Series: crítica de «Slow Horses», de Will Smith y James Hawes (Apple TV+)
Esta serie británica protagonizada por Gary Oldman, Kristin Scott-Thomas, Jack Lowden, Olivia Cooke y Jonathan Pryce es una muy buena adaptación de uno de los libros de la saga de espionaje creada por el escritor Mick Herron. Se estrena el 1 de abril por Apple TV+
Después de un tiempo en la que parecía andar a los tropiezos por el mundo del streaming, la plataforma Apple TV+ parece haber encontrado un ritmo, un nivel y una cierta eficacia. El ejemplo más claro es CODA, ganadora del Oscar a la mejor película que compraron en el Festival de Sundance y lograron con ella un premio quizás inesperado. Sin embargo el cine no es (o no era hasta ahora) su fuerte: sus grandes inversiones vienen del mundo de las series. Pero en los últimos tiempos venían con grandes proyectos que no alcanzaban ni éxito popular ni apoyo crítico, como es el caso de LA COSTA MOSQUITO, FUNDACION e INVASION, superproducciones que –si bien fueron renovadas– pasaron sin pena ni gloria por su plataforma.
Pero este año casi todo parece salirles bien. Actualmente Apple TV tiene temporadas recién comenzadas, terminadas o a punto de terminar de muy buenas series nuevas como PACHINKO, SEVERANCE o WECRASHED (hay excepciones, como SUSPICION o MR. CORMAN) y este viernes arranca la primera de las que pueden ser siete temporadas, o aún más, de SLOW HORSES, adaptación de una saga de novelas británicas de espionaje escritas por Mick Herron que tienen como protagonistas nada menos que a Gary Oldman, Jack Lowden, Olivia Cooke, Kristin Scott Thomas y Jonathan Pryce.
Y si todas funcionan como la primera, estamos hablando de una cita obligada con las clásicas tramas de espionaje al estilo John Le Carré. SLOW HORSES posee ese mismo interés y preocupación por el detalle, la mecánica interna del mundo de los espías y, si bien no descuida la acción y el suspenso, gran parte del éxito pasa por los personajes y sus interacciones. A diferencia de otros exponentes del género hay que agregar que la serie creada por un Will Smith que no es el actor y dirigida (todos los episodios) por James Hawes podría considerarse una comedia. Negrísima y violenta, pero por momentos muy graciosa.
El gancho de la serie es que se centra en una clase diferente de espías. Sí, pertenecen al clásico MI5 pero hay una diferencia: se trata de espías «caídos en desgracia», personal de la agencia que ha cometido algún error grave, fracasado repetidamente o no ha demostrado el talento o la capacidad necesaria para estar entre sus filas. Ellos han sido relegados a la llamada «Slough House», una suerte de purgatorio para espías de la que deriva el apodo, malicioso, con el que llaman a sus miembros. Los «caballos lentos».
Tras un inicio con una escena de acción impactante cuyo resultado y secretos no conviene anticipar porque son relevantes, SLOW HORSES presenta a su mundo de perdedores, una media docena de agentes «freezados» (Cooke, Rosalind Eleazar, Christopher Chung, Saskia Reeves y otros) que se pasan el día revisando evidencias inútiles de casos antiguos, perdiendo el tiempo y bebiendo en una oficina que no se parece nada a la lujosa sede del MI5.
El jefe, el más intolerante, desgastado y bebedor de todos ellos, es Jackson Lamb (Oldman, haciendo un personaje que parece desconocer la existencia del shampoo). El tipo se comporta como un patético y agresivo dueño de casa, dejándole a todos en claro que no hay muchas esperanzas para triunfar y salir de esa limbo de espías. Tiene algunas situaciones oscuras del pasado que, si bien no se explican del todo, dejan en evidencia que le será difícil volver al MI5. Y el tipo quiere que todos se sientan igual de desilusionados que él.
Pero no le es fácil porque se le presentan dos situaciones que lo obligan a mover el trasero del sofá y largar por un segundo el scotch. Una es la llegada de River Cartwright (Lowden), un energético y confiado agente que es nieto de un prestigioso y retirado miembro del MI5 (Pryce) pero que ha cometido un grave error que lo mandó al «banco de suplentes». El tipo quiere sí o sí sumarse a algún caso serio y está harto de perder el tiempo revolviendo, literalmente, la basura.
Y el otro es el caso del secuestro de un joven paquistaní por parte de un grupo de violentos supremacistas blancos en el que, un tanto casualmente, los «slow horses» quedan involucrados. Y si bien la jefa del MI5, Diana Taverner (Scott-Thomas), no quiere saber nada con tenerlos trabajando a la par, en algún punto les serán útiles. Quizás no para resolver el asunto, sino para otra cosa.
De ahí es todo idas y vueltas, traiciones sobre traiciones, los engaños clásicos del mundo del espionaje contados siempre con un tono algo picaresco, absurdo y burlón. Oldman y Scott-Thomas, que encarnan a dos viejos conocidos, se divierten en cada encuentro y lo mismo sucede con algunas de las tramas secundarias. Y aunque lo que suceda sea bastante realista y violento (el secuestro en sí y todo lo ligado a él), SLOW HORSES se maneja todo el tiempo con esa distancia británica que torna a cualquier tensa situación en algo a la vez un tanto ridículo.
Seis episodios, además, es la extensión exacta, precisa, una que respeta seguramente las necesidades de la novela (ya hay siete libros publicados y la segunda temporada ya está en producción) y no busca rellenar la trama con desvíos narrativos innecesarios. Si bien la serie en sí está llena de esos vericuetos y tiempos dedicados más a los personajes que a la resolución del caso, todos se sienten naturales y orgánicos a la propuesta. Como «regalo», además, SLOW HORSES abre y cierra cada episodio con una canción nueva, compuesta e interpretada por Mick Jagger, en un tono irónico parecido al que posee la serie.