Cannes 2021: crítica de «Libertad», de Clara Roquet (Semana de la Crítica)

Cannes 2021: crítica de «Libertad», de Clara Roquet (Semana de la Crítica)

por - cine, Críticas, Festivales
09 Jul, 2021 10:11 | Sin comentarios

Esta opera prima española se centra en la relación entre una tímida adolescente de familia económicamente acomodada y la más desprejuiciada hija de su empleada doméstica colombiana.

Tras el éxito de VERANO 1993 una serie de realizadoras españolas han apostado con fuerza a relatos del tipo coming of age, sean o no de época, sean o no autobiográficos, como lo era aquella película de Carla Simón. LIBERTAD trabaja en un universo similar –quizás más cercano al de LAS NIÑAS, de Pilar Palomero, otra reciente y premiada película de ese país– pero lo sitúa en la actualidad. Más precisamente en un verano en la Costa Brava en la que Nora, una chica de unos 15 años, descubre algunas cosas sobre el mundo y sobre ella misma.

Se trata de una adolescente tímida, responsable, que se ocupa de estar junto a su abuela y de pasar el tiempo tomando sol en el mar, en la playa o en la piscina de su bonita casa costera. Con ella están también su madre, su pequeña hermana y Rosana, la empleada colombiana que se ocupa un poco de todo pero, especialmente, de la salud de la abuela, que está mostrando claros signos de Alzheimer. Y la que, un poco por sorpresa, se aparece allí también es la tal Libertad, la hija de Rosana, una adolescente de igual edad que Nora pero con una vida, experiencia y personalidad muy distintas.

Lo que va a contar el film es la relación entre ambas. Empieza mal, muy mal. Pese a lo aparentemente paradisíaco del lugar, a Libertad no le gusta nada estar allí y extraña su país, su gente, su mundo. Y a Nora –que mira con curiosidad a esta adolescente morena y mucho menos aniñada en sus comportamientos que ella– directamente la ignora, como si no estuviera ahí. Si bien Nora se siente atraída por algunos chicos más grandes del pueblo, su apocada personalidad –y las prohibiciones de su excesivamente severa y protectora madre– la mantienen alejada del pueblo, de las salidas, la noche y los bares.

Un día, Libertad se harta de la apacible costa española y decide escaparse, volverse a su país, o con eso amenaza. Nora consigue frenarla, ambas terminan yendo al pueblo y, un poco a la fuerza, Libertad termina llevando a Nora a bares, encara a chicos con naturalidad y comienza a funcionar allí una suerte de amistad que, tarde o temprano, se verá alterada y complicada por las diferencias sociales, los roles de una y otra y hasta con las formas de relacionarse con el afuera.

Conocer a Libertad es, para la protagonista, una puerta a un mundo que casi no conoce. No solo el de las salidas y los chicos –la película no habilita a pensar en un enamoramiento con ella pero bien podría considerarse como una posibilidad– sino el de una clase social y un tipo de experiencia muy diferente a la suya. Es reconocer un privilegio y, a la vez, ver lo complicado que es intentar salir de él, cruzarlo.

En paralelo, la vida familiar de Nora involucra también a Rosana y a su hija ya que la abuela está cada vez más frágil. Controlada por todos para que no se escape o tenga accidentes, la anciana termina casi teniendo una conexión con Libertad, que se siente igualmente prisionera, aunque con otro tipo de límites. La relación de Nora con su madre y (eventualmente) su padre es también un motivo de ansiedad para la chica.

La relación entre las dos muy distintas chicas es el centro de la película. Y si bien María Morera logra transmitir muy bien la confusión y las inseguridades de Nora, la que se luce realmente es Nicolle García, cuya Libertad es tan real como creíble. La actriz no intenta que el personaje le caiga simpático a nadie (ni siquiera a la audiencia), pero de todas maneras logra transmitir mucha verdad en cada uno de sus actos, especialmente en sus modismos del habla.

Guionista de PETRA, de Jaime Rosales, Roquet debuta en el largo con una película sólida, respetuosa de los tiempos y vaivenes emocionales de sus protagonistas. No es un film que busque atrapar al espectador a partir de grandes escenas dramáticas o momentos de suspenso sino entendiendo la lógica que complica a cada paso esa relación que sí, es de amistad, pero no deja nunca de ser de «patrón-empleado». Quizás sin la exuberante destreza para la composición visual de Lucrecia Martel, hay algo del mundo de LA CIENAGA en LIBERTAD, especialmente en las miradas y fricciones entre adolescentes (y también adultos) de distintas clases sociales que habitan espacios similares pero que no tienen el mismo poder a la hora de las decisiones que se toman. Y eso, más que ninguna otra cosa, es el eje de esta inteligente y sutil película española.