Estrenos online: crítica de «The One I Love», de Charlie McDowell (MUBI)
Una pareja en crisis decide ir a pasar unos días a una casa de campo por recomendación de un psicólogo y se encuentran con algo más extraño que lo que esperaban. Con Elisabeth Moss y Mark Duplass.
De los productos norteamericanos provenientes de Sundance, éste aparenta en principio ser uno de los más standard –convencionales, previsibles–, pero termina siendo todo lo contrario. No es la primera vez que cineastas y actores conectados con el mumblecore intentan acercarse al género (algo hizo Aaron Katz en COLD WEATHER, varias veces lo intentó Joe Swanberg y Mark Duplass, coprotagonista de esta película, probó suerte en su propia BAGHEAD, codirigida con su hermano Jay), pero esta película se aleja bastante de esos parámetros también.
El propio Mark Duplass y Elisabeth Moss son una pareja en crisis que, debido a la recomendación de un psicólogo (un siempre efectivo Ted Danson), decide ir a pasar unos días a una casa de campo en la que, supuestamente, podrán empezar a resolver sus problemas. Pero la casa en cuestión no es sólo un lugar de descanso, paseos, diversión y sexo, sino que termina siendo algo un tanto más extraño. No conviene adelantar mucho aquí, pero en la casa de huéspedes del lugar habitan otras personas que llevan toda la situación a un terreno, si se quiere, metafísico, entre el juego perverso y la situación directamente fantástica.
En lo temático, el choque entre la pareja y esos otros que viven allí funciona como catalizador de los problemas previos existentes entre ambos, claro, pero la debilidad del film es que nunca termina de ser del todo creíble ese forzado sistema terapéutico/metafísico en el que se meten, volviendo a la película –estrenada originalmente en 2014, cuando Moss no era todavía la estrella que es hoy– una tanto reiterativa y forzada en su desarrollo dramático, especialmente en su última parte.
De todos modos, hay planteos que el filme hace que resultan interesantes, en especial los ligados a los conflictos que surgen entre las parejas una vez que terminó la «idealización» inicial y la realidad cotidiana con sus miserias y problemas se vuelve omnipresente y agobiante. Y los actores, a su vez, son irreprochables. Lástima que el director McDowell no supo resolver del todo bien dramática ni visualmente los intrigantes planteos que su guión genera.