Cannes 2022: crítica de «Les pires», de Lise Akoka y Romane Gueret (Un Certain Regard)

Cannes 2022: crítica de «Les pires», de Lise Akoka y Romane Gueret (Un Certain Regard)

por - cine, Críticas, Festivales
26 May, 2022 04:53 | Sin comentarios

Este drama trata sobre cuatro chicos que son elegidos en un casting para actuar en una película que se filmará en el barrio popular del norte de Francia en el que viven.

El casting de actores no profesionales para películas es un mundo con sus complicaciones y sus vueltas. El cine de autor de las últimas décadas viene utilizando este formato y/o recurso muy asiduamente y, detrás de escena, de lo que vemos finalmente en las películas terminadas, no hay dudas que existe otro universo quizás tan o más interesante que el de la propia ficción que esos actores terminan filmando. Esta película, codirigida por dos directoras de casting, trata sobre eso.

LES PIRES, o «los peores», son supuestamente los que tienen que ser los protagonistas de un film de ficción que se rodará en un pueblo del norte de Francia. La película será con actores no profesionales del lugar y lo primero que vemos es una sesión de casting, con los potenciales protagonistas de ese film dentro de este film («À pisser contre le vent» será el título, algo así como «mear contra el viento») siendo entrevistados por el director y su equipo. Allí, uno de los chicos deja entrever el tema del film al mencionar el título ya que él cree que el realizador solo está eligiendo para su película «a los peores», a los chicos y adolescentes más complicados del barrio. Y para conseguir su papel, él sabe que tiene que hacerse el duro.

La película transcurre en una urbanización en Boulogne-sur-Mer y va y viene entre las dos distintas capas de ficción: la película que todos ellos filman y el propio proceso de rodaje, que es lo más importante de todo. Akoka y Gueret han elegido cuatro chicos como protagonistas y cada uno de ellos lidia a su manera con el trabajo que les toca. Ryan (Timéo Mahaut), Lily (Mallory Wanecque), Maylis (Mélina Vanderplancke) y Jessy (Loïc Pech) son aquí los protagonistas, cada uno con sus propios asuntos y problemas dentro y fuera de la ficción.

Lily es una adolescente cuyo principal conflicto, fuera del rodaje, es que tuvo algunas aventurillas con chicos y en la escuela la tratan de «trola», lo que se suma a la angustia que ya trae por la reciente muerte de su hermano menor. En el rodaje en sí, Lily complica su propia existencia enamorándose del sonidista, que la dobla en edad. Jessy es otro adolescente que fuera del rodaje rivaliza con Lily –o se ve presionado a hacerlo por su banda de amigos– mientras que dentro de la ficción tiene que tener una historia romántica con ella.

El grupo lo completan el pequeño y siempre enojado Ryan, un rubiecito fanático del rap que dice no haber llorado en su vida. El vive con su hermana mayor ya que su madre (Dominique Frot, la actriz más conocida aquí) no está en condiciones psicológicas para atenderlo. Maylis es la que menos aparece en el relato pero abre la película a un tema que es también muy interesante de analizar. Ella, o sus padres, en un punto no quieren que la pequeña siga filmando, lo que obliga al director a repensar su papel.

La situación de Maylis es una de las tantas en las que LES PIRES lidia con lo que el rodaje en sí le hace al pueblo en cuestión y a su gente. Si bien trae dinero a la zona, un cierto orgullo y un movimiento que les genera a todos curiosidad, también produce problemas tanto en lo cotidiano como en lo «ético». Hay una muy buena escena en la que varias vecinas del barrio que trabajan en programas sociales cuestionan a los realizadores respecto a la imagen que saldrá en la película del lugar, ya que piensan que eso echará por tierra todo el trabajo comunitario que vienen realizando. Dicho de otro modo: ellos no son solamente «los peores» que la película muestra.

En el medio hay situaciones menos interesantes. Las escenas de la película dentro de la película casi sobran (salvo por un par, sobre el final) y el drama personal/creativo del realizador, que no parece tener muy en claro lo que quiere, tampoco. Sí se vuelve más rica de analizar la relación entre él (interpretado por Johan Heldenbergh) y los chicos actores, que se va complicando cuando algunos de los pibes del barrio deciden acusarlo de, bueno, ya verán…

Aún en su un tanto caótica estructura, LES PIRES pone en juego muchos de los conflictos que rondan los rodajes cinematográficos en lugares reales y con gente real que, con algunas diferencias, encarnan versiones de sí mismos. ¿Qué pasa con ellos cuando «la gente del cine» se va? ¿La propia filmación intensifica sus conflictos o los ayuda a superarlos? Ver la película acá en Cannes con el equipo y los chicos presentes en la sala siendo ovacionados le agrega otra capa de sentido a la experiencia. Emocionalmente fuerte, pero quizás en un futuro igual de rara y conflictiva para estos chicos, especialmente cuando todos deban volver a sus vidas habituales. Lejos, muy lejos, de los flashes y las alfombras rojas de los festivales de cine.