
Estrenos online: crítica de «Vendrá la muerte y tendrá tus ojos», de José Luis Torres Leiva (MUBI)
Una triste y dolorosa historia de amor en medio de la enfermedad terminal de una de las protagonistas es la que cuenta la nueva película del realizador chileno que llega a la plataforma de streaming.
Una historia de amor y muerte, de despedida, de últimas miradas, de historias que se cuentan para matizar la espera de lo inevitable. Ana y María (Amparo Noguera y Julieta Figueroa) son pareja, parece, hace ya mucho tiempo. Y lo que pronto nos damos cuenta es que María sufre una enfermedad terminal y no le queda mucho tiempo de vida. Ana, que es enfermera y trabaja en un hospital, dedica gran parte del tiempo a cuidarla, a mimarla, a estar cerca suyo mediante besos, caricias y unas pocas palabras para reconfortarla. Pero a María no parece alcanzarle: necesita llorar, descargarse, llegado el caso hasta enojarse con Ana. Es una mujer joven y la idea de que esté cerca de la muerte es devastadora y no solo para ella.
En una película calma y sutil, como todas las del realizador de VERANO, con pocos diálogos, somos testigos privilegiados y a la vez incómodos de esa despedida. Es una película de muchos besos y caricias, en la que el amor de una hacia la otra trata de hacer más soportable la trágica situación. En el medio de la película, Ana le cuenta a María dos historias –una ligada al encuentro de una mujer con una niña indígena y otra centrada en una aventura sexual de un pariente suyo con otro hombre– que aligeran un poco la gravedad del film pero a su vez lo sacan un poco de su centro, si bien tienen su sentido metafórico en el contexto. Quizás, sin ellas, sería una película aún más angustiante pero más directa y específica.

En una historia minimalista que apenas tiene lugar para un personaje más (la hermana de Ana) y mientras van vaciando una casa –acrecentando la sensación de final– y paseando por un hermoso bosque, Torres Leiva va de a poco yendo hacia lo esperado, el momento en que la salud de María empieza claramente a desmejorar. Ana podrá darle música para escuchar, más besos y caricias, pero lo que queda es acompañarla muchas veces en silencio, estar junto a ella, aguantar sus malos momentos y llevar el proceso de la mejor manera posible: con amor, entrega y devoción absoluta.
VENDRA LA MUERTE Y TENDRA TUS OJOS es un poema de amor y de despedida, una canción triste en la que se nos cuenta el final de una vida y de una historia de amor. Una historia de acompañamiento y de devoción, y de respeto y dolor ante la muerte. En la última escena, cuando un grupo de niñas se acerque al mar y se ponga a bailar una vieja canción de Rafaella Carrá que dice que «en el amor todo es empezar», Torres Leiva renueva la apuesta por ir a fondo en las relaciones, aún sabiendo –como dice la frase– que por lo general terminan mal. Una historia tan triste y dolorosa como humana y universal.
Acà el poema «Verrà la morte e avrà i tuoi occhi» del gran Cesare Pavese:
original en italiano:
Verrà la morte e avrà i tuoi occhi –
questa morte che ci accompagna
dal mattino alla sera, insonne,
sorda, come un vecchio rimorso
o un vizio assurdo. I tuoi occhi
saranno una vana parola
un grido taciuto, un silenzio.
Così li vedi ogni mattina
quando su te sola ti pieghi
nello specchio. O cara speranza,
quel giorno sapremo anche noi
che sei la vita e sei il nulla.
Per tutti la morte ha uno sguardo.
Verrà la morte e avrà i tuoi occhi.
Sarà come smettere un vizio,
come vedere nello specchio
riemergere un viso morto,
come ascoltare un labbro chiuso.
Scenderemo nel gorgo muti.
——–
Traducido al español:
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
de día y de noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una palabra vana,
un grito acallado, un silencio.
Así cada mañana los ves
cuando sola te contemplas
en el espejo. Oh esperanza querida,
un día sabremos también
que son la vida y que no son nada.
Tiene la muerte una mirada para todos.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como renunciar a una mala costumbre
como mirar en el espejo
aparecer un rostro muerto,
como escuchar unos labios ya cerrados.
Descenderemos mudos al abismo.