Cannes 2022: crítica de «Close», de Lukas Dhont (Competencia)
La nueva película del director belga de «Girl» es la historia de una amistad entre dos preadolescentes que se complica a partir de la mirada de los otros y de la confusión de los propios protagonistas.
Leo y Remi están en esa edad entre la infancia y la adolescencia en la que los deseos sexuales empiezan a aparecer de manera confusa y poco clara. Uno los puede ver relacionarse, correr, dormir en la misma cama y empujarse o abrazarse y mentalmente pasar de estar viendo una situación infantil de juego a otra de interés más amoroso. Ellos no se dan cuenta o no les importa y se la pasan todo el tiempo juntos en una ciudad pequeña rodeada de verdes praderas en las que viven con sus respectivas y cariñosas familias.
Pero el placer de estar juntos en privado se complica cuando termina el verano, empieza el colegio y tienen que empezar a socializar. Es ahí que sus compañeros –sin mala intención, al menos la mayoría de ellos–, al verlos abrazados o mirándose todo el tiempo les preguntan si están juntos, si son pareja. Remi (Gustav De Waele), el más tímido de los dos, no dice nada y no parece darle importancia a la curiosidad ajena. Al más extrovertido Leo (Eden Dambrine), en cambio, la pregunta lo incomoda, como si los demás le hicieran reconocer algo que él mismo no sabe que le está pasando.
CLOSE se va a centrar en cómo esta relación se empieza a enredar a partir del reconocimiento –ajeno primero y personal luego– de que otra cosa parece surgir entre ellos. Curiosamente Leo, que parece tener menos prejuicios, es el que lucha contra sus propios deseos y empieza a tomar distancia de Remi, a jugar al fútbol y al hockey con otros chicos, hasta a cambiar de postura física. Y Remi no entiende porqué Leo se aleja de él y hasta lo rechaza. O quizás lo entiende, pero no se lleva muy bien con la idea de estar perdiendo a su íntimo amigo.
Las cosas pegarán un brusco e irremontable vuelco antes de llegar a la mitad de la película. Y ya nada será igual. Lo mejor es no revelar nada de lo que sucede, pero la película pasa de ahí en adelante a lidiar con las consecuencias de esa distancia. Leo es el que carga con el principal peso ligado a ese corte, pero no es el único, ya que el resto de los chicos de la escuela y, especialmente, las familias respectivas deben enfrentarse a los cambios y a la nueva realidad.
CLOSE es una película claramente dividida en dos partes. De la primera se puede hablar con cierta «libertad» pero la segunda –ay, los benditos spoilers— hay que manejarla en el terreno de los supuestos, si bien es el verdadero centro de la historia. Leo, su protagonista principal, atraviesa un vaivén de sensaciones que van desde el cariño, el fastidio, el terror y la culpa. En el fondo sabe que fue su actitud lo que acabó con esa amistad. Y tiene la sensación que los demás piensan lo mismo.
Por momentos, la película del director de GIRL muestra de manera demasiado obvia los cambios emocionales por los que pasa el chico. Lo hacen correr o pegar o jugar al hockey o andar en bicicleta a toda velocidad cada vez que quiere mostrar su «hombría», se angustia y no tiene otra manera de expresarlo o no entiende bien lo que le pasa. Los adultos, en cambio, son más perceptivos y aún con su propio dolor tratan de ponerse en la situación del chico.
La primera parte de CLOSE es un coming of age pre-adolescente entre dos amigos que pasan ese último verano de la infancia antes de que las cosas se vuelvan más complicadas en sus vidas. Y es, tengo la impresión, la mejor parte del film: luminosa, amable, llena de vida y energía, aún con las incomodidades comentadas y lo que eso les provoca. La segunda parte, la que lidia con la «separación», no tiene sin embargo la potencia que debería tener, volviéndose por momentos repetitiva en sus figuras formales y en la constante incomodidad que abruma a los personajes.
Hay, igualmente, algunas escenas aquí (una de la madre de Leo y otra de la madre de Remi) que son extraordinarias y en las que casi no se pronuncia una palabra. En esos momentos uno se queda con la impresión que Dhont –que quizás se convierta en el nuevo niño mimado de Cannes, un más sutil Xavier Dolan– tiene un enorme talento como cineasta pero que todavía le falta encontrar el punto justo para que sus películas no se le vayan de las manos.
La película de Lukas Dont, de poco más de 30 años, puede dividirse perfectamente en dos partes.
En la primera trata sobre la amistad de dos niños de 13 años. Uno es Leo, más extrovertido y con ansias de competir deportivamente mientras que el otro se llama Remi, es más introvertido y tiene una inclinación artística. Son íntimos amigos, duermen juntos y todo parece andar bien hasta que comienzan las clases en el mismo colegio y comienzan a sufrir el buylling de sus compañeras y compañeros que piensan que son una pareja gay. En la primera parte la historia fluye naturalmente y es interesante pero a los 45 minutos el guionista y director introduce un hecho inesperado que transforma la vida de todo el colegio y la película pasa a ser un intenso drama con un protagónico excluyente de Leo. Es allí cuando la película comienza a fallar porque el espectador desconcertado no entiende lo que pasó y las escasas explicaciones que hay terminan malogrando lo que pudo ser una buena película. Una verdadera lástima (5/10)
¿A que te referís con que el espectador no entiende lo que pasó? Creo que la segunda parte de la película deja ver claramente por todas los estados que atraviesa Léo. El suicidio en la adolescencia deja un montón de espacios vacíos y un montón de preguntas, entiendo que eso quiere transmitir la película a través de Léo.
Creo que esta crítica está muy lavada y muy carente de profundidad analítica en el tópico central: lo queer, lo LGBT, lo gay. Hablar de «la cosa» como si fuera un afecto innominal logra justamente lo que la pelicula intenta denunciar. El silencio corrompe y corroe tanto como la enunciación anticipada del afecto. Es un vínculo que podríamos no denominar queer, pero que carga justamente con toda la implicancia y discriminacion que hay hacia lo queer. Dos amigos que se demuestran cariño, que quizás en un futuro se amen con todas las letras terminan siendo nombrados por un afuera heterosexual que les demandaba ponerle nombre a su vínculo, salir del «closet», decir lo que eran. El afuera fue quien obró en ese hecho final, en el suicidio que sucede aún hoy en muchas otras infancias que no pueden afectarse libremente. Que pena que los análisis de cine terminen siendo un lavado heterosexual que en definitiva es lo mismo que daña a todas las infancias, negandoles el afecto, negandoles la posibilidad de amar, amarse y ser amadxs.