Estrenos online: crítica de «Val», de Leo Scott y Ting Poo (Amazon Prime Video)
En este documental, armado en base a grabaciones que el propio actor hizo a lo largo de varias décadas, se cuenta la historia de Val Kilmer, una gran estrella de los ’80 y ’90 que hoy atraviesa una etapa muy distinta de su vida. Disponible en Amazon Prime.
Para los miembros de cierta generación –en la que me incluyo–, Val Kilmer es una de esas estrellas que tuvieron su momento de fama y esplendor, pero que acaso no lograron mantenerse a lo largo del tiempo. Por cada Tom Cruise, Robert Downey Jr. o Sean Penn –por citar a actores de similar edad que aparecen aquí– hay muchos otros que fueron perdiendo su lugar en Hollywood con el paso de los años. Algunos, como Nicolas Cage, lo han recuperado de una manera un tanto extraña. Otros –acá verán a muchos, algunos muy famosos y otros no tanto, de Kevin Bacon a Anthony Edwards– han ido recorriendo distintos caminos: haciendo cada vez menos películas (o más olvidables), abandonando un poco la profesión, lidiando con problemas personales o dedicándose a otras cosas y alejados de los reflectores que tuvieron encima durante un buen tiempo.
Debido a motivos que la película irá explorando, Kilmer es dueño de una historia particular. En VAL, un documental que pasó por el Festival de Cannes y estrena Amazon Prime, va quedando más o menos clara la vida de un chico creativo y talentoso de California que empezó a estudiar teatro en Nueva York (en su momento fue, dice, el más joven en ingresar a la prestigiosa Juilliard School, a los 17 años) y que, cuando parecía ir encaminando su carrera por ese lado, recibió el llamado de Hollywood, partió hacia allí y todo cambió de golpe. Se hizo famoso con películas que no necesariamente respondían a sus gustos y deseos (como ¡SUPER SECRETO! y TOP GUN) y la celebridad terminó resultándole un arma de doble filo, llevándolo a dejar de lado sus intereses actorales más personales para terminar con un traje de Batman que casi no lo dejaba moverse al actuar.
Armado a partir de grabaciones que él hizo a lo largo de su vida (el tipo registraba todo casi compulsivamente aún en años en los que no era muy usual hacerlo) y bastante material nuevo filmado para el documental, VAL parte de una actualidad difícil: Kilmer es un sobreviviente de cáncer de garganta y ha perdido buena parte de su voz por un tratamiento que lo lleva a hablar mediante un tubo de traqueotomía. Eso, que también le impide en buena medida actuar, no le ha quitado ni ánimos ni fuerza de voluntad ni la posibilidad de abrirse a otros recorridos artísticos. Y lo que se puede ver en el documental, además de lo que él fue grabando en sets de filmación, es su vida actual. Y el que narra la película es su hijo Jack, pero usando la primera persona de Val.
El documental, dirigido por Scott y Poo, se arma a partir de revisar, seleccionar y organizar los cientos de horas de grabaciones que Kilmer hizo a lo largo de su vida, además de algunas filmaciones familiares previas. En ellas se relatará la historia familiar –con sus vivencias, placeres y sus dolorosas pérdidas–, su historia de amor con Joanna Whalley y el nacimiento de sus hijos, en paralelo a su desarrollo y conflictos como actor. VAL puede seguir una trayectoria narrativa convencional, pero al contar con material propio para ejemplificarlo, la película se vuelve muy distinta a un documental común.
No esperen grandes revelaciones de esos «detrás de cámaras» más allá de una serie de anécdotas con celebridades, peleas con directores, audiciones hechas por su cuenta (la que hace para un film de Martin Scorsese es increíble y hubo otra, para otro director, que le funcionó muy bien), además de algunas fiestas e intimidades casuales de camarín. Salvo por una tensa situación con el director John Frankenheimer en el set de LA ISLA DEL DR. MOREAU, en general hay más revelaciones en lo que Kilmer dice que en lo que muestra. Y allí aparece su fama como perfeccionista, como un actor con el que es difícil trabajar y un tipo un tanto inestable emocionalmente. El, por lo general, justifica sus acciones y las relaciona a su interés por hacer las cosas bien y en serio, algo que no siempre sucede en Hollywood. Y tomando en cuenta que esta es su película y su punto de vista, no verán a muchos opinando lo contrario.
No contaré algunas de las anécdotas o comentarios de Kilmer acerca de su década y algo de fama, pero hay menciones no muy amables para con su BATMAN ETERNAMENTE, la citada ISLA DEL DR. MOREAU y otras películas menos conocidas que hizo en su vida. Respecto a sus éxitos, tiene palabras de elogio para Tony Scott (más allá de su desinterés por el producto TOP GUN), habla mucho de su personificación de Jim Morrison en THE DOORS pero casi ni menciona a Oliver Stone, y el único combo director/película que festeja sin reparos es Michael Mann y FUEGO CONTRA FUEGO. Ah, también ocupa un lugar importante en su vida el western TOMBSTONE.
De a poco irán apareciendo otras cuestiones: deudas, divorcios, proyectos personales inconclusos, fracasos comerciales, compras y ventas de casas, su estilo de vida hippie chic y su relación con sus hijos. Pero quizás lo más fuerte –y emotivo– esté ligado a verlo hoy. No tanto por el tema de su voz –que impresiona al principio, pero no más que eso, especialmente cuando él confirma que su estado de salud es bueno– sino también por cómo el documental va mostrando cierta crueldad de la industria con respecto a sus actores. Más allá de lo difícil que pueda o no ser Kilmer trabajando, se trata de un muy buen actor al que casi no parecen haberle dado buenas oportunidades (fuera de cierto cine «clase B») hace casi dos décadas.
En un momento se ve a Kilmer yendo a convenciones de fans tipo Comic-Con y cobrando dinero por firmar pósters y sacarse fotos aún estando mal de salud (hay un momento muy fuerte en ese sentido). Y si bien él lo lleva con enorme dignidad, es inevitable pensar en la complicada relación entre actores, industria, público y fama, especialmente en lo que puede afectar psicológicamente a personas que, en apenas unos años, pasaron de las alfombras rojas glamorosas a situaciones un tanto más difíciles. De todos modos, con su narración honesta y –más allá de algunos momentos– desprovista de sensiblería, Kilmer es muy realista con la situación que le ha tocado y le sigue tocando vivir. Da la impresión que ha logrado acomodarse a su nueva vida de una manera relativamente sana. Y hacer esta película, acaso, sea una manera personal de lidiar con toda las idas y vueltas de su complicada historia.