Series: crítica de «Yellowjackets», de Ashley Lyle y Bart Nickerson (Paramount+)

Series: crítica de «Yellowjackets», de Ashley Lyle y Bart Nickerson (Paramount+)

Esta serie, dividida en dos tiempos, se centra en las experiencias de un grupo de adolescentes que quedan varadas tras un accidente aéreo y en las consecuencias que esas vivencias tienen en sus vidas adultas. Con Melanie Lynskey, Juliette Lewis y Chrstina Ricci.

Acaso YELLOWJACKETS sea la única serie, de todas las que lo intentaron, en adaptar (o adoptar) las ideas de LOST de un modo en apariencia funcional y práctico. Aquella clásica serie de 2004 tenía un punto de partida bastante específico y concreto –avión, accidente, gente varada en una isla– que luego iría derivando en complicaciones y excesos de todo tipo. La nueva serie, creada por la dupla/pareja compuesta por Lyle y Nickerson, retoma esa idea y la combina con algo similar a la ya mítica historia de los rugbiers uruguayos perdidos en la cordillera de los Andes: ¿qué sucedería si un grupo de deportistas en camino a una competencia tiene un accidente aéreo y los sobrevivientes quedan perdidos en medio de lo que parece ser un bosque sin que nadie los venga a buscar? ¿Cómo sobrevivirían? Eso ocurre aquí, en el primer episodio: los «Yellowjackets» son un equipo de fútbol femenino que, en la ficción, atraviesa una situación así allá por 1996.

Esa es la primera pregunta que intenta responderse acá, pero no la única. Ya de entrada, YELLOWJACKETS nos trae al presente para centrarse en las vidas actuales (es el 2021, aunque sin pandemia) de algunas de las sobrevivientes que lograron salir de aquel lugar, tras estar más de seis meses perdidas en la jungla. Y ellas parecen tener un pacto secreto de no hablar, salvo para dar un par de frases hechas, de lo sucedido allí. En ese presente, las ahora bastante perturbadas mujeres de cuarentaypico lidian con lo que parece ser un intento de extorsión ligado a ese pasado. Y allí la pregunta se duplica. Además de querer saber qué pasó allí y cómo sobrevivieron, uno le agrega otro misterio: ¿quién está por detrás de ese chantaje?

Esas dos cuestiones o ejes narrativos le sirven a YELLOWJACKETS para ofrecer, de una manera quizás no demasiado sofisticada pero sí bastante efectiva, una mirada a las vidas de un grupo de adolescentes que vivieron una experiencia traumática y pensar cómo sus consecuencias se sienten en sus vidas adultas. Es cierto, las suyas no son experiencias que el común de las personas haya vivido, pero en la lógica de la serie bien podrían serlo. Es, más que cualquier otra cosa, una serie acerca de sueños rotos, vidas quebradas, traumas adolescentes que afectan el presente de una manera muy directa. La extorsión en curso no es más que una demostración clara y evidente de esa conexión, pero aún sin ella sus vidas actuales están totalmente atravesadas por lo vivido allí.

En tono, estética y género, YELLOWJACKETS funciona a la vez como dos series en una. Su narración va y viene del pasado al presente y, en cada caso, presenta formatos diferentes. El pasado tiene algo de LOST, sí, pero también de EL SEÑOR DE LAS MOSCAS y de todas esas historias de supervivencia y conflicto en parejas inhóspitos y perdidos, con intrigas personales pero también con un costado metafísico, agresivo y hasta bestial. El presente, en cambio, empieza como un drama familiar (o una serie de dramas familiares) y de a poco se va convirtiendo en un thriller de investigación policial. Y el espectador es el que, todo el tiempo, se dedica a tratar de encontrar conexiones entre lo que sucedió en 1996 y lo que sucede ahora. Algunas son claras y evidentes. Otras, no tanto.

Las cuatro protagonistas que vemos tanto en el pasado como en el presente son Shauna (Sophie Nélisse/Melanie Lynskey), la que parece ser más amable y adaptada de todas pero que de a poco va revelando un costado bastante oscuro; Taissa (Tawny Cypress/Jasmin Savoy Brown), agresiva candidata a senadora que también tiene sus secretos; Natalie (Juliette Lewis/Sophie Thatcher), la chica punk de los ’90 hoy convertida en una alcohólica mujer cuya vida es más evidentemente complicada que las de sus ex compañeras, y Misty (Christina Ricci/Sammi Hanratty), la más perturbada de todas ellas, una chica que se «desvive» por ayudar a los demás aunque sus métodos distan mucho de ser convencionales, especialmente si la otra persona la ignora o maltrata.

Uno de los misterios de la serie será ver qué pasó con las otras, ya que en el pasado al grupo lo integran una docena de chicas, además de su coach Ben (Steven Krueger) y dos varones más, hijos de otro entrenador que falleció en el vuelo. Algunas de ellas, como Jackie (Ella Purnell), Lottie (Courtney Eaton), Laura (Jane Widdop) o Van (Liv Hewson), son bastante centrales a la trama de los ’90 y no aparecen de entrada en el presente, aunque no sabemos si es porque no sobrevivieron o por algún otro motivo. Es así que la historia del pasado tiene algo de macabro, ya que consiste en saber quiénes, cómo y porqué perecieron en la aventura.

En el presente, en tanto, las cuatro mujeres casi no están en contacto entre sí. Y los que las vuelve a reunir es un chantaje: alguien les envía mensajes pidiéndoles 50 mil dólares para no revelar sus secretos de aquellos días. Es gracias a eso que se van juntando, excusa que le sirve a la serie para mostrar un lado que tenían un tanto oculto (en especial Shauna y Taissa, las otras dos siguen siendo bastante «inadaptadas») y que, a su manera, las completa como personas. Es que esas mujeres en sus cuarentas son más complejas de lo que parecen ser y solo se sienten a gusto cuando se conectan con esas zonas perturbadoras y no deben cumplir con la imagen que los demás tienen de ellas, por más peligroso que sea en lo que se meten. Hay algo claramente liberador en ese juego, ya que pueden volver a ser lo que fueron durante esos brutales meses.

Si bien YELLOWJACKETS por momentos arma su rompecabezas de temas y personajes de una manera bastante tradicional (los ecos entre pasado y presente, algunos eventos específicos y hasta ciertos traumas funcionan a partir de esquemas conocidos), la serie logra trasladar esa inquietud e incomodidad que todas ellas tienen al no poder lidiar del todo abiertamente con sus propias historias. Y en el caso de los personajes de Lewis y Ricci, dos actrices que fueron un tanto «raras» en los ’90 y siguen siéndolo hoy, hay algo de la ficción que parece trasladarse a la realidad, o viceversa. Verlas actuar juntas –y con una banda sonora plagada de temas del rock alternativo de aquella época– es casi un homenaje a un universo de sentido y hasta una estética que hoy parece un tanto antigua pero que es muy influyente. YELLOWJACKETS es una serie que va revelando sus secretos a cuentagotas –es una primera temporada, no esperen respuestas a todos los misterios– y que promete entrar en zonas más perturbadoras todavía. Eso sí. Es de esperar que, tras la lección de LOST, sus creadores tengan más o menos en claro hacia dónde van.