Series: reseña de «Only Murders in the Building – Episodios 1-3», de Steve Martin y John Hoffman (Star+)
Esta comedia de misterio sigue a tres fanáticos de podcasts de crímenes verdaderos que se involucran en la investigación de un asesinato que pudo haber tenido lugar en el lujoso edificio neoyorquino en el que viven. Con Steve Martin, Martin Short y Selena Gómez.
Una de misterio de la vieja escuela, con algún toque de modernidad aquí y allá, ONLY MURDERS IN THE BUILDING es una serie que se ubica en una línea similar a la del film ENTRE NAVAJAS Y SECRETOS (KNIVES OUT), de Rian Johnson, esa que consiste en reunir a una serie de personajes en un lugar físico más o menos concreto y, al mejor estilo Agatha Christie, tratar de dilucidar eso que todos imaginamos: ¿quién es el asesino? El tiempo pasa, sí, pero algunas ideas se mantienen vivas. ¿Será el mayordomo?
La originalidad, si se quiere, de esta simpática propuesta protagonizada por Steve Martin, Martin Short y Selena Gómez, es que usa como modelo los podcast de «crímenes verdaderos» que se han vuelto muy populares en los últimos años. En buena parte del mundo –pero, especialmente, en los Estados Unidos–, el «true crime» es una obsesión para gente que no solo se dedica a escuchar –o a hacer– este tipo de programas sino que se involucran en investigaciones concretas de casos reales. La serie documental de HBO, EL ASESINO SIN ROSTRO (I’LL BE GONE IN THE DARK), o LA DESAPARICION EN EL HOTEL CECIL, de Netflix, pintan muy bien este tipo de personajes, usualmente solitarios, obsesionados por encontrar pistas de crímenes célebres jamás resueltos. La mayor parte de las veces, lo hacen online. Otras, involucrándose ellos mismos en las investigaciones.
ONLY MURDERS… «aprovecha» la limitación pandémica y filma casi todo en un solo escenario (o en un set) y con una cantidad limitada de actores, como lo vienen haciendo varias series y películas. Es la historia de tres fanáticos de un podcast de crímenes reales que deciden, cuando hay un asesinato en el edificio en el que viven, investigar por su cuenta el caso y a la vez producir un podcast ellos mismos sobre lo que van encontrando en su búsqueda. Con un tono de humor por momentos muy logrado gracias a la química entre los dos comediantes, que vienen trabajando juntos hace ya varios años, la serie creada por el propio Martin junto al guionista de la serie GRACE AND FRANKIE (que también se apoya en la química de dos intérpretes célebres y «de la vieja guardia») utiliza la excusa de un asesinato misterioso para explorar no solo el caso sino para ir conociendo más y mejor a los protagonistas.
Todo sucede en el ficticio edificio Alcornia, ubicado en el Upper West Side de Manhattan (los exteriores están filmados en el Belnord, que es real), un clásico y elegante edificio neoyorquino de la zona cuyos departamentos cuestan ahora millones. Allí viven Charles Haden Savage (Martin), un actor que tuvo éxito en los ’90 como protagonista de una serie policial televisiva; Oliver Putnam (Martin Short), un director teatral con muchos éxitos en Broadway también hace ya tiempo y la joven Mabel Mora (Gómez), quien está renovando el departamento que es propiedad de una tía suya. No se conocen entre sí –es un edificio inmenso–, pero justo se chocan en el ascensor con un tal Tim Kono quien, un rato después, aparece muerto en su piso. La policía tiene en claro que es un suicidio, pero ellos sospechan que algo raro pasó ahí.
Como los tres se descubren fans del mismo podcast de crímenes, deciden encarar uno propio. Esto es: investigar el caso por su cuenta y a la vez producir un programa con sus «descubrimientos». Eso va ir dando paso al costado más Agatha Christie de la serie, en la que vamos conociendo distintas personas en el edificio que pueden o no haber estado involucradas en la muerte del tal Kono quien, al parecer, era un tipo muy odiado allí. Pero la serie se sostiene, además, por lo que vamos sabiendo acerca de los tres protagonistas, que no dicen toda la verdad acerca de ellos mismos, algo que la serie va revelando, a cuentagotas, de episodio en episodio.
A juzgar por los tres que ya se exhibieron, ONLY MURDERS… funciona muy bien gracias a la química de la dupla de veteranos a quien la más joven actriz/cantante les sirve como testigo y partenaire de sus pasos cómicos. Hay algo decididamente old fashioned en toda la propuesta: el tema, las actuaciones, el humor, el excelente diseño de producción, ese ambiente de ricachones de Manhattan que parece detenido en el tiempo en los años ’50 o ’60. Pero los creadores logran colar toques (y no solo lo del podcast) que van dejando entrever la contemporaneidad de la propuesta, especialmente cuando vamos conociendo más y más de las vidas de los protagonistas.
La serie no se toma muy en serio a sí misma (tiene a Sting, en un rol secundario, haciendo de sí mismo como otro sospechoso vecino del edificio) pero a la vez va colando, de a poco, escenas y personajes del pasado que hacen imaginar situaciones más densas, graves y difíciles en las vidas de los protagonistas. Y su inteligencia está en jugar el juego del «¿quién es el asesino?» para entretener al espectador (y a los protagonistas) cuando en realidad está contando otra historia, la de tres personajes solitarios y en problemas que se conectan para combatir sus respectivas soledades y problemas.
A muchos cinéfilos les recordará a películas como MANHATTAN MURDER MYSTERY, de Woody Allen, o DOS PICAROS SINVERGUENZAS (DIRTY ROTTEN SCOUNDRELS) que también tenía al gran Steve Martin en un rol protagónico. Es ése –además, claro, de las incontables adaptaciones de novelas de misterio británicas– el linaje que presenta de entrada esta serie. Si bien todavía falta para bastante llegar al final de su temporada, da la impresión también que el thriller de misterio es un engaño más de la trama y que, en realidad, lo que les interesa contar a los creadores de ONLY MURDERS IN THE BUILDING es otra cosa. ¿Qué? Ya se verá. Pero tengo mis sospechas…