Cannes 2022: crítica de «El agua», de Elena López Riera (Quincena de Realizadores)

Cannes 2022: crítica de «El agua», de Elena López Riera (Quincena de Realizadores)

por - cine, Críticas, Festivales
20 May, 2022 02:30 | 1 comentario

La opera prima de la realizadora española se centra en Ana, una adolescente de un pueblo de Alicante, obsesionada con la leyenda del agua que viene a buscar a las mujeres del lugar.

Por qué viene el agua, la lluvia, las inundaciones que azotan a Orihuela, ese desborde del río Segura que destroza la ciudad cada tantos años? El fenómeno meteorológico que afecta a la región levantina seguramente tenga explicaciones científicas (aquí hay una, sin ir más lejos) y se ha repetido cientos de veces a lo largo de los siglos, especialmente en las provincias de Alicante, Murcia, Valencia y Almería. Pero para las mujeres del pueblo hay otra explicación, más popular que otra cosa, que es la que EL AGUA viene a recuperar y, quizás, a deconstruir. Según la leyenda, el agua viene a buscar a las mujeres de las que se ha enamorado, esas «que tienen el agua adentro».

En la perceptiva y lúcida opera prima en el largometraje de Elena López Riera –realizadora de varios premiados cortos y nacida en la zona– la explicación quizás no sea ni una ni la otra. O, tal vez, a la leyenda haya que actualizarla a los tiempos que corren. EL AGUA cuenta, de un modo que coquetea con el registro documental (y por momentos lo utiliza… o parece utilizarlo), la historia de Ana, una adolescente de Orihuela que está pasando el verano en el pueblo con sus amigas y a la vez iniciando una relación con José, otro chico local que viene de pasar una temporada, supuestamente, «trabajando en el exterior».

La vida del grupo de chicos parece relajada: bromas, historias, anécdotas y el deseo constante de algún tipo de aventura que las saque de un pueblo que parece bastante desangelado y triste. La madre de Ana, Isabella (interpretada por Bárbara Lennie, la cara más conocida del reparto) tiene un bar allí, en una parte de la ciudad que luce tan poco atractiva como deshabitada. Nunca hay nadie ahí y el lugar –y su casa– sirve para que Isabella, su madre (Nieve de Medina) y Ana reciban a gente, alguna vecina cure algún mal de ojo y traten de que no se tome en serio esa leyenda urbana que dice que su familia está «maldita».

Hay también un grupo de hombres que hacen competencias con palomas, se pelean por mujeres y se torean, amenazan o se muestran desafiantes cada vez que pueden. Pero los conflictos parecen contenidos, controlados por las miradas de los mayores, como el padre de José, mezcla de pesado del barrio con tipo comprensivo que tiene sus inesperados momentos de ternura. ¿Quién sabe? Quizás esa mezcla también sea integral a la personalidad de su aparentemente cariñoso y amable hijo.

En medio de las cotidianas desventuras de Ana (la debutante Luna Pamies, que luce como una versión hispana de Zendaya) con sus amigas, con José (Alberto Olmo), y con su madre y abuela se irá contando la leyenda de «el agua» y cómo a través de los años se fue supuestamente metiendo en el cuerpo de mujeres viniéndolas a buscar con ese método tan dramático que tiene de inundarlo todo a su paso. Y uno no tarda en notar, por algunas cuestiones ligadas a la relación de Ana con José y por otras historias que se intuyen del pasado, que la chica puede ser la próxima víctima de ese extraño hechizo, obsesión o misteriosa leyenda.

López Riera cuela algunas entrevistas a mujeres locales que van contando historias ligadas al agua, explicando su mitología (algunas leyendas son realmente impactantes, como esa de la mujer que desapareció en medio de su propia boda para perderse en el río y no volver jamás) y dando a entender que creen fervientemente que eso existe. Una forma de entender esa leyenda, parece decir la película, es hurgando un poco más en el tejido social del lugar, en la relación entre los géneros (el agua siempre busca a mujeres y son ellas quienes sostienen el mito), lo que transforma el misterio en algo más concreto y realista.

Y esa es la misma apuesta que hace EL AGUA, una película rica y ambiciosa que juega entre el realismo y el tono fantástico, entre la dureza y la violencia de las reales inundaciones que azotan a Orihuela (hay imágenes documentales durísimas de un par de esas riadas) y las leyendas urbanas que las acompañan o tratan de explicar. A su modo, es también un relato de iniciación y crecimiento, el de una chica que empieza a entender que esos cuentos de abuelas que pasan a través de generaciones se sostienen porque representan dolores, luchas y emociones muy concretas y reales que en otras épocas, quizás, ellas no podían poner en palabras.