Estrenos online: crítica de «Jolt», de Tanya Wexler (Amazon Prime Video)
En este violento relato de acción, una chica con un síndrome que la lleva a tener violentos ataques de furia sale en busca de quienes mataron a su pareja. Con Kate Beckinsale, Bobby Cannavale, Laverne Cox, Jai Courtney, Stanley Tucci y Susan Sarandon.
Un jolt es algo así como «sacudida». Y es exactamente lo que necesita Lindy para no enloquecer, volverse agresiva, violenta, casi asesina. No se trata –al menos, no por ahora– de una historia de superhéroes. Lindy es una niña que nació con una condición llamada «trastorno explosivo intermitente» (sí, existe realmente) que la lleva a tener ataques de furia y descontrolada violencia ante situaciones que la molestan, perturban o que considera injustas. Ningún tratamiento parece haber funcionado a lo largo de su vida y ha llegado a la adultez casi como una «rata de laboratorio», alguien con la quien han probado de todo y hoy es un experimento humano.
En este film híperviolento y gracioso, casi una novela gráfica filmada –la puesta en escena, el diseño de producción, la fotografía, todo remite al cómic–, Kate Beckinsale encarna a la Lindy ya adulta, ex guardia de seguridad y que ahora parece haber encontrado una solución a su problema. Gracias al trabajo experimental de un psiquiatra (Stanley Tucci), la chica está conectada a una serie de descargas eléctricas que recibe en todo el cuerpo. Y lo único que tiene que hacer es apretar un botón que lleva en la palma de la mano y esa «sacudida» es la que la frena en seco, la que evita que explote en un ataque de furia.
En un universo que evidencia su condición de set de filmación –la ciudad, las calles, los departamentos, oficinas y edificios son de un minimalismo que parece pintado…o creado digitalmente–, JOLT va a centrarse en lo que le pasa a Lindy cuando, tras un par de encantadoras citas románticas con Justin, un simpático contador (Jai Courtney), que parece hacerle encontrar esa inalcanzable calma, se topa con la sorprendente noticia de que el tipo ha sido asesinado. Y como la policía local (Bobby Cannavale y Laverne Cox, en una simpática dupla que se lleva pésimo) parece ponerle más complicaciones que ayudarla, Lindy decide tomar el asunto por sus propias manos.
Esto, claro, implica dejar de lado el «pulsador» con el que se autocontrola y empezar a recorrer la ciudad investigando qué pasó con el tal Justin. Más que investigar, lo que hace es moler a palos a medio mundo. Parece que sus arranques de furia son de tal potencia que todos caen como moscas a su alrededor, no importa si son especialistas en seguridad, luchadores callejeros o mafiosos. Pero la película se hace cargo de su propio absurdo –Lindy y los espectadores muchas veces visualizamos antes lo que puede pasar pero no sabemos si pasará o no– y avanza como un colorido videojuego en tonos neón que asume su condición de tal.
El otro gran secreto de JOLT para funcionar mejor de lo esperado es que no se toma en serio casi nunca. Beckinsale, con su tono tan british, funciona muy bien como un personaje ácido, áspero pero también muy gracioso, que resuelve con buenas salidas irónicas muchas de las situaciones bastante ridículas en las que se va enredando. La directora de HYSTERIA –que era una película sobre los inventores del vibrador, en lo que ya evidentemente es un tema eléctrico en la carrera de la realizadora– aprovecha para hacer muchas bromas sobre sexo, genitales y otras situaciones en las que recibir algún alto impulso en voltios no es fácilmente tolerable.
La película funciona bien, avanza a alta velocidad y es bastante más creativa visualmente e inteligente en sus diálogos que muchas otras que cuentan con presupuestos muchísimos más grandes y tienen mucha más promoción. Hay también apariciones breves (como la de Susan Sarandon) que abren las puertas a una potencial transformación de JOLT en una saga de secuelas y secuelas, una suerte de JOHN WICK femenino. Pero eso será más adelante. Por ahora está la primera película, que es bastante más creativa de lo que parece en un principio. Y que si bien no revolucionará nada en el género, tiene más electricidad –literal y narrativa– que muchas que provienen de más promocionados multiversos.