Cannes 2021: crítica de «A Radiant Girl», de Sabrine Kiberlain (Semana de la Crítica)
Una joven entusiasta y creativa, estudiante de teatro y de familia judía, vive su vida en la Francia de la Segunda Guerra sin imaginar que su futuro se presenta complicado. Con Rebecca Marder.
Una película engañosa en el cruce entre su tono aparentemente liviano y la densidad y el dramatismo que rodean a la situación que narra, el debut en la dirección de la actriz francesa propone una lectura que quizás no sea original pero es bastante interesante a la hora de tratar, lateralmente al menos, la persecución a los judíos en Francia durante la Segunda Guerra Mundial.
Irene (la luminosa e hiperactiva Rebecca Marder) es una joven actriz de 19 años que estudia teatro y está ensayando para un papel para una obra de Marivaux con sus compañeros. Al comenzar el film ni siquiera nos queda muy claro en qué época transcurre la historia, ya que el foco está puesto en la intimidad de los actores y sus ensayos y por el hecho en que Kiberlain y su equipo creativo han decidido darle a los protagonistas un look no muy ligado a la Segunda Guerra. No se trata de un experimento atemporal a lo TRANSIT, pero al menos hasta que «la cuestión judía» se vuelve el centro del relato, bien podría transcurrir en cualquier momento. Y quizás esa sea la intención.
Irene es una chica entusiasta, enamoradiza, llena de vida y humor, que se enamora fácilmente (un compañero de estudios primero, un oftalmólogo después) y tiene una energía fabulosa, envidiable. Bromea en su casa, con su hermano, ama el teatro y la actuación y el futuro se le presenta, sino brillante, al menos muy rico en posibilidades. Lo que no sabe –lo que ninguno sabe y de a poco comienzan a asimilar– es que los nazis en Francia ya están tomando medidas cada vez más duras y restrictivas para con los judíos. Y la familia de Irene lo es.
Kiberlain deja ese aspecto de la historia en segundo plano y recién bien entrada la película Irene empieza realmente a tomar conciencia de lo pesado que se va volviendo todo a su alrededor. La realizadora tampoco corta hacia la situación política general y la información sobre lo que está realmente pasando la obtenemos más que nada gracias al padre y a la rebelde abuela de Irene (un gran personaje) que van sintiendo en carne propia y luego dando a Irene y a su hermano las noticias ligadas a las restricciones, pero sin alarmarlos demasiado. Irene, metida en su mundo del teatro y el flirteo amoroso, no parece muy preocupada por lo que va pasando.
Lo interesante e inquietante de la película –que formalmente es clásica, amable y hasta liviana, considerando las circunstancias históricas en las que se desarrolla la historia– es cómo funciona allí el fuera de campo. Uno sabe lo que sucede, uno imagina cuál puede ser el futuro de estos personajes, pero A RADIANT GIRL lo deja casi todo el tiempo en la conciencia del espectador, sin subrayarlo y casi sin mostrarlo. Lo que uno ve es lo que el título dice: una chica radiante, feliz, inquieta, llena de vida, de amor y de pasión por el arte que se va a terminar dando cuenta que el mundo alrededor suyo está empezando a cambiar y a volverse irreconocible. Que su vida ya no será la que era y que, pronto, ya nada lo será.