Estrenos online: crítica de «In the Same Breath», de Nanfu Wang (HBO Max)
Este documental de la realizadora china radicada en los Estados Unidos compara las malas respuestas iniciales a la pandemia del COVID-19 en ambos países. Entre los 15 precandidatos al Oscar en su rubro.
Este documental estadounidense realizado por la directora de origen chino Nanfu Wang (ONE CHILD NATION) se centra en los primeros momentos de la pandemia del COVID-19 en Wuhan para luego mostrar cómo, pese a sistemas políticos en principio muy diferentes, en los Estados Unidos la respuesta fue bastante similar. Básicamente: seguir como si nada sucediera. La hipótesis de la realizadora es que si los que manejan el poder, tanto en uno como en otro país, hubiesen sido más responsables y tomado medidas más claras de entrada, quizás la pandemia se podía haber evitado.
Lo más fuerte e impactante conseguido por Wang son las imágenes y testimonios captados en Wuhan por camarógrafos que las «traficaban» por fuera de sus funciones oficiales. Si bien las imágenes y testimonios muestran que hubo centenares de casos allí ya durante diciembre de 2019, las autoridades se negaron a reconocer el problema hasta bien entrado enero de 2020 y en el medio hasta detuvieron a personas que denunciaban lo que pasaba por «desinformar». Una vez que decidieron cerrar Wuhan, llevaron a decenas de medios allí a dar una imagen positiva de lo que sucedía y del trabajo que se hacía. Algunos de esos camarógrafos lograron sacar de allí imágenes y testimonios –algunos muy crudos– que demuestran que a la gente la hacían volver a sus casas porque no había ni lugares ni equipos para atenderlos, entre otras situaciones difíciles.
El episodio chino –que tiene una pata autobiográfica, ya que la directora volvió a Estados Unidos con su familia ese mismo enero– le sirve a Wang para mostrar, fundamentalmente, un sistema de control mediático que cubre toda la información que circula en China, tratando que la imagen del país no sea dañada desde el exterior por los países «capitalistas» (sic) occidentales. El contraste entre las duras historias humanas y personales que la realizadora reporta y que fue consiguiendo a lo largo de la producción con los discursos oficiales repetidos palabra por palabra en todos los medios es realmente fuerte y pone en evidencia ese férreo control informativo.
En la segunda mitad la película trata de probar y comparar lo que sucedió en China con lo que pasó en los Estados Unidos. Y si bien aquí hay muchos paralelos que permiten entender la conexión, también hay unas hipótesis un tanto confusas y grises que la realizadora no resuelve muy bien. En principio, es evidente que en EE.UU. la respuesta fue similar: desmerecer el problema, decir que no es grave y que la vida debería continuar de modo normal, algo que hicieron aún las autoridades médicas y no solo Donald Trump. Pero luego IN THE SAME BREATH entra en una zona un tanto más gris cuando compara a los «periodistas ciudadanos» que trataban de que el mundo conociera la verdad en China con los votantes de Trump que critican cualquier tipo de medida de cuidado e insisten que «el COVID es una mentira».
Desde el lugar que lo plantea –hay que desconfiar siempre de los poderosos– y a partir de su experiencia habiendo crecido en China, uno puede entender su punto de vista, su temor al totalitarismo y a las mentiras de los medios oficialistas. Pero la comparación entre los que protestan en uno y otro lado –y el manejo mediático en un país y en el otro– se vuelve un tanto más forzada cuando, por ejemplo, un periodista que trata de contar la verdad sobre lo que se ocultaba en Wuhan es comparado con un votante de Trump que rechaza restricciones y hasta el uso de tapabocas. Los medios en Estados Unidos –salvo excepciones, como Fox News– no tuvieron un similar rol tampoco. Al contrario, fueron brutalmente críticos con el presidente.
Wang le agrega experiencias y testimonios de personal de salud que lidió (y seguramente sigue lidiando) con la pandemia en ambos países. Y allí sí la comparación es más valiosa y emocionante, ya que todos ellos sufrieron de la respectiva falta de recursos, del descontrol organizativo y de las malas y tardías medidas sanitarias. Y sus traumas salen a la luz rápida y dolorosamente. El problema de IN THE SAME BREATH (que aquí tiene como raro subtítulo ¿QUE ES VERDAD Y QUE ES MENTIRA?) es utilizar una hipótesis demasiado genérica para comparar países, estructuras políticas y mediáticas que son muy diferentes.
Es cierto, en el fondo, que los «poderosos» harán lo posible por permanecer en su sitio sin pensar demasiado en la gente y que no es una buena idea seguir ciegamente lo que piden las autoridades. E, igualmente, también es muy probable que de haber ellos pensado menos en sus propios intereses y más en las necesidades de los ciudadanos quizás la pandemia se podía haber, sino evitado, por lo menos contenido un poco más. Pero los problemas respecto a la libertad de expresión en uno y en otro país son muy pero muy diferentes. No es lo mismo un periodista perseguido en China por contar lo que está pasando que un manifestante en Michigan que maltrata a los gritos a los que usan barbijos mientras tiene un cartel que dice «plandemia» o asegura que «el COVID es una estafa». Entre otras cosas, además, porque el gobierno estadounidense decía más o menos lo mismo…