Festivales: crítica de «Flee», de Jonas Poher Rasmussen

Festivales: crítica de «Flee», de Jonas Poher Rasmussen

por - cine, Críticas, Festivales
19 Dic, 2021 04:19 | 1 comentario

Este notable documental realizado en animación se centra en las dificultades de un chico afgano para emigrar a Europa en los años ’90 y en su vida actual en Dinamarca. Fuerte candidato a ganar el Oscar en su categoría.

El documental de animación puede parecer una contradicción en términos pero, de hecho, es uno de los formatos que más están creciendo dentro del género, ya que –entre otras cosas– permiten «recrear» situaciones del pasado sin la incomodidad de las reconstrucciones con actores. No es el único motivo. A la vez se trata de un modelo que –bien utilizado, como en los casos de WALTZ WITH BASHIR o TOWER— permite darle a las historias un carácter poético y una elegancia narrativa más cercana a la de la ficción. En FLEE hay, además, una causa política: proteger la identidad de los involucrados.

Esta película danesa se apoya en este modelo para recrear una dura y complicada historia de inmigración. Es la de Amin Nawabi (no es el nombre real), un hombre de origen afgano que vive en Copenhagen y es entrevistado por el propio director del film, que fue compañero suyo en la secundaria. Amin se ha guardado durante décadas bajo llave cómo llegó al país por motivos que se irán descubriendo con el correr de los minutos. Rasmussen anima las entrevistas realizadas con el protagonista y, cuando él comienza a recordar su infancia en Kabul, FLEE va a su pasado –en el mismo formato aunque con algunas pocas imágenes de noticieros de la época insertadas– para reconstruir sus memorias fragmentadas de entonces.

La historia de Amin se inicia en los años ’80 en Kabul y, si bien el pequeño anda por las calles despreocupadamente con su walkman escuchando «Take on Me«, de A-ha (una canción que, quizás no casualmente, tuvo un videoclip animado), en pocos minutos queda claro que el chico y su familia la tendrán difícil allá. Su padre pronto es llevado prisionero por las autoridades y, cuando se intensifica la guerra en ese país que involucra la intervención de la Unión Soviética y de los Estados Unidos, Amin y su hermano deben esconderse para evitar ir al frente y a una muerte segura. Amin, además, se da cuenta de muy pequeño que lo atraen los hombres, algo que está tan prohibido en su país que ni siquiera existe una palabra para definir tal orientación sexual. Y FLEE conectará eso con episodios de su vida actual en Dinamarca, en donde tiene una pareja con la que planea irse a vivir, aunque surgen dudas en el camino.

El centro de la película pasará por la serie de fugas, escapes, idas y vueltas de Amin y su familia. Un hermano mayor suyo ya estaba en Suecia y los ayuda económicamente a escaparse junto a su madre, su hermano y dos hermanas. Y el plan es reencontrarse allí, cosa que no será fácil ya que los destinos se van enredando, aparecen autoridades corruptas, traficantes de personas poco confiables y les falta dinero para pagar el viaje de todos juntos. Es así que la familia se va desmembrando (el dinero permite ir sacándolos de a uno o dos por vez) y todos deben vivir situaciones complicadísimas para llegar a destino. Y en esa serie de vueltas entenderemos también porqué la identidad de Amin sigue encubierta y los motivos por los que algunas partes de su historia no han sido contadas hasta ahora de un modo del todo veraz.

Contar su historia, para Amin, significa liberarse de pesos y cargas que lleva encima por varias décadas. Tener que ocultar su pasado familiar y su orientación sexual –además de varias situaciones específicas que atravesó y mentiras que tuvo que sostener–, lo fueron convirtiendo en una persona seca, fría, desconfiada, pendiente más de su carrera que de contactarse con otros. Y ahí es donde Rasmussen aparece como coprotagonista de la historia, indagando más acerca de la vida del refugiado desde que llegó a Dinamarca hasta la actualidad, por momentos casi a modo de terapia psicoanalítica con Amin recostado. Además del terror de la historia vivida por él y su familia, FLEE deja en claro que muchas heridas psicológicas de los que atravesaron situaciones como esta permanecen, no se van de golpe con la llegada a destino. No es fácil reponerse de una larga experiencia como la vivida por Amin y, por más «cómoda» que parezca su vida actual, el trauma persiste hasta el presente.

FLEE es una película sobre la identidad, sobre la aceptación y sobre la necesidad de «salir del closet» en un sentido que va más allá de lo sexual. De hecho, su homosexualidad se incorpora a la historia de una manera lúdica, simpática y no tan complicada como las otras, ya que todas las fugas y escapes de Amin fueron cuando tenía menos de once años. Si bien Amin recuerda que ya le gustaban los hombres desde pequeño, la película juega con sus recuerdos, ligados a su fascinación con Jean-Claude Van Damme y su interés por las telenovelas mexicanas vistas con su madre y hermanas. Al llegar a Dinamarca y entrar en una etapa adolescente de su vida el tema reaparecerá de un modo que será clave para su futuro personal.

Con un estilo de animación simple pero muy efectivo que se torna un tanto abstracto en las escenas más intensas y complicadas de escapes y fugas, y una narración muy eficaz y directa que la convierte por momentos en un relato de suspenso y aventuras, FLEE es un notable intento por buscar nuevas maneras de narrar complicadas historias de inmigración. La de Amin es una sola de millones –y probablemente no de las más desgarradoras– pero Rasmussen logra que es recorrido tan particular y específico sea, de algún modo, representativo de ese difícil estado mental, psicológico, que implica estar mintiendo, escondiéndose y ocultando tu propia identidad por temor a ser marginado social, cultural o hasta políticamente. Haberse «salvado» físicamente no resuelve todos los problemas de un refugiado. Hay otros que quedan registrados para siempre en la memoria y quizás no se vayan del todo nunca.