Estrenos online: crítica de «The Novice», de Lauren Hadaway
Esta opera prima multipremiada en el Festival de Tribeca y con cinco nominaciones a los Spirit Awards narra la historia de una muy competitiva alumna que quiere triunfar en el equipo de remo de su universidad, cueste lo que cueste.
No hace falta saber, al ver THE NOVICE, que su directora fue la sonidista de WHIPLASH para encontrar similitudes entre este film y el ya clásico drama de Damien Chazelle. De hecho, yo me enteré luego de ver la película y solo sirvió para confirmar la sensación que THE NOVICE deja en el espectador. Digamos que, a su modo, es una versión de WHIPLASH solo que en el competitivo mundo del remo universitario y con una protagonista mujer. Hay, sí, muchas diferencias entre un relato y el otro pero la forma en la que su «antihéroe» se relaciona con su tarea a cumplir es bastante similar.
La protagonista se llama Alex Dall (la interpreta, ferozmente, Isabelle Fuhrman) y es una recién llegada a la ficcional Universidad de Wellington. Es una chica solitaria, poco sociable y obsesiva que quiere ser la mejor en todo lo que se mete. Si hace falta quedarse tres horas para terminar un examen y rehacerlo varias veces cuando todos los alumnos dejaron el aula horas atrás, lo hará. Y tratará de exigirse a fondo aún en cosas que no le interesan demasiado porque no tolera no ser superada por nadie. A Alex se le da por meterse en el equipo de remo de la universidad, un deporte que no conoce y no tiene talento alguno. Muchas están en igualdad de condiciones, pero hay otras que no (que están más avanzadas) y la mirada de cazadora de Alex está puesta en superarlas.
Esa obsesión no le genera muchas amistades pero sí el respeto de sus entrenadores, que de a poco ven cómo sus avances la ubican entre las mejores de las «novicias», tal como se llama en la jerga a las alumnas de primer año. Pero para Alex eso es poco, ya que la chica quiere ir por todo y competir con las más expertas, de segundo año y con quien se le ponga adelante. Y si eso implica que las manos les sangren por el esfuerzo, practicar hasta el desmayo por agotamiento y correr desde las 4 de la mañana hasta bien entrada la noche yendo de entrenamientos a clases –llueva, truene o el mundo se caiga a pedazos–, así lo hará.
En la forma en la que Hadaway la retrata, queda claro que no le interesa tampoco que Alex se gane nuestra simpatía. Es la clase de compañero/a que uno prefería evitar ante cualquier circunstancia, ya que su obsesión por ganar puede bordear con poner en peligro a otros, hacerles trampa o cosas aún peores, aún cuando se trata de un deporte de equipo. Pero nada le importa a Alex, quien parece haber desarrollado esta personalidad a partir de complicadas experiencias en su infancia y adolescencia. A tal punto es competitiva que aún sabiendo que su compañera Jamie (Amy Forsyth) necesita quedar primera en su clase para acceder a una beca (que ella no necesita porque ya está becada) y que con ser segunda a ella le alcanza para avanzar al equipo principal, se resiste a dejarla ganar.
El de THE NOVICE –opera prima multipremiada en el Festival de Tribeca y con cinco nominaciones a los Spirit Awards, incluyendo mejor película, dirección y actriz– es un retrato psicológico potente e incómodo de una persona cuyos únicos momentos hasta cierto punto «amables» aparecen en la relación primero tensa pero luego romántica que tiene con Dani (la modelo Dilone), la jefa de trabajos prácticos de Física a la que tortura con sus interminables exámenes y con la que luego comienza una compleja relación. Compleja no solo porque Dall está solo pendiente de sus notas y competencias sino porque es menor de edad (tiene 17) y claramente no es correcto tener una relación con una de sus docentes.
Lo que vuelve a THE NOVICE una película más inteligente e interesante que WHIPLASH es que la excelencia en ese deporte tiene mucho que ver con el entrenamiento y el sacrificio, por lo que no hay mucha contradicción entre lo que la chica hace y lo que se requiere de ella. El problema de Alex es otro: su incapacidad de mirar alrededor, de integrar un equipo. Y eso, a la hora de competir junto a otras remeras en una misma embarcación, no necesariamente le va a jugar a favor. Y el otro problema pasa por su autoimpuesta presión. Por más que sus entrenadores (otra diferencia con el film de Chazelle) le pidan que se lo tome con calma, la chica se comporta como una adicta que no puede frenar, aunque termine dañándose física y psicológicamente.
Ciertos excesos preciosistas en el uso de la cámara lenta, en los juegos con la profundidad de campo o la larga cantidad de secuencias que se resuelven mediante irónicamente musicalizados clips le juegan un poco en contra a una película que por momentos parece más preocupada por lucir cool que realista. Pero lo que le sobra en términos de estilo, Fuhrmann lo vuelve a la tierra (bueno, al agua) con una actuación felina, irrefrenable, voraz, transformando a su Alex en un personaje tan temible como inolvidable. En la ficción, al menos, ya que uno preferiría no tener que cruzarse con alguien así en la vida real.