Clásicos online: crítica de «Jerichow», de Christian Petzold (MUBI)

Clásicos online: crítica de «Jerichow», de Christian Petzold (MUBI)

«Los fantasmas entre nosotros», el ciclo dedicado a las películas del alemán Christian Petzold, arranca con su quinto largometraje para cine, de 2008, una adaptación libre de «El cartero llama dos veces» protagonizada por Nina Hoss.

De los realizadores alemanes de la llamada «Escuela de Berlín», Christian Petzold fue el que más trató de acercar su particular estilo al de los géneros clásicos norteamericanos reversionando –un poco como Rainer W. Fassbinder en su época– formatos y películas específicas, adaptando su lógica a la particular situación socioeconómica de su país. JERICHOW, estrenada en 2008 después de su llamada «trilogía de fantasmas» que incluye a YELLA (que se estrena en MUBI en junio), GESPENSTER y THE STATE I AM IN (que llegará el 25 de mayo), es una adaptación muy libre de la novela «El cartero llama dos veces», de James M. Cain, llevada al cine en varias oportunidades en los Estados Unidos, fundamentalmente en la versión de 1946 dirigida por Tay Garnett y protagonizada por Lana Turner y John Garfield.

Además de muchas alteraciones específicas en su trama –la película de Petzold toma de la novela la lógica del triángulo romántico y unas pocas cuestiones narrativas–, acaso la principal modificación que JERICHOW hace respecto al original esté en cómo hace crecer el costado ligado a la inmigración (que es menor en la novela), ya que el tercero en discordia en este drama es un inmigrante turco en Alemania. Y la diferencia quizás más radical con otros films alemanes sobre inmigrantes es que este hombre es el «poderoso» que debe lidiar con dos locales que, por distintos motivos, están en la ruina económica y precisan de su dinero para sobrevivir.

El título de la película viene del nombre de la ciudad en la que transcurren los hechos. Y lo primero que vemos es a Thomas (Benno Fürmann), un veterano de la guerra de Afganistán que vuelve al pueblo en cuestión, perdiendo los pocos ahorros que tenía guardados al tener que dárselos, forzosamente, a unos mafiosos a los que les debía dinero. Al hombre no le queda otra que trabajar cosechando pepinos en un campo hasta que por casualidad se topa con Ali (Hilmi Sözer), un alemán de ascendencia turca que, alcoholizado, tuvo un accidente con su auto. Thomas lo ayuda a salir del paso con la policía y el hombre, al que le suspenden la licencia de conducir, termina contratándolo como chofer para que lo ayude con el recorrido que Ali hace a diario a los 45 bares y locales de comida rápida y al paso que es dueño en los alrededores.

La confianza entre ambos crece aunque es evidente que la mujer de Ali, Laura (Nina Hoss), ha captado la atención de Thomas. Una mujer alemana mucho más joven que su marido, Laura no parece prestar de entrada mucha atención al nuevo empleado, pero pronto quedará claro que no ser así. La atracción entre ambos es bastante evidente, pero también da la impresión que Ali es un tipo muy celoso que puede hacer cualquier cosa ante la mínima mirada sospechosa entre ellos. O al menos eso es lo que parece ya que se dedica a seguir a su mujer más de una vez en sus recorridos laborales, sospechando de ella todo el tiempo. Curiosamente, no sospecha de Thomas. O eso es lo que le hace creer.

Lo demás pueden imaginarlo, pero lo cierto es que Petzold se desvía de muchos de los tropos del género de cine negro en el que usualmente funcionan estas historias. No solo porque transcurre en casi todo momento a plena luz del día y en rutas, playas y espacios abiertos (esos no-lugares típicos del cine del alemán), sino porque tampoco utiliza otros conocidos resortes visuales del género. Si bien hay tensión y suspenso, casi no hay armas y la violencia es mucho menor a la esperada. En cierto modo lo que hace Petzold es quitarle a la película el ropaje más evidente del policial y desnudarla como un drama social en el que el dinero juega un papel bastante importante, ya que Ali es el que lo tiene y los amantes en cuestión los que lo necesitan.

Los escenarios de JERICHOW están más relacionados con el cine social alemán que trabaja temas como la relación entre los inmigrantes recientes y los llamados «alemanes étnicos», aunque en este caso la situación se problematiza aún más ya que el que parece tener el control y el poder sobre los demás es el inmigrante (en la novela original era griego, algo que aquí se «homenajea» casi al pasar). En ese sentido, lo que Petzold hace es darle un giro a la trama (que no vamos a spoilear) que sirve quizás para no reforzar determinados preconceptos o prejuicios con los que la película parece coquetear desde el principio al presentar a Ali casi como un mafioso con un costado bastante cruel.

Con el correr de los años, Petzold empezaría a jugar con los géneros del melodrama y el cine negro de una manera más estilizada y evidente, como queda claro en películas como BARBARA o AVE FENIX –entre otras–, pero en este caso lo que hace es desnudar y desarmar los procedimientos genéricos para quedarse con el corazón de la historia. Una de las referencias clásicas de la novela y de las adaptaciones al cine es que la relación entre Thomas y Laura es intensa y sensual, algo que la película en cierto modo desarticula y normaliza. Sí, hay una atracción importante entre ellos, pero lejos está Petzold de armar «escenas hot» entre ambos.

Y lo que lleva a primer plano, en cambio, son los intercambios económicos que existen siempre entre todas las partes involucradas, tanto entre Alí y su mujer, como las que Laura tiene por su cuenta (y con algún socio), las de Thomas y las que involucran al negocio en el que los tres trabajan. De hecho, Ali contrata a Thomas no solo para devolverle el favor que le hizo sino porque se da cuenta que tiene «una buena cabeza para los negocios» al responderle a un cuestionario específico sobre cómo hacer el recorrido por los locales que maneja.

Si a eso se le suma la mirada inteligente que Petzold hace en relación a los contrastes entre el inmigrante y los locales (hay una escena relacionada con el baile que es muy elocuente al respecto), es claro que JERICHOW pone el eje fundamentalmente en cómo la historia se aplica y adapta al contexto específico en el que transcurre la historia. Es probable que eso, de algún modo, desdibuje un poco el peso de la historia de amor tornándola apenas un elemento más de los varios que circulan en la película y no en su eje central. Y si bien eso resiente un poco el suspenso tradicional, típico de policial negro que tiene originalmente la historia, a la vez deja ver las bases sociales y económicas en las que el conflicto se asienta. «You can’t love if you don’t have money”, le dice Laura a Thomas. Más claro, imposible.