Estrenos online: crítica de «9/11: Inside the President’s War Room», de Adam Wishart (Apple TV+)
Este documental que se estrena a 20 años del atentado a las Torres Gemelas se centra en la actividad del presidente George W. Bush y su equipo unas horas antes, durante y poco después del hecho.
Con motivo de cumplirse, el próximo 11 de septiembre, el vigésimo aniversario del atentado a las Torres Gemelas se están estrenando una larga serie de documentales y especiales sobre ese terrible hecho. Acaso el más interesante –e inquietante– de todos ellos sea 9/11: INSIDE THE PRESIDENT’S WAR ROOM, una coproducción entre la BBC y Apple TV+ que tiene un eje muy concreto: seguir los pasos del entonces presidente George W. Bush y su equipo durante las horas en las que se produjeron los hechos.
A lo largo del film, Wishart va entrevistando a las personas que estuvieron junto a Bush a lo largo de ese fatídico día en el que amanecieron tranquilamente en Florida con el plan de visitar una escuela y, con el correr de las horas, se vieron enfrentados al mayor ataque de la historia a civiles en territorio estadounidense. Es así que se ven los rostros y se escuchan las voces de los involucrados mientras dan testimonio de lo que fue pasando, comenzando por la extraña (y curiosamente célebre) imagen del presidente escuchando un cuento en la escuela en cuestión mientras un avión impactaba una de las torres. Los testimonios aquí presentados tratarán de explicar y aclarar qué los llevó a seguir durante un tiempo en ese acto mientras el caos reinaba.
La seguridad del presidente empezó a ser crucial de ahí en adelante por lo que la acción se dividirá en dos ejes. Por un lado, los esfuerzos de Bush y su equipo por entender qué es lo que estaba pasando, quiénes podrían estar detrás de eso y hasta dónde podían continuar los ataques ya que, en el momento en que sucedió, con miles de aviones surcando los aires, no se sabía los límites ni la cantidad posible de atentados. Con las comunicaciones dificultadas por estar muchas veces volando en el avión presidencial con mala señal, todos los hombres del presidente tenían también que velar por la seguridad del mandatario.
A lo largo del film se irán contando decisiones que tuvieron que ver con cuándo y cómo «frenar» algunos vuelos que podrían estar ya secuestrados (el film le dedica un tenso momento al caso del United 93, cuyo ataque fue frenado por los propios pasajeros en un gesto de sacrificado arrojo) o que circulaban de un modo peligroso o errático por zonas de máxima seguridad o grandes ciudades. A la vez, los movimientos del propio avión presidencial –que llevaba, además, periodistas a bordo– comenzaron a ser cuidadosamente escrutados ya que se empezó a tener la sospecha que quizás alguien ahí adentro podría estar complotado con los terroristas. Todo esto en medio de una noticia tras otra que el equipo iba recibiendo respecto a las torres cayendo, el ataque al Pentágono y así.
Si bien el documental prácticamente no analiza lo que sucedió después de los hechos –muchos de los entrevistados, como Karl Rowe, Condoleezza Rice, Colin Powell o Dick Cheney, terminarían involucrados en la toma de más que discutibles decisiones posteriores–, INSIDE THE PRESIDENT’S WAR ROOM logra crear un creíble escenario casi apocalíptico de parte de un equipo presidencial que se pasó la mayor parte del tiempo metido adentro de un avión dando vueltas por los Estados Unidos sin saber su destino final. De hecho, algunas limitaciones técnicas a bordo resultarán sorpresivas para los que, cinematográficamente, suponemos que a determinado nivel de poder ese tipo de problemas no deberían existir.
Anécdotas y tragedias personales conducen también el relato, como la de una mujer que murió en el atentado al Pentágono que era la esposa de un miembro del equipo o la del otro al que le dieron unas pastillas para prevenir algún ataque con anthrax y se las tomó todas juntas, entre muchas otras. Pero lo que Wishart logra es dar un paneo íntimo de esa situación de extremo nervio e intensidad que culminaría con la decisión de Bush de declarar la llamada «guerra contra el terror» y poner en igual pie de culpabilidad a los terroristas y a los países que los alojaron. Las consecuencias de todo lo que pasó a partir de allí se siguen sintiendo hasta el día de hoy y no solo en Kabul.