Series: reseña de «Lakers: Tiempo de ganar – Episodios 1/3», de Max Borenstein y Jim Hecht (HBO Max)

Series: reseña de «Lakers: Tiempo de ganar – Episodios 1/3», de Max Borenstein y Jim Hecht (HBO Max)

Esta serie producida por Adam McKay se centra en la historia de Los Angeles Lakers a lo largo de los años ’80, el equipo que le cambió la imagen a la NBA para empezar a transformarla en el gran espectáculo que es hoy. Por HBO Max.

En los papeles, TIEMPO DE GANAR suena como una serie solo para fans de la NBA o adictos al periodismo deportivo. Es, en lo esencial, un retrato de un club desde adentro, uno que narra los cambios que lo hicieron pasar del fracaso al éxito, escapar de una realidad complicada en lo económico para convertirse en una de las franquicias y épocas legendarias de la historia del deporte mundial. En los años ’70, ni Los Angeles Lakers ni la NBA eran el espectáculo internacional masivo que son hoy (la actualidad deportiva de los Lakers, de todos modos, mejor dejarla afuera de esta discusión) y lo que la serie narra es ese momento en el tiempo en el que todo cambió y la liga de básquetbol estadounidense se volvió, más que nada, un gran espectáculo masivo.

Para que eso sucediera tuvieron que pasar varias cosas. Acaso la principal –y es aquí donde la serie deja de ser solo un Inside the NBA– tenga que ver con la especial combinación que se genera en la ciudad de Los Angeles, donde todo se mezcla con el espectáculo, con Hollywood y sus márgenes, con el show-business como idea y motor de todo lo que se cuece allí. Y con las celebridades –empezando por Jack Nicholson sentado en primera fila– que ayudarán y mucho a transformar la imagen pública del club.

En 1979, el club será adquirido por uno de esos personajes que parecen sacados de una ficción pero existieron en el mundo real: el Dr. Jerry Buss. Interpretado por John C. Reilly, el tipo era un empresario inmobiliario que amaba los excesos y diversiones de la noche californiana. Con una personalidad y un peinado rimbombantes, Buss llegó a los Lakers con la idea de unir una liga violenta que perdía fans a diario con el «Showtime!» propio de Hollywood. Y tenía, además, un as en la manga. Un tal Earvin «Magic» Johnson (Quincy Isaiah), a quien consiguió, literalmente, gracias a una moneda tirada al aire.

TIEMPO DE GANAR hace base en la dupla dueño y futura super-estrella para meterse en el día a día de esa transformación en un estilo que recuerda tanto al cine de Adam McKay –uno de sus productores– como a películas tipo BOOGIE NIGHTS, AMERICAN HUSTLE o ciertas zonas de la filmografía de Martin Scorsese. Con un uso saturado de los colores (amarillo, fundamentalmente, el color de los Lakers), formatos cinematográficos cambiantes para capturar la época (16mm., videos de baja definición y hasta Super 8), constantes zooms y el clásico sistema de «romper la cuarta pared» para hablar directo a cámara, la serie se presenta como una comedia dramática que involucra choques de personalidades fuertes, descontrol, gángsters, pornografía, misoginia, racismo, drogas y, al menos hasta el momento, casi nada de básquet.

Los episodios son muy específicos y eso los hace apasionantes. En lugar de querer contar la historia de los Lakers en los ’80 a grandes rasgos, cada capítulo de TIEMPO DE GANAR parece ocupar apenas unos días en la historia tomando ejes precisos. Después de tres episodios todavía están lejos de empezar los entrenamientos para la primera temporada con Magic, cuyo paso del básquet universitario en Michigan State a los Lakers toma casi todo el primer y segundo episodio. A este paso todo parece indicar que, si funciona, la serie bien podría extenderse unos cuantos años.

A la par hay muchos otros personajes coloridos y situaciones explosivas. El técnico Jerry West (Jason Clarke, irreconocible), una estrella de los Lakers de los años ’60 convertido en irascible y torturado coach, es el tercero en discordia en estos iniciales momentos, uno que desconfía de la llegada al equipo de Johnson, a quien considera un jugador muy alto para el puesto de base en el que juega y quiere seguir jugando.

Y también serán importantes de hija de Buss, Jeanie (Hadley Robinson); Claire Rothman (la gran Gaby Hoffmann), la administradora del club; la leyenda del básquet Kareem Abdul-Jabbar (Solomon Hughes); la madre de Buss (nada menos que Sally Field) y muchos otros miembros del club, jerarcas de la liga, jugadores y técnicos. Y en general, los personajes femeninos son bastante más serios y responsables que los masculinos.

En el tercer episodio hace su aparición Pat Riley (Adrien Brody), ex jugador que será luego fundamental en el devenir del equipo como técnico, y se avecinan una serie de grandes actores (Jason Segel, Tracy Letts, Julianne Nicholson, Lola Kirke, Gillian Jacobs y Rory Cochrane, muchos de los cuáles asoman sus narices en el tercer episodio) que tendrán mejor o peor suerte en el desarrollo del futuro de los Lakers.

En lo que va de la serie solo se ha contado la llegada de Johnson, su despedida familiar, sus primeros intentos de adaptación a Los Angeles y los líos personales, económicos y la búsqueda de un nuevo entrenador por parte de Buss, además de los problemas personales de West. Pero todo eso, que suena apto para un documental de ESPN tipo 30 FOR 30, es sumamente entretenido gracias a un guión repleto de grandes momentos, personajes histriónicos y excesivos y el tinte de nostalgia de fines de los ’70 y principios de los ’80 que recorre a la serie, desde la citada fotografía y los movimientos de cámara hasta la música, el vestuario y las escenografías. En ese sentido, TIEMPO DE GANAR es también un viaje nostálgico (crítico y áspero, pero querible al fin) hacia ese pasado que hoy parece muy lejano.

Muchas actividades que hoy se convirtieron en instituciones culturales o deportivas en el mundo tuvieron inicios o reconversiones más bien sucias, un tanto «mafiosas», llenas de personajes y costumbres que hoy serían reprobables al menos públicamente. La serie no lo ignora pero tampoco se organiza desde una perspectiva revisionista. Es una década de excesos que está a punto a dar paso a otras en las que se ha aprendido a dar una imagen más limpia al exterior, más prolija y organizada.

En ese sentido LAKERS: TIEMPO DE GANAR marca el inicio de un cambio cultural que va más allá del básquetbol y que se extiende a muchos otros ámbitos y no solo deportivos. Es el inicio de la cultura del show, de la celebridad, del gran espectáculo y los contratos multimillonarios. Adentro quizás las cosas sigan siendo igual de raras, sucias y hasta corruptas, pero para afuera todo reluce con el brillo de un entretenimiento para toda la familia. Después de todo: It’s Showtime!