Series: crítica de «Hacks», de Lucía Aniello, Paul W. Downs y Jen Statsky (HBO Max)

Series: crítica de «Hacks», de Lucía Aniello, Paul W. Downs y Jen Statsky (HBO Max)

Esta nueva comedia, protagonizada por Jean Smart («Fargo», «Mare of Easttown»), se centra en la relación entre una veterana comediante de Las Vegas y una joven guionista que empieza a trabajar para ella.

Con una carrera que se extiende por cinco décadas, desarrollada más que nada en series de televisión, Jean Smart es una de esas actrices reconocibles cuya fama –si bien ha participado en sitcoms famosos como DESIGNING WOMEN o FRASIER y ha ganado varios Emmys– nunca estuvo a la altura de su talento. En los últimos tiempos, esta actriz pronta a cumplir 70 años ha empezado a destacarse y a ser reconocida por las nuevas generaciones gracias a roles secundarios pero clave series dramáticas como FARGO, LEGION y WATCHMEN hasta llegar a la reciente MARE OF EASTTOWN, en la que encarna a la madre de Kate Winslet. HACKS acaso sea su primer protagónico, algo tan inusual como bienvenido, ya que no es común que una mujer de su edad lidere una serie. Y seguramente pocos imaginaban que lo haría en una tan buena.

Estrenada en HBO Max y con cuatro episodios ya emitidos, HACKS tiene a Smart encarnando a Deborah Vance, una veterana y famosa comediante que vive en un lujoso y amplio caserón en Las Vegas, en donde tiene hace ya muchos años lo que se llama una «residencia» en un hotel de la ciudad turística del juego. Esto es: un show que hace allí hace décadas para un público mayormente veterano que la adora de sus épocas de fama televisiva. Un personaje tan hiperactivo y gracioso como intenso y hasta un poco irritante, se trata de una diva (la han comparado con Joan Rivers) que está empezando a notar que su carrera está en problemas. De hecho, el dueño del hotel en el que trabaja la quiere cambiar a un horario no central.

En paralelo, HACKS cuenta la historia de Ava (la comediante Hannah Einbinder), algo así como el punto de vista de la serie. Se trata de una guionista que vive en Los Angeles y que ha perdido su trabajo tras publicar un tuit controvertido. Como nadie parece querer contratarla, no le queda otra que aceptar la propuesta de su agente Jimmy (Paul W. Downs, el actor de BROAD CITY y co-creador de la serie), que consiste en instalarse en Las Vegas y escribir material cómico para la tal Deborah, un trabajo que a ella le parece muy por debajo de sus posibilidades y su talento. No solo eso: la considera un estereotipo femenino a la antigua, decadente, con el que preferiría no tener nada que ver. Y cuando la conoce… es peor.

La relación entre Ava y Deborah es el eje de HACKS, que pasa del fastidio mutuo inicial a lo que parece ser un cierto reconocimiento del talento del otro. En paralelo, la serie creada por Aniello, Downs y Stasky (todos guionistas de BROAD CITY y parte del mismo grupo creativo, si bien Stasky tiene una carrera un tanto más larga como guionista de TV) avanza por el lado de los problemas de pareja de Ava –que es bisexual– y de los conflictos con la maternidad de Deborah, entre otros problemas y personajes secundarios que circulan en el mundo de la diva. La «conexión» tiene que ver con las cosas en común que Ava va encontrando en Deborah a partir de conocer más su vida y de investigar su pasado profesional. Y es, en algún modo, una reflexión acerca de dos generaciones muy distintas de mujeres que se dan cuenta, finalmente, que pelean batallas bastante parecidas.

La serie es efectiva, graciosa y logra tornarse emotiva sin volverse sentimental, salpicando de buen humor sus momentos dramáticos gracias a un guión muy preciso y –como corresponde al tema que trata y los personajes que tiene– lleno de exquisitos diálogos. «Hacks«, la palabra que da título a la serie, es una referencia a las personas del espectáculo (especialmente se usa con guionistas) que hacen trabajos «a los hachazos«. Esto es: por encargo y dinero, sin ponerle mucho esfuerzo ni pasión. Refiere a Ava, pero también a Deborah, ya que la veterana comediante no parece haber renovado su repertorio en décadas ni tener demasiado interés en hacerlo mientras funcione más o menos bien.

Habrá que ver la capacidad de los creadores de la serie para encontrarle conflictos y posibilidades a una estructura que bien podría resolverse en el curso de una película. Y para eso lo central pasa por los otros personajes. Aquí parece haber varios que puedan hacerse cargo de líneas argumentales paralelas, desde el agente y su secretaria (la desopilante Rosie Abdoo) al dueño del hotel en el que Vance trabaja (el veterano Christopher McDonald) pasando por los simpáticos asistentes de la diva al un tanto más previsible (y convencionalmente dramático) conflicto entre la dama y su hija con problemas de adicción (Kaitlin Olson, de IT’S ALWAYS SUNNY IN PHILADELPHIA).

Y si bien la «narradora» es Ava, el protagonismo excluyente es de Smart, quien parece relamerse con las posibilidades que este personaje le da, una mujer caprichosa, graciosa, altiva y un tanto agresiva a la que la vida parece haberle jugado algunas malas pasadas. Vestuarios, maquillajes, peinados y una Las Vegas lujosa pero decadente a la vez hacen el resto para que HACKS funcione como una clásica comedia de personajes. Como sus protagonistas, un poco moderna y un poco antigua, un poco old fashioned y otro tanto millennial. Quizás, quién sabe, pueda llegar a interesar a los dos públicos a la vez.


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