Festival de Mar del Plata 2021: crítica de «Compartment No. 6», de Juho Kuosmanen
Ganadora del Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes, esta «road movie» finlandesa transcurre en Rusia a fines de los ’90 y se centra en el encuentro entre dos personas solitarias en medio de un viaje en tren de Moscú a Murmansk.
La medida de las películas sobre «encuentros románticos en un tren» parece ser ANTES DEL AMANECER, pero COMPARTMENT No. 6 funciona como una suerte de correctivo realista, seco y austero a ese film estadounidense. Lejos del encanto de las calles de Viena o París y de los trenes del Primer Mundo de la Europa continental, la película del finlandés Kuosmanen transcurre en un viaje de «largo aliento» entre Moscú y Murmansk, en un tren viejo e incómodo, en el que tanto los pasajeros como los guardias y hasta el propio ambiente son rudos, ásperos y fríos. El film puede transcurrir casi en la misma época (la de Richard Linklater es de mediados de los ’90 y ésta, a juzgar por una mención a TITANIC, sucede unos años después), pero las condiciones son muy distintas.
Laura (Seidi Haarla) es una estudiante de antropología finlandesa que está haciendo sus estudios universitarios en Moscú y está en pareja con una mujer un tanto más grande y sofisticada, Irina, con la que planea viajar a Murmansk a ver los «petroglifos» (grabados rupestres) que hay allí. Pero Irina decide a último momento no viajar –apenas comenzado el viaje y tras un incómodo llamado telefónico, veremos que la relación no era tan sólida como Laura suponía– y la chica, que habla bastante bien ruso, emprende el largo viaje sola.
Al llegar al compartimiento del tren que le toca en suerte (el que da título al film y en el que deberá pasar varias noches ya que es un viaje muy largo), con su vieja camcorder y su walkman en mano, se topa con un compañero de cuarto realmente desagradable. Un tipo que ya ha depositado en la mesita en común su vodka, sus bolsas, sus salchichas y su cara de pocos amigos, además de fumar compulsivamente y tener mucho alcohol ya encima. Espantada por lo que le tocó en suerte, la chica trata de conseguir otro lugar, pero no solo no hay nada disponible sino que se encuentra con que la mayoría viaja en condiciones mucho más difíciles que la suya.
Así que no le queda otra que lidiar con el tipo, que se pone patriota, se burla de ella, de su acento e idioma y siempre está al borde del maltrato. Ante una larga parada en la ruta que dura toda la noche, Ljoha (Yuriy Borisov) le ofrece que la acompañe a visitar a una señora conocida suya y dormir allí. La chica duda, no quiere aceptar, pero ante la alternativa de tener que pasar la noche helada durmiendo sola en el tren detenido en la estación, lo acompaña. Y a partir de esa experiencia descubre que el tipo es bastante distinto al aparente cliché de «ruso alcohólico y con cara de culo» que vimos hasta entonces. Y de allí en adelante, la historia entre ambos y el tono del film empezará a modificarse.
Más que una historia de amor, COMPARTMENT No. 6 es una de amistad, de acompañamiento, de encuentro entre dos personas muy distintas (ella, de clase media universitaria; él, obrero de clase trabajadora), de nacionalidades y hasta formas de relacionarse con el mundo muy diferentes, que encuentran en el otro un compañero, un sostén y una ayuda en las distintas situaciones personales y emocionales que les toca atravesar. Se trata de un viaje duro y solitario en medio de un invierno que el espectador siente en el cuerpo. Y, especialmente para Laura, la áspera pero finalmente amable compañía de Lhoja se volverá una tabla de salvación.
El director de THE HAPPIEST DAY IN THE LIFE OF MAKI, película de 2016 que había ganado el premio mayor de la sección Un Certain Regard de Cannes, cambia bastante el estilo aquí si bien la forma de acercarse a sus personajes –con ruda calidez, digamos– es similar. Por momentos la película se deja llevar por algunos gestos un poco arquetípicos de manual de guión respecto a las actitudes cambiantes de los personajes. Como buena «buddy movie« que finalmente es, necesita separarlos bien en un principio para luego ir acercándolos, aún a costa de exagerar por efecto. Pero Kuosmanen resuelve bien eso al escapar de otro cliché, que es encontrar una explicación psicologista/traumática para determinadas actitudes de los personajes.
Es una película que, cinematográficamente, está planteada casi como una polaroid gastada, como un recuerdo sacado del arcón de alguien que hoy mira para atrás y cuenta una historia que le pasó cuando era joven. Y, en ese sentido, COMPARTMENT No. 6 tiene algo táctil, palpable: el frío se siente pero también los olores (no necesariamente agradables), el gusto al alcohol barato y a las frazadas viejas y llenas de polvillo. El viaje de Laura seguramente fue aún más incómodo originalmente, pero en el recuerdo esa aspereza se altera, se borronea, se vuelve casi mágica, como los grabados en las piedras que están en el lugar más recóndito del mapa y hoy se han convertido en leyenda.
Excelente crítica!
hermosa crítica, me encantó el final del análisis comparando el filme con una vieja Polaroid, realmente se siente así.