Festival de Toronto: crítica de «Lingui – The Sacred Bonds», de Mahamat-Saleh Haroun (Special Presentations)
Esta película de Chad se centra en una madre soltera cuya hija adolescente queda embarazada y decide abortar, algo prohibido en ese país tanto por las leyes como por la religión.
Simple, directa, bastante efectiva y con ese aroma a fábula o a cuento popular que tienen muchas películas de esta región de Africa, LINGUI funciona de todos modos a partir de temas y formatos narrativos muy clásicos y usados en el cine comercial, solo que en un universo –una aldea de Chad– muy pero muy diferente. Pese a ese tono y formato se trata de una película muy contemporánea que lidia con asuntos que son casi de la actualidad periodística.
La historia tiene como eje la relación entre una madre y su hija adolescente que ha quedado embarazada y quiere abortar, algo prohibido allí tanto legal como religiosamente. Amina, la madre (Achouackh Abakar Soulymane), ha sufrido por algunas decisiones del pasado que la han marginado en la mirada de algunos miembros de la aldea (fue madre soltera) y su hija María (Rihane Khalil-Alio) no quiere que eso le suceda a ella y prefiere abortar, aún con las potenciales consecuencias de esa decisión. Pero pese a que intenta ocultar su embarazo en la escuela se enteran y la echan.
Se trata de una película que tiene casi el derrotero de un western, con Amina buscando encontrar ayuda para resolver la complicada situación de su hija. Y allí es donde ese término que da título al film cobra peso: «lingui» hace referencia a los lazos solidarios que existen en esos pueblos, la sensación comunitaria de que tienen que ayudarse entre todos a resolver los problemas ya que ningún otro–menos aún los líderes políticos y/o los religiosos– lo hará.
Empezarán a aparecer opciones para abortar, pero todas están fuera de las posibilidades económicas de Amina –que trabaja duramente pero no le alcanza– y van revelando también la hipocresía de buena parte de la comunidad, especialmente la masculina. Es que ante una situación así, la solidaridad empieza a mostrar sus limitaciones y al final la única que funciona es una que podríamos definir como sororidad. Para Amina y María la única posibilidad de salir de su complicada situación es gracias a la ayuda de otras mujeres.
Pero eso tampoco es fácil y el guión de LINGUI irá llevando a Amina y a su hija a atravesar una serie de dificultades y tener que tomar arriesgadas decisiones. Sin dejar nunca su tono narrativo medido, Mahamat-Saleh Haroun (DARATT, A SCREAMING MAN) va entrelazando una trama que tiene hasta elementos de película de suspenso sin perder jamás de vista su lado más político, casi de denuncia social. Una película breve, pequeña y valiosa.