Series: reseña de «Invasión», de  Simon Kinberg y David Weil (Apple TV+)

Series: reseña de «Invasión», de Simon Kinberg y David Weil (Apple TV+)

Esta serie de ciencia ficción sigue cinco historias paralelas en distintas partes del mundo mientras tienen lugar extraños eventos que preceden lo que parece ser una invasión extraterrestre. Con Shamier Anderson, Golshifteh Farahani, Billy Barratt, Shiori Kutsuna y Sam Neill.

Unas semanas después del estreno de FUNDACION, la serie basada en la novela de Isaac Asimov (que fue renovada para una segunda temporada, lo que hace suponer que funcionó más o menos bien en la plataforma), Apple TV estrena otra saga de ciencia ficción: INVASION. Pese a su muy genérico título, no se trata de una adaptación de ningún material previo ni de una remake de otra película ni serie sino, en cierto modo, de una idea original. Digo «en cierto modo» porque no es que se trate de una propuesta demasiado original sino una que sigue, con sus similitudes y diferencias, un modelo bastante reiterado en el género solo que combinado de una forma un tanto diferente.

INVASION, cuyos tres primeros episodios se estrenan el viernes 22 de octubre en la plataforma, toma como eje una serie de extraños acontecimientos que empiezan a suceder en distintos lugares de la Tierra, hechos que hacen suponer que estamos en presencia de lo que dice o hace pensar el título: una invasión extraterrestre. Pero pasará mucho tiempo para que alguien diga algo así como «no estamos solos en el universo». A lo largo de varios, demasiados episodios, la serie creada por Kinberg (guionista de SHERLOCK HOLMES y de varios films de X-MEN) y Weil optará por el misterio, la expectativa y los extraños accidentes que van dando a pensar que algo raro está pasando.

Pero no solo eso. El esquema narrativo de la serie está dividido en cinco partes distintas. Esto es: INVASION cuenta cómo los acontecimientos afectan a personas ubicadas en cinco lugares diferentes del planeta. Por un lado tenemos a los Malik, una familia estadounidense de origen iraní que debe huir de su casa cuando varias explosiones destruyen su barrio. No solo eso sino que los vecinos los empiezan a mirar sospechosamente a ellos como potenciales responsables. La familia tiene otro conflicto además, ya que Aneesha (Golshifteh Farahani) descubre que su marido, Ahmed (Firas Nassar), la engaña con otra mujer justo antes de tener que huir todos juntos.

Una segunda historia transcurre en Japón. Lo que vemos allí es a una astronauta que es enviada al espacio y que, en un momento, pierde contacto con la base tras una misteriosa explosión en la que, al mejor estilo GRAVEDAD, termina volando sin rumbo por el espacio. La que investiga los sucesos allí es Mitsuki (Shiori Kutsuna), su pareja, que sospecha que algo se está ocultando en la JASA (la versión japonesa de la NASA) y que lo que sucedió no fue un simple desperfecto o choque accidental. Tiene, además, que lidiar con el problema que le genera su madre, que en lugar de apenarse por lo que pasó, lo celebra ya que piensa que le permitirá a su hija reencauzar su vida «con un hombre».

Más adelante veremos a un grupo de chicos británicos compañeros de colegio que, viajando en un micro, tienen un extrañísimo accidente: el ómnibus se cae por un enorme barranco y, salvo el conductor, todos terminan bastante ilesos. No se sabe qué pasó ahí ni cómo saldrán de esa situación –están en un profundísimo pozo y no pueden contactar a nadie–, pero el principal conflicto allí se da entre Caspar (Billy Barratt), un chico epiléptico y fanático de la ciencia ficción, con un insoportable bully que no hace más que enredar todos los planes de los demás para salir de ahí y regresar a sus hogares.

Otra subtrama estará ligada a un grupo de soldados estadounidenses apostados en Afganistán que también son testigos de una extraña, violenta y gigantesca aparición, y de un ataque en el que perecen casi todos. Salvo uno, Trevante (Shamier Anderson), que gira perdido en el desierto durante varios episodios tratando de conseguir algún contacto con el mundo exterior sin poder hacerlo por problemas de idioma o tecnológicos. Y hay otra subtrama que es la que inicia la cadena de hechos y descubrimientos (la protagoniza Sam Neill como un veterano sheriff que tiene la sensación de que algo extraño está pasando en su pueblo) pero que luego, al menos durante los primeros cinco episodios de la temporada, desaparece por completo, casi cortada de golpe.

Más allá de un inquietante clima que le permite funcionar durante un par de episodios en función de la expectativa que se va generando por no saber bien qué es lo que está sucediendo, pronto INVASION revela ser una serie muy limitada. No tanto en la cuestión macro (la «invasión» que se va viniendo, muuuuy de a poco) sino en los personajes y sus conflictos. La situación de la familia que escapa con sus problemas de alcoba a cuestas está plagada de absurdas experiencias que no vale la pena adelantar, las decisiones y comportamientos de los chicos atorados en un pozo sin salida podrían considerarse entre inverosímiles y directamente ridículas, y las vueltas del soldado perdido en el desierto no producen demasiado interés. Quizás la historia japonesa –más allá de algunos detalles– es la que parece funcionar con un mayor grado de credibilidad y fuerza.

En función de los episodios que fueron adelantados, es cierto, es poco lo que se sabe de la invasión en sí. Pero el problema instalado, y que parece muy difícil de poder cambiarse, es de guión: los personajes no son interesantes, las situaciones que atraviesan son forzadas (los guionistas deberían dejar por un tiempo de forzar acontecimientos a partir de actitudes o decisiones absurdas de chicos o adolescentes) y en todo momento se tiene la sensación de que se está estirando y estirando una historia que no se sostiene por sí misma, o que debería haberse resuelto en mucho menos tiempo.

En el mejor de los casos, las series ofrecen la posibilidad de complejizar a sus personajes a partir del tiempo que tienen para desarrollarlos en relación a la brevedad comparativa de las películas. Pero en casos como INVASION, cuando los personajes son muy pero muy lineales, por más que los desarrollen durante horas, el formato desnuda sus limitaciones. Ver una y otra vez al bully del colegio hacer de las suyas, a la pareja en fuga enredándose en sus problemas personales o a nuestro soldado perdido en el desierto no aporta demasiado, por más «traumas» y conflictos previos que se les adosen. Al menos la sección japonesa de la historia es un poco más propulsiva y propone algo así como una investigación para entender qué es lo que está pasando. Cuando aparezcan, finalmente, los extraterrestres (o lo que sea) seguramente algunas cosas cambiarán en la serie. Pero si no cambian los guionistas, difícil va a ser que INVASION mejore.