Estrenos online: crítica de «The Beatles: Get Back», de Peter Jackson (Disney+)

Estrenos online: crítica de «The Beatles: Get Back», de Peter Jackson (Disney+)

Esta serie de casi ocho horas de duración vuelve sobre el material grabado para el documental «Let it Be» y muestra una versión más completa y compleja de la banda de Liverpool.

La serie documental GET BACK puede ser vista o entendida como una contra-historia acerca del final de los Beatles, una que le baja el perfil al mito de que retrataba un pésimo momento de las relaciones entre sus miembros –esa era la impresión que parecía dejar el más lúgubre film LET IT BE hecho a partir del mismo material– y lo cambia por uno más placentero, lúdico y luminoso. Sí, es cierto, un poco más de un año después de terminado este rodaje los Fab Four se separarían de manera brusca, pero quizás lo que nadie sabía era que en el fondo no se llevaban tan mal como todos creían. En realidad, esta “redención” más que reversión (del material, de las relaciones entre los cuatro) no dice eso. Lo que dice es que todo documento es un recorte, una serie de elecciones, una construcción en base a ciertas ideas e hipótesis. 

La de Michael Lindsay-Hogg, allá por 1969-70, fue la de reflejar cierta oscuridad y amargura que notaba en la banda –y quizás en su experiencia al filmarlos– y dejar apenas unos 45 minutos de esas 60 horas de filmación dedicadas al trabajo en los estudios de grabación (el resto del film de 80 minutos son clips con dos futuros clásicos de McCartney y el concierto en el techo del edificio) en los. que estuvieron armando, construyendo, desarmando y volviendo a reconstruir muchas de las canciones que aparecieron luego en el álbum “Let it Be” y también en “Abbey Road”, grabado luego y editado antes. Ese fue su recorte –brutal, sin el hindsight que da el tiempo pero con la frustración a flor de piel– y la película, al salir a la luz al mismo tiempo que la banda se disolvía, fue leída como reflejo de cómo venía la mano entre ellos.

GET BACK parte desde otra perspectiva, otra sabiduría y otro modelo de producción también. Esos 45 minutos son ahora siete horas (excluyamos el concierto, que también es más largo aquí y hasta tiene una trama de suspenso policial) y amplía la perspectiva, mostrando buenos y malos momentos atravesados a lo largo de más de tres semanas de filmación de lo que iba a ser un especial para TV y se convirtió en un film y ahora una serie. Sería simplista decir que la versión de Peter Jackson muestra que los Beatles se llevaban bien. De hecho, se podría decir que hay momentos más ásperos y duros aquí de los que se ven en el otro film (que no registra para nada la renuncia de George Harrison por unos días ni los complicados intentos por convencerlo de volver, entre otras situaciones amargas), pero también hay muchos de los otros, los que conforman el corazón del film y no aparecían prácticamente en el original: la camaradería, el humor, la improvisación, la intimidad y el afecto y el cariño que se tenían a pesar de todo. 

La luz, sin embargo, no quita la oscuridad. Por más risas, bromas, juegos de palabras, chanzas, bailecitos, covers de grandes éxitos de la historia del rock y repaso en plan burlón de sus propias canciones, la banda se desintegró poco después, así que no es cuestión de suponer que la versión anterior mostraba algo que no existía. Ahí están los coqueteos de John Lennon con el manager Allen Klein, personaje central en la disolución del grupo. Y las broncas de George Harrison (“toco lo que me pidas o si preferís no toco nada”, le espeta a Paul McCartney) con su rol en el grupo. Y la cara de traste de Ringo Starr –que casi no habla en toda la serie– en más de un momento. Y las pocas palabras de Lennon durante la etapa de grabación en el estudio Twickenham. Y, sí, también la discutida presencia de Yoko Ono en medio de todo y de todos.

Solo que, claro, en medio de siete horas de fiesta musical y de camaradería esos conflictos se integran a una pintura más abarcadora de la grabación. Hoy parece increíble que el film anterior no mostrara la creación in situ de clásicos del rock como “Get Back” o “Let it Be”, que parecen empezar como simples juegos con la guitarra o el piano para luego convertirse en canciones icónicas, pero convengamos que nada es icónico de manera instantánea. Nos habituamos tanto a las “Deluxe Editions” de todo, que parece inconcebible que alguien en algún momento decidiera dejar cosas afuera. Jackson puede permitirse poner todo y lo hace. Y GET BACK es una fiesta porque está todo lo que uno quiere ver: decenas de tomas de cada canción con sus míticas letras siendo alteradas ante nuestros ojos, cada debate interno sobre qué estudio suena mejor o cómo calibrar tal o cual instrumento, dónde hacer o no hacer el show en vivo y casi el minuto a minuto de esos intensos días de enero de 1969. El fan de los Beatles quiere todo y acá está, si no todo, casi el 15 por ciento del material filmado. Cualquier documentalista sabe que es muchísimo.

