cine actual (uno de los primeros exponentes de esta última camada quizás sea JAUJA, de Lisandro Alonso), pero Patiño la lleva aún más lejos, a un territorio visual poco explorado y a imágenes subyugantes.

La trama, de algún modo, hace eje en lo que sucede en una aldea ubicada en Galicia en la que los habitantes han quedado casi detenidos, como en estado de trance, por indescifrables razones que pueden ligarse al misterioso naufragio de un barco y a la muerte de un pescador local, conocido como el Rubio. Patiño va acercándose con su cámara (es su propio director de fotografía), observando y escuchando (en off) a los distintos habitantes de una aldea que, literalmente, parece detenida en el tiempo. Como zombies dentro de cuadros de rugosa belleza (el viento, la bruma y el mar los contienen), los personajes de LUNA ROJA parecen flotar en el espacio, alejando al film de cualquier relación obvia con el realismo cotidiano –que suele ser una marca registrada de muchos films gallegos– pero a la vez reforzando esa conexión con «lo real» desde lo puramente mitológico, como si la pertenencia a una región, a un lugar, estuviera más ligada a la relación con lo espiritual y mágico que con lo práctico y terrenal.

La película luego se poblará de personajes propios de algo que me atrevería a llamar «el fantástico gallego» en el que tres meigas (la versión local de las brujas, con sus diferencias), seres quizás mitológicos y hechos extraños se combinan con la aparente quietud de la vida cotidiana. La idea de extremar esa quietud del realismo observacional transformando a los personajes en zombies funciona de maravillas y lo mismo la manera en la que, estéticamente, la película se vuelve cada vez más una ensoñación, una pesadilla visual, una suerte de oscura fábula con la costa gallega como turbulento, gótico y lovecraftiano escenario.

Finalmente son los propios elementos los protagonistas. Y en eso el film no se diferencia de las otras películas de Patiño: el mar que se ha cobrado muchas vidas, las rocas y los peñascos que son testigos de lo que pasa, el viento que se lleva todo puesto y la gente, participante, observadora y víctima de ese fascinante y violento juego con una naturaleza que posee un poder propio e inmanejable. Un poder que aquí aparece representado por criaturas y figuras mitológicas que no hacen más que transformar en leyendas esas fuerzas propias del territorio.

El sonido también juega un papel importante en el film, lo cual la conecta con una película como THE LIGHTHOUSE, muy distinta en lo dramático pero con un espacio geográfico igualmente pesadillesco, en el que es difícil separar lo real de lo que no lo es. Espectros en túnicas blancas (a lo A GHOST STORY), escenarios que van volviéndose cada vez más irreconocibles y la supuesta presencia de un monstruo marino capaz de ser el causante de muchas de estas desgracias completan el panorama audiovisual de esta fascinante experiencia cinematográfica.