Clásicos online: crítica de «Happy Together», de Wong Kar-wai (MUBI)

Clásicos online: crítica de «Happy Together», de Wong Kar-wai (MUBI)

Este inolvidable film estrenado en 1997 cuenta una triste y melancólica historia de amor entre dos turistas de Hong Kong (Tony Leung y Leslie Cheung) de visita en la Argentina. Ultimo estreno en MUBI de las versiones remasterizadas de la obra de Wong Kar-wai.

Filmada hace 25 años en una Buenos Aires que ha cambiado mucho y a la vez no tanto, la sexta película del realizador de Hong Kong revela también una ciudad que quizás jamás existió tal como se la ve aquí. Estilizada y a la vez cruda, bella y desagradable al mismo tiempo, los escenarios urbanos que captura la cámara de Wong –y la fotografía de Christopher Doyle– fueron transformándose con el paso del tiempo en polaroids de una época, retratos esquivos de una zona de la ciudad que no suele ser parte de los folletos turísticos. O no solía serlo.

Cuando la película hizo su aparición en el Festival de Cannes 1997 sorprendió a todos por varios motivos. Por un lado, por la curiosidad que representaba que el entonces muy de moda realizador de CHUNGKING EXPRESS hubiera decidido hacer una película en Argentina. Por otro, por la manera en la que Buenos Aires era retratada. Los que vivimos aquí –y aún los que han visto la ciudad solo en cine y televisión– podíamos notar lo inusual de la manera en la que ciertas zonas estaban capturadas por la cámara. Centrándose solamente en barrios como La Boca, Barracas, San Telmo, muy poco del Microcentro y Constitución –más allá de un par de viajes a las Cataratas del Iguazú y unos pocos planos en Tierra del Fuego–, Wong lograba dotar a esas zonas populares de un rugoso encanto y de una belleza sucia.

Si bien el tango –que aparece en unas pocas escenas en el Bar Sur y en el conventillo en el que Lai Yiu Fai vive con Ho Po Wing y es parte fundamental de la banda sonora gracias a algunas composiciones de Astor Piazzolla– le otorga a la película un cierto aura exportable, apta para un estilizado turismo hipster, Wong no abusa de ese recurso sino que lo trabaja como un elemento que es central a la trama y que conecta forma y fondo de una manera metafórica. La relación entre Yiu Fai y Po Wing tiene, fundamentalmente, una suerte de «tanguera» tensión entre las partes involucradas.

La forma bastante tóxica en la que ambos se conectan bien podría ser la letra de un tango clásico (te dejo, me dejas, empecemos de vuelta, te extraño, no quiero verte, dónde estás?) pero, fundamentalmente, la conexión que HAPPY TOGETHER hace con la música de Buenos Aires tiene que ver también con algo, si se quiere, más coreográfico. La historia que cuenta el film tiene los vaivenes, la intensidad dramática y los acercamientos y alejamientos que surgen naturalmente del tango como danza, de los movimientos que producen quienes lo practican. Más allá de una escena ya clásica del film, Wong prácticamente no fuerza esta conexión. Surge naturalmente de la propia lógica de la relación.

La historia que cuenta HAPPY TOGETHER acaso sea la más clara de todas las de la filmografía del director de IN THE MOOD FOR LOVE. Una pareja de Hong Kong viene de viaje a la Argentina, se queda a vivir en Buenos Aires y con el paso del tiempo sus miembros empiezan a distanciarse para luego reunirse y volverse a separar. Uno de ellos, Lai Yiu Fai (Tony Leung), es más medido y responsable, quiere trabajar –juntar plata para regresar– y tener una vida tranquila, alejada del caos con su pareja. Pero Ho Po Wing (Leslie Cheung, que murió en 2003) no solo trabaja prostituyéndose –algo no particularmente organizado– sino que tiene otro tipo de personalidad: es más inquieto, aventurero, busca emociones fuertes.

La fuerte conexión que hay entre ambos se ve de una manera muy evidente en momentos específicos (cuando Ho regresa con Lai tras lo que parecen haber sido violentas experiencias que lo dejaron lastimado), pero sus diferencias son aún más evidentes. De hecho, su relación se tensa y explota permanentemente, creciendo al punto que Lai decide no devolverle a Ho su pasaporte, acaso como un intento desesperado de retenerlo a su lado una vez que el se cura de sus heridas. La voz en off pertenece –durante la mayor parte del tiempo– a Lai Yiu Fai. Y es a través de él que seguimos los vaivenes de la relación.

Más adelante aparecerá en escena Chang (Chang Chen), un compañero de trabajo de Lai, de origen taiwanés, y su voz pasará también a ser parte de la lectura personal de la película. Y si bien su relación con Lai estará menos desarrollada que la que Ho tiene con él, es gracias a un par de escenas entre ambos –una en la Cantina 3 Amigos de la Boca detrás de un grabador, la otra en una despedida– que Wong logra darle una enorme fuerza a esa historia, la que continuará hasta el final y con la que recupera la típica construcción bifurcada de casi todas las películas del realizador.

Las relaciones que se van creando entre los tres personajes (que no son estrictamente los tres amigos de la cantina pero que podrían haberlo sido en otras circunstancias) siguen alterándose todo el tiempo. En un momento, Ho intenta volver con Lai, pero él se ha mudado («Fai ya no vive más acá», dice el inolvidable dueño de la pensión por teléfono), ha comenzado a alejarse y a vivir un poco más la noche gay de encuentros en baños públicos (aquí la película se mete de lleno en el centro porteño) y a tratar de olvidar esa relación. En el interín habrá nuevos trabajos (en un matadero), algún picado en el pasaje San Lorenzo de San Telmo y una fugaz visita a la Bombonera a ver un River-Boca y más combos de cumbia y cervezas. De a poco se va terminando de pintar un cuadro de soledades separadas, una suerte de versión en negativo de la idea que da título a la película.

Muchos han analizado la lógica interna de HAPPY TOGETHER en relación al traspaso de Hong Kong a las autoridades chinas, que tuvo lugar poco después del estreno mundial de la película. Y si bien ese elemento, igualmente «tanguero», de idas y vueltas en la relación entre el continente y la isla puede aplicarse a los sucesos que se cuentan aquí de muchas maneras, hay algo aún más universal en las historias de amores y desamores entre sus tres protagonistas, todos ellos alejados de sus países y de su hábitat natural, perdidos en una Buenos Aires con la que se relacionan de manera difusa.

El trabajo fotográfico de Wong y Doyle construye los espacios de manera tal de reflejar la vida emocional de los personajes. Si bien es una ciudad que existe en realidad, lo que se ve de ella está definitivamente coloreado no solo por la experiencia particular del extranjero sino también por sus vivencias y sensaciones. Es inevitable que, al hablar de esta película, todo espectador argentino probablemente ponga más el eje en la manera en la que está filmada la ciudad que en otra cosa. Lo fascinante del film de Wong es que su triste y melancólica historia de amor conecta directamente con eso: hablar de una cosa es hablar de la otra, la «tristeza de la ciudad» es también la de los personajes. Veinticinco años después, es imposible no ver esa película sin cierta nostalgia por esa Buenos Aires retratada con el corazón roto.


Nota: acá les dejo algunas extraordinarias imágenes más y la banda sonora de este inolvidable film.