Estrenos online: crítica de «The Amusement Park», de George A. Romero (Shudder)

Estrenos online: crítica de «The Amusement Park», de George A. Romero (Shudder)

Este inédito mediometraje de 1979, restaurado, narra las pesadillescas desventuras de un anciano en un parque de diversiones en el que, claramente, no es bienvenido.

Una restaurada curiosidad dirigida por el maestro George A. Romero allá por 1979, este mediometraje hecho por encargo para una asociación (la Lutheran Society) que intentaba dar un mensaje contra la discriminación para con los ancianos fue guardado en algún cajón entonces y restaurado/recuperado recién ahora, a más de medio siglo de su realización y a cuatro años de la muerte del director de LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES.

Los motivos de su «cajoneo» son evidentes al verlo. Se trata de un film molesto, incómodo, perturbador. Seguramente demasiado intenso y fuerte para lo que intentaban sus promotores. THE AMUSEMENT PARK, en esta versión, comienza y termina con un curioso mensaje a cámara en las que el actor que interpreta a su protagonista principal (Lincoln Maazel), habla acerca del tema de la película –básicamente «cuiden y ayuden a los adultos mayores»– y advierte al espectador sobre la intensidad de lo que está por ver.

El film no supera los 45 minutos en total y consiste en una situación específica. Un anciano (Maazel) se topa con otro –muy parecido a él pero claramente lastimado y perturbado– en una habitación blanca. El otro hombre le dice que no salga afuera, pero él lo hace igual. Y lo que hay allí es un parque de diversiones clásico, tal como existían en los años ’70, con todos los juegos y stands típicos. Pero pronto el hombre nota que hay muchas cosas que no puede hacer por la edad: determinados juegos no aceptan ancianos ni gente con problemas de salud.

Esto, que es relativamente normal en esos lugares, empieza a volverse cada vez más perverso. En el lugar lo empujan, lo marginan, no lo toman en cuenta cada vez que habla, opina, trata de ayudar o se ofrece como testigo. Y no es el único: otros ancianos están en la misma situación y, además, cosas similares les pasa a personas de bajos recursos económicos que no pueden pagar entradas o comidas. La experiencia se va volviendo cada vez más violenta y perturbadora: da la impresión que nadie le presta atención, lo persiguen, lo golpean, se lo sacan de encima. Y en una escena con una clásica vidente, una pareja de jóvenes puede también ver cómo serán tratados cuando tengan su edad.

THE AMUSEMENT PARK tiene un tono perturbador desde la puesta en escena, la fotografía y los ángulos de cámara propios de pesadillesca película de terror. Con el sonido desfasado y con muy pocos diálogos, la sensación que transmite el film es desesperante. No solo el lugar (el «sistema») está en contra suyo sino que las personas que están ahí hacen lo mismo: ninguno de los visitantes al parque de diversiones colabora con él, más bien lo patean como un elemento molesto.

La película no es sutil pero sí muy efectiva. Va directo al grano en su tema, usando el parque de diversiones como metáfora de la sociedad en general, y en algún sentido es excesivamente lineal en su idea. La vejez, la pobreza, la fragilidad física son una carga para los demás. Quizás un potencial error de la película sea poner más el acento en la violencia de las personas que las del sistema en sí, volviendo a THE AMUSEMENT PARK una feroz mirada hacia nosotros mismos. Esto, que puede resultar entre deprimente y hasta cruel, hoy resulta extrañamente adelantada a su tiempo, en función de algunas actitudes prevalentes durante la pandemia.

Romero logra construir una sensación de inquietud e incomodidad, típicas de su cine, que atraviesa todo el film. Es, seguramente, lo más interesante que la película tiene para ofrecer. El clima extrañado, perturbador, la sensación de laberinto sin salida, la angustia de seguir al protagonista viendo cómo su situación empeora cada minuto sin que nadie lo ayude. Al cerrar, con un nuevo mensaje a la audiencia, el actor vuelve sobre sus pasos y pide al espectador algo parecido a lo que dice una clásica canción de Pulp: «Help the aged/One time they were just like you