Estrenos: crítica de «Las cosas que no te conté», de William Nicholson

Estrenos: crítica de «Las cosas que no te conté», de William Nicholson

por - cine, Críticas, Estrenos
06 Abr, 2022 06:10 | Sin comentarios

Annette Bening, Bill Nighy y Josh O’Connor protagonizan este drama británico, adaptada de una obra teatral, acerca de la complicada disolución de un matrimonio que lleva 30 años de casados.

Grace y Edward parecen un matrimonio británico convencional, maduro, adaptado a sus propios límites, costumbres y convenciones. Viven en Seaford, una ciudad costera ubicada a una hora y media al sur de Londres, y su mayor preocupación parece pasar por la vida sentimental de su hijo veinteañero, que vive solo en la capital. Están casados hace 29 años –él es maestro, ella ama de casa– y sus peleas parecen pasar por nimiedades cotidianas: la taza de té sin terminar, una respuesta parca, discusiones que ya suenan como rutinas conocidas.

Ese fin de semana esperan a Jamie, su hijo, que viene a visitarlos después de varios meses. Nada parece salirse de la norma en esa manera bastante británica que tienen de tratarse, especialmente padre e hijo. Es claro que Grace es una persona un tanto más directa y emocional, pero uno se da cuenta que le es imposible sacarle algo más a ambos. Esa noche, sin embargo, Grace y Edward tienen una pelea fuerte. A ella le molesta que él no reaccione, que no diga lo que piensa, que se calle siempre, se muestre solícito y se vaya a corregir páginas de Wikipedia a la computadora. Y se enoja. Y vuelca la mesa. Jamie se entera y se preocupa.

Al otro día todo queda más claro. Mientras la muy religiosa Grace (Annette Bening) está en la iglesia, Edward (Bill Nighy) le confiesa a su hijo que va a dejar a su madre ya que se da cuenta que no es la persona que ella quiere que sea. Además, bueno, se enamoró de otra. Y el hombre lo quiere resolver en el día, antes que Jamie (Josh O’Connor, el Príncipe Carlos en THE CROWN) se vuelva a Londres. Y así lo hace. Unas horas después, Grace vuelve de la misa tratando de olvidar lo que pasó la noche anterior y Edward, con sus modos «adecuados» y británicos, le cuenta las novedades. Previsiblemente, la mujer no reacciona nada bien. De todos modos, no parece haber mucho por hacer. La decisión está tomada.

LAS COSAS QUE NO TE CONTE (HOPE GAP, en el original) parte de ese planteo para seguir las idas y vueltas de una separación que parece brusca e inesperada aunque quizás no lo sea tanto. Va quedando claro que sus peleas y diferencias vienen de hace mucho, pero es evidente que Grace jamás pensó que el asunto podía terminar así. Y no lo puede asumir. Culposo pero decidido, Edward se manda a mudar. Y Jamie, en el medio, irá y vendrá de Londres tratando de colaborar en lo que puede. Más que nada, ayudando a su madre, que es la más emocionalmente frágil de los dos.

Adaptada de una obra teatral del propio Nicholson titulada THE RETREAT FROM MOSCOW –hay una referencia a Napoleón que lo explica–, la película dirigida por el consagrado guionista de GLADIADOR y LOS MISERABLES, entre otras, mantiene las características que seguramente tuvo en el escenario. Más allá de algunas salidas y recorridos por la costa de la ciudad, la película consiste en una serie de conversaciones entre los tres personajes (más algún que otro agregado posterior) en un par de escenarios, fundamentalmente la casa familiar.

Reposada, elegante y triste, LAS COSAS QUE NO TE CONTE sabe narrar bien lo que es un shock en la vida de los protagonistas. Basada en las vivencias de Nicholson cuando sus propios padres se separaron, la película no cuenta una historia plagada de sucesos e inconvenientes sino que hace foco en el descalabro emocional de Grace, que no quiere saber nada con la separación y, también apoyada en sus creencias religiosas, supone que puede forzar a su marido a volver al hogar.

A Nicholson le cuesta, de entrada, hacer simpatizar al espectador con Grace. Su nerviosa intensidad, su falsa amabilidad que esconde una personalidad fuerte y agresiva, ponen al principio al espectador del lado del más opaco y en apariencia tranquilo Edward. Pero el propio film va luego haciéndonos entender en parte, al menos, la lógica a partir de la cual la mujer funciona. Y lo otro lo hace Benning, en una caracterización tan creíble como por momentos enervante.

La película raramente se mueve de ese tono reposado (las caracterizaciones de Nighy y de O’Connor van por ese lado también) y lo que la lleva a una mayor intensidad dramática es la creciente angustia de Grace, que no parece lograr dar vuelta la página, por más tiempo que transcurra. Más allá de sus limitaciones cinematográficas como adaptación bastante convencional de una pieza teatral, HOPE GAP consigue transmitir esa dolorosa mezcla de incomprensión y angustia que se produce ante una separación inesperada. Curar heridas siempre toma más tiempo de lo que se cree.