Estrenos online: crítica de «La mujer del espía», de Kiyoshi Kurosawa (MUBI)

Estrenos online: crítica de «La mujer del espía», de Kiyoshi Kurosawa (MUBI)

Este film de suspenso se centra en las difíciles situaciones que atraviesa la esposa de un empresario que es sospechado de espiar en contra de Japón en los inicios de la Segunda Guerra Mundial. Premiado en Venecia 2020, se estrena en MUBI.

Si bien el japonés Kiyoshi Kurosawa ha hecho films de todos los géneros posibles desde que comenzó su carrera hace más de tres décadas en las profundidades de la industria del cine nipón haciendo películas de softcore (las llamadas «pinku eiga»), hasta WIFE OF A SPY (LA MUJER DEL ESPIA) nunca había hecho un film de época. Y quizás ninguno tan clásico en sus formas como lo es este drama de espionaje que transcurre al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Si bien en los detalles y en las maneras en las que el realizador de CURE logra circunvalar algunas de las convenciones del cine de espías uno puede notar la impronta de un realizador usualmente más idiosincrático en su acercamiento a los géneros, su película –que estrena MUBI en varios países– funciona a grandes rasgos como un relato clásico.

Todo se inicia en 1940 con la detención de un comerciante inglés y la subsiguiente visita de un militar, Taiji (Masahiro Higashide), a las oficinas de Yusaku (Issey Takahashi), un exitoso empresario de Kobe. Japón está entrando en un clima bélico y nacionalista por lo que Taiji sospecha que Yusaku puede estar involucrado en algún asunto de espionaje, especialmente por algunas de sus transacciones comerciales y sus gustos por los productos occidentales. Pero no presiona demasiado quizás por falta de pruebas o, más probablemente, porque la mujer del empresario en cuestión es Satoko (Yû Aoi), una amiga suya de la infancia que es actriz y de la que, descubriremos poco después, el hombre sigue enamorado.

En su inicio un tanto moroso, LA MUJER DEL ESPIA –que fue premiado con el León de Plata a mejor director en el Festival de Venecia 2020– irá describiendo la vida de Yusaku y Satoko, las películas que filman, las proyecciones privadas en las que las muestran, un misterioso viaje de él a Manchuria y ciertos galanteos de parte del militar con la dama. Y como Yusaku tarda en regresar a su casa, Taiji empieza a sembrar en Satoko la idea de que su marido no solo es un espía sino que también tiene un romance con otra mujer. ¿Hay algo de cierto en esto o el hombre está queriendo «llevar agua para su molino» por motivos más personales?

A partir de la media hora –y del tardío regreso de Yusaku a Japón–, la película meterá una marcha dramática más ya que el triángulo amoroso, político y de espionaje se irá enredando con nuevas revelaciones que irán sumando complicaciones a la trama. Fundamentalmente, y para resumir, digamos que a Satoko le tocará en cierto modo elegir entre confiar en su marido –quien sospecha de los giros políticos de Japón y puede tener algunas turbias evidencias de actos criminales del gobierno– o ponerse al servicio de su país, como le pide Taiji.

El segundo acto del film será el mejor de todos, ya que el guión empieza a dar a conocer algunos secretos políticos internacionales y eso permite que los protagonistas revelen más y más capas. O eso, al menos, es lo que uno cree. Satoko, especialmente, que hasta ese entonces parece fácilmente manipulable y hasta víctima de las decisiones de los demás, demuestra una capacidad para la acción y para el engaño impensables. Pero es un talento que se ve siempre limitado –o atravesado– por su situación sentimental. Y los dos hombres en su vida nunca tienen del todo claro para qué lado ella está jugando. Y viceversa.

De a poco Kurosawa va haciendo ingresar a la trama –escrita nada menos que por el también realizador Ryüsuke Hamaguchi, junto a Tadashi Nohara y el propio director– algunos elementos más extravagantes e inesperados. La actriz tiene unos rollos de películas filmadas por ella y el cine, de algún modo, jugará un rol importante en las posteriores derivaciones de la historia. Y eso coexistirá con una persecución curiosamente filmada en la que el espectador pocas veces tiene en claro cuánto tiene de verdadera y cuánto de paranoia.

Con elementos que traen a la mente las películas de Fritz Lang o hasta Alfred Hitchcock sobre temas similares, LA MUJER DEL ESPIA también abreva en referencias más propias del cine de clase B, especialmente en función de las aparentes limitaciones presupuestarias que tiene la película, que casi nunca se aleja de los personajes principales y los ambientes cerrados o limitados en lo que respecta a la reconstrucción de época, salvo una muy evidente excepción en la que el realizador de TOKYO SONATA se permite algún lujo estético más tradicionalmente elegante.

Se trata de una película que en principio parece medida y ajustada pero que, de a poco, va revelando zonas más ambiguas y extravagantes, tanto en relación al comportamiento de los personajes como a decisiones de puesta en escena, algo que queda aún más en evidencia en los minutos finales del film, que transcurren unos años después de la acción principal y traen a la mente otros eventos ligados a esa guerra. La película va de la intriga medida y las educadas sospechas a la persecución, los engaños y las torturas para llegar, finalmente, a la manera en la que ya sabemos que concluyó la guerra en Japón. Y ese viaje dramático que va de la cortesía al terror es también un viaje formal y otro, emocional, de la protagonista.