Estrenos: crítica de «Mi novia de mentira», de David Freyne (TNT)

Estrenos: crítica de «Mi novia de mentira», de David Freyne (TNT)

En esta película ambientada en la Irlanda de 1995, una chica lesbiana y un chico gay fingen mantener una relación romántica para evitar que sus compañeros de escuela especulen sobre su sexualidad. La película se estrena el 28 de junio a las 22 por TNT.

Para los que atravesamos los años ’90, verlos reflejados en una pantalla como una época muy distinta a la actual en cuanto a comportamientos sociales puede parecer algo raro. Pero si uno lo recuerda con cierto detalle quizás se de cuenta que no es un error ni una exageración. En los 25 años que van entre lo que se cuenta aquí y la actualidad cambiaron muchas más cosas que las que uno en principio supone. Y quizás por haber sido gradual uno no lo ve tan fácilmente. Pensaba en eso mientras veía MI NOVIA DE MENTIRA (DATING AMBER), este drama irlandés que estrena hoy TNT con motivo del Día del Orgullo LGBTIQ. Una película que parece bastante inocente y hasta ñoña –quizás lo sea comparada, por ejemplo, con SEX EDUCATION, una serie con varios puntos en común–, pero que por detrás de esa historia simple y hasta convencional refleja claramente las diferencias entre esa época y la actual.

La trama parece propia de una comedia adolescente un tanto absurda, llena de equívocos y errores, pero en realidad no lo es tanto. Pese a su tono un poco sobrecargado y hasta caricaturizado, la película de David Freyne quizás hable de algo más serio de lo que parece. El disparador narrativo está ligado al pacto que hacen Eddie (Fionn O’Shea) y Amber (Lola Petticrew) de posar como pareja en la escuela –ambos cursan el último año de la secundaria en un pequeño pueblo irlandés un tanto campestre y bastante religioso– y así evitarse las burlas de otros compañeros que los molestan todo el tiempo llamándolos «marica» o «lesbiana», respectivamente.

De los dos, Eddie es el que la tiene más complicada. Con un padre militar, no solo no quiere que nadie se entere de su identidad sexual sino que ni siquiera lo termina de admitir del todo para con él mismo. En el caso de Amber es más simple: se sabe lesbiana, no duda de eso, pero prefiere evitar las habladurías de los compañeros de escuela y, también, problemas con su madre. MI NOVIA DE MENTIRA se centrará fundamentalmente en la amistad que se genera entre estos dos chicos, con los previsibles conflictos y problemas, mientras tratan de sostener una mentira para afuera y vivir una vida distinta en secreto. Ella, fundamentalmente, ya que él está aterrorizado de todo.

Si bien la película no se sale de los cánones predecibles y extiende quizás demasiado los esperables quiebres dramáticos, MI NOVIA DE MENTIRA funciona bien como retrato de una época en la que el bullying por este tipo de temas no solo existía (imagino que debe existir, aunque en menor medida, también hoy) sino que hasta era tolerado por las autoridades escolares que preferían mirar para otro lado. Y lo raro es que no transcurre en los ’50 sino a mediados de los ’90, con diálogos en los que se discute Oasis, Blur, shows musicales y películas de la época, pero en la que ciertos hábitos muy conservadores parecen no haber cambiado respecto a décadas anteriores.

Para Eddie y Amber ir de viaje a Dublin es una aventura reveladora –en muchos aspectos–, lo mismo que soñar con mudarse a Londres (ella quiere hacer un fanzine musical), pero cada vez que tienen que circular entre sus casas y su escuela, es como si el tiempo volviera atrás y las actitudes (especialmente la de él) cambiaran por completo. No sería una película elegida para celebrar este Día del Orgullo si, de algún modo u otro, eso no se resolviera o, al menos, girara hacia algún lado un tanto más esperanzador. Aún así, el camino para avanzar sigue siendo mucho, muchísimo. Y aún películas simples y efectivas como ésta pueden servir para recorrerlo.