No hace falta agregar demasiado a lo que se sabe y lo que se ve. La calidad audiovisual del material es impecable, la historia se cuenta literalmente día por día y los “efectos digitales” que Jackson agregó para poder combinar audio e imagen de distintos orígenes puede verse como algo raro, de tanto en tanto, pero no es algo que descoloque demasiado ni arruine la experiencia. Es imposible discutir demasiado sus elecciones porque hay, como dice el cliché, “de todo y para todos”. A lo sumo, el espectador más avezado puede analizar un par de cosas: que esta serie tiene algo de biografía oficial que la película original –reeditada en pleno caos interno y controlada por McCartney– no tenía y por eso nadie sale mal parado aquí. Las broncas (de Harrison) tienen su justificación, se dice en voz alta que la presencia de Yoko no molesta a nadie y cada miembro del grupo tiene sus razones para actuar como actúa y decir lo que dice.

Y la otra, central también al concepto del documental, es que todos están siempre al tanto de que las cámaras están encendidas. Son cuatro celebridades acostumbradas a tener los ojos puestos encima y todos se manejan a sabiendas que están siendo observados y filmados. No quiero decir con esto que sus actitudes y comportamientos sean falsos –las cámaras revelan verdades aún cuando los que aparecen delante de ellas crean que no–, solo que a la camaradería y al humor hay que tomarlos también como parte del show que los músicos estaban montando entonces y, de algún modo, siguen montando ahora al reinventarse retrospectivamente en esa época de un modo más cercano, en espíritu, al ligero y bromista de los tiempos de la Beatlemanía… cinco años antes de lo que se ve aquí.

Nunca sabremos qué es real y qué no en todo esto. Lo que queda es disfrutar el show. Y GET BACK es el show más grande de la historia de los Beatles, uno que empieza desde la cocina con los primeros ingredientes y llega hasta la mesa con el plato servido. Y lo que siempre es real es la música, no hay forma de engañarnos con eso (bueno, hay, pero confiemos en que no se hizo mucho truco ahí): las canciones son las canciones, las melodías, los acordes y las letras siguen siendo indestructibles y lo que la serie hace es reforzar la química entre Lennon y McCartney, quienes aún componiendo por separado terminaban armando el plato juntos. Queda clarísimo, también, el rol relevante en lo musical pero muy menor de Harrison y Starr en casi todas las demás decisiones. Es el show de Paul y John, que compiten ¿amablemente? hasta para ver cuál es más gracioso y ocurrente. Y también la importancia musical y de «buena onda» del tecladista Billy Preston: cuando él llega, las canciones parecen crecer y la banda se organiza un poco mejor.

Es gracias a ese humor de stand up que ellos manejan y que los hizo queribles, a esa capacidad de jugar con las canciones hasta destilar lo mejor de cada una de ellas y, fundamentalmente, gracias a la extraordinaria materia prima que era el talento de los cuatro, como compositores y/o intérpretes, que los Beatles fueron lo que fueron y son lo que siguen siendo. Y Jackson captura “the whole picture”: el caos y la magia, la amistad y las broncas, el humor y el tedio. Es solo un álbum y un poco más de los Beatles el que acá se registra, pero bien podría ser el resumen de todas las carreras de todos los grupos de rock de la historia.

Y, más allá de cómo el film supuestamente reconfigura la historia de los Fabulosos Cuatro, GET BACK es un buen recordatorio del poder y la potencia de la edición cinematográfica. Con el mismo material se hizo una película oscura y amarga, una serie mucho más generosa, variada y lúdica, y quizás cuando sea el 100 aniversario del disco “Let It Be” a alguien se le ocurra hacer otra cosa muy distinta, con otra duración, otro tono y hasta contando otra historia a partir del mismo material. Todo lo que vemos en un film (aún en un documental) “existe” en tanto alguien lo mira y lo rearma y narra según su criterio. Este es el de Peter Jackson y el que hoy quieren mostrar Paul, Ringo y las familias de John y George. Nada es definitivo ni dura para siempre. Y este GET BACK es un documento de un documento, un recorte armado en 2021 por un cineasta generoso que quiso sacar afuera lo más noble y creativo de sus personajes, mostrarlos con sus berrinches y contradicciones, sí, pero más que nada dejando en evidencia su genio y su talento, la gracia que los hizo fundamentales en la vida de varias generaciones. Aprovechémoslo para verlos y disfrutarlos. Difícil que algo así se repita.