Cannes 2022: crítica de «Nostalgia», de Mario Martone (Competencia)
La película del veterano realizador italiano se centra en un napolitano que vuelve a la ciudad tras 40 años y redescubre su amor por el barrio en el que nació.
El nuevo film del veterano realizador napolitano de MUERTE DE UN MATEMATICO NAPOLITANO se suma a la contienda por la Palma de Oro sin agregar mucho a una competencia inusualmente floja, quizás la peor en mucho tiempo aquí. Se trata de una película correcta y efectiva que gana mucho por la pintura precisa que hace de Napoli, la ciudad donde Martone ha hecho casi toda su carrera. Pero si bien es un film más que digno entre los presentados en esta pobre edición 2022, acá quizás pase desapercibido cuando sí haría una diferencia en un festival como Venecia, por ejemplo, que siempre lucha para tener tres o cuatro títulos locales a la altura de su propia competición.
NOSTALGIA se centra en el regreso de Felice Lasco (Pierfrancesco Favino, hace poco visto en EL TRAIDOR, de Marco Bellocchio) a su ciudad natal, a la que no visitaba hacía décadas y en la que aún vive su muy anciana madre. Felice se fue de allí siendo adolescente a causa de un incidente –cuyo peso se irá develando con el correr de los minutos– y se radicó en Egipto, donde ha vivido gran parte de su vida. Ahora anda por los cincuentaytantos y, de hecho, ya habla mal y con acento el dialecto local con el que creció.
Durante su primera parte, la película –basada en la novela homónima de Ermanno Rea– se centra en la relación que Felice tiene con su madre, a la que encuentra muy anciana y frágil, además de “explotada” económicamente. En paralelo, se lo ve muy fascinado con volver al lugar, más precisamente al complicado barrio Rione Sanità, al punto de comprarse un motorino y dedicarse a recorrer las callejuelas de una parte de la ciudad que, asegura, está igual a cuando se fue.
En sus recorridos por el barrio que, como el tango, Felice añora, el hombre se reencuentra con viejos (aunque olvidados) conocidos, se relaciona con un cura “progresista” del lugar y toma conciencia del peso que tiene la mafia local, que en su barrio está manejada por un amigo suyo de aquellos tiempos, cuya extraña relación, tanto en el pasado como en el presente, será lo central de la segunda parte de la película.
Ese giro –ligado también a otros hechos que no conviene develar– transforma al film de ser un drama sobre “el regreso al hogar” de parte de un hombre que le había dado la espalda a su ciudad durante décadas a un thriller sobre la influencia de la “camorra” en Nápoles, un problema que viene claramente de antes pero que ahora parece ser aún más inmanejable. Y Felice conecta su propia historia con la del peso de la mafia en su ciudad.
NOSTALGIA es un drama clásico, casi de otra época, estructurado con paciencia y delicadeza, salvo en algunas escenas específicas en las que Martone no parece encontrar el tono adecuado. La relación de Felice con su madre en el comienzo está entre lo mejor del film, ya que muestra con mucha ternura la fuerza de la conexión entre ambos pese al tiempo transcurrido sin verse. Y lo mismo pasa con la pintura del barrio popular en el que transcurre, un laberinto de callejuelas que es mostrado más desde el cariño y, sí, la nostalgia, que desde su evidente sordidez.
En un momento, ese aspecto denso y violento empieza a volverse más importante en la trama y la película se torna más convencional y hasta cruenta, pero no por eso pierde su fuerza dramática. El de Martone es el tipo de film italiano que bien podría ameritar un estreno comercial en la Argentina (u otros países en los que tienen éxito este tipo de películas made in Italy) ya que combina de manera prolija ese tipo de cine familiar y nostálgico con uno más próximo al thriller. No depara nada nuevo ni sorprende, pero dentro del panorama de la competencia de Cannes termina siendo uno de los títulos más dignos.
Se puede decir que se trata de un relato clásico sobre una tragedia mafiosa pero la película es noble, en ningún momento le promete al espectador algo nuevo y resulta querible.
La trama de la película se va cocinando a fuego lento. Empieza con el retorno de Felice (el inmenso actor Pierfrancesco Favino) que se fue a los 15 años de su Nápoles natal hacia Äfrica donde ganó mucho dinero como constructor y decide volver 40 años después a ver a su moribunda madre que perdió la visión. Tras un tierno reencuentro con su madre el espectador se pregunta cuando va a aparecer la camorra y no se equivoca porque aparece de la peor manera, vinculada a la historia de Felice que parece intentar una suerte de redención con la amistad que trata con Don Luigi, un joven sacerdote que enfrenta al pie del cañón a la camorra del barrio La Sanitá.
Muy bien filmada y muy bien actuada aunque no sea novedosa es una muy buena película (8/10)