Estrenos online: crítica de «La mujer en la ventana», de Joe Wright (Netflix)

Estrenos online: crítica de «La mujer en la ventana», de Joe Wright (Netflix)

Este relato de suspenso basado en la exitosa novela homónima toma del clásico de Alfred Hitchcock «La ventana indiscreta» para contar la historia de una mujer que ve (o cree ver) un asesinato que se produce en una casa vecina. Con Amy Adams, Gary Oldman y Julianne Moore. Estreno del 14/5 en Netflix.

Apenas empieza, LA MUJER EN LA VENTANA se hace cargo de su filiación. Acaso como homenaje –o para que no lo acusen de plagio–, Wright nos muestra escenas de LA VENTANA INDISCRETA, el clásico de Alfred Hitchcock que esta película toma casi como modelo excluyente de su propuesta. La película aparece en la televisión que mira la Doctora Anna Fox (Amy Adams), una mujer sola que vive en un enorme brownstone neoyorquino cuyo valor en metros cuadrados puede igualar al de algún país pequeño.

Como Jeff –el inolvidable personaje de James Stewart en aquel clásico–, Anna tiene dificultades para salir de su casa. No se trata de una fractura en la pierna ni nada similar sino de un tipo de agorafobia cuyo principal problema es la imposibilidad de la mujer –que es psicóloga de niños– de salir al exterior. Siguiendo con las comparaciones hitchockianas, en ese sentido se parece más al Scottie de James Stewart en VERTIGO, ya que sus problemas relacionados con trastornos de la ansiedad la incapacitan para ciertos actos.

Anna está separada (de Anthony Mackie, el mismísimo «Falcon» de Marvel), con quien tiene una pequeña hija. Sus días los pasa en su casa, donde ocupa buena parte de su tiempo mirando por la ventana. Allí, al mejor estilo LA VENTANA INDISCRETA, empieza a espiar a sus vecinos y a notar cosas extrañas. Fascinada con los films de suspenso que mira todas las noches, su imaginación parece exagerar o convertir casi todo lo que ve en peligrosas historias. Pero un día aparece en su casa Ethan Russell (Fred Hechinger), el hijo de la pareja un tanto rara que se acaba de mudar enfrente suyo. Al chico se lo ve nervioso, ansioso y preocupado. Y como Ethan deja entrever que su padre es una persona difícil, eso parece convencerla que está en lo correcto con sus sospechas.

Pronto llegará a su casa Jane (Julianne Moore), la madre de Ethan, una mujer amable y simpática, que no parece tan preocupada como el chico por la convivencia familiar. Pero un día Anna escucha ruidos y gritos enfrente. Mira y ve a Jane golpeada, sangrando y corriendo por la calle. Llama a la policía (interpretados por Bryan Tyree Henry y Jeanine Serralles), quienes llegan pero no encuentran nada raro ni fuera de lugar. No solo eso. Alistair Russell (Gary Oldman), el amenazante padre en cuestión, la acusa a Anna de mentir, de espiar y de meterse en dónde no le corresponde. Y viene acompañado por Jane, su mujer, que no es la que Anna vio ser atacada sino otra, con la cara de Jennifer Jason Leigh. ¿Qué es, entonces, lo que pasó? ¿Qué vio Anna? ¿Algo real o estamos ante una situación de las llamadas gaslighting?

Anna tiene además un inquilino que vive en el subsuelo (Wyatt Russell, el fugaz Capitán América de FALCON Y EL SOLDADO DE INVIERNO), un psicólogo que la visita y trata de ayudarla con sus problemas (encarnado por Tracy Letts, guionista también del film) y la costumbre de mezclar ansiolíticos con alcohol que la tornan, a los ojos de los investigadores, una observadora poco confiable. En una película que prácticamente no sale de la única locación de la casa (no fue filmada en pandemia pero lo parece), lo que Wright hace es un homenaje a toda una escuela de cine negro y películas de suspenso, tanto los citados clásicos como algunos relatos más recientes tipo LA CHICA DEL TREN o PERDIDA.

LA MUJER EN LA VENTANA –pese a tener el mismo título en inglés que el clásico de Fritz Lang de 1944, la historia que cuenta no tiene nada que ver– tiene un desarrollo bastante ingenioso durante su primera mitad, en la manera en la que va presentando los personajes y creando el conflicto dramático que deberá atravesar la atribulada Anna. Pero en un momento el guión pierde bastante la línea y entra en una de esas zonas en las que su éxito dependerá de la capacidad del espectador para «suspender su incredulidad».

A partir de allí, la trama empieza a tomar ribetes un tanto absurdos y lo que la sostiene, más que ninguna otra cosa, es un elenco de notables actores capaces de hacer relativamente plausibles situaciones que bordean el ridículo. La credibilidad de Adams, fundamentalmente, es la carta fuerte que Wright (ORGULLO Y PREJUICIO, LAS HORAS MAS OSCURAS) tiene para que la película no se le desbarranque del todo. Ella es el sostén emocional de la frágil estructura narrativa.

Hay una serie de historias por detrás de la película que acaso sean más interesantes que el film en sí. No las voy a detallar acá pero los invito a googlearlas. Por un lado, la serie de demoras y escenas refilmadas de una película que se hizo originalmente en 2018 y estuvo en una suerte de limbo desde entonces. Y por otro, mucho más interesante aún, la historia de «A.J. Finn», el escritor de la novela original en la que se basa la película. Un personaje cuya vida de ocultamientos, plagios, secretos y mentiras (acá hay una larga nota de The New Yorker, en inglés, que las detalla) amerita una película en sí misma. Probablemente sea una mejor que ésta.