Cannes 2022: crítica de «Tchaikovsky’s Wife», de Kirill Serebrennikov (Competencia)
La nueva película del exiliado realizador ruso de «Leto» se centra en la mujer que estuvo casada con el compositor y se negaba a aceptar su homosexualidad.
Hay un cierto tipo de cine ruso –casi le diría «soviético» porque la tradición nació durante la existencia de la Unión Soviética– que es consciente de su propio peso, eso que alguno definió como «películas del género obra maestra». En algunos de esos films –geniales, malos, brillantes, insoportables– da la sensación de que cada plano, cada movimiento, cada gesto y mirada están tallados en la pantalla, existen más allá del tiempo, son cuadros en movimiento perpetuo que le piden al espectador rendición sin exigencias y hasta admiración.
Cuando funcionan bien, cuando uno conecta con lo que pasa y el sistema funciona, la experiencia puede ser sobrecogedora. Cuando eso no sucede –como en este caso–, el asunto se transforma en algo parecido a un calvario, ya que uno no puede hacer otra cosa que ver a la máquina moverse, a la construcción de «la obra maestra» y no a la obra maestra en sí. Hay algo del rey desnudo cuando una película con cierta grandilocuencia es, finalmente, un tanto hueca y vacía. Y algo de eso pasa con TCHAIKOWSKI’S WIFE.
Muy distinta que LETO y –salvo por algunas partes– también que PETROV’S FLU, la película del disidente y ahora exiliado realizador ruso se centra en las desventuras, problemas, emociones y fragilidades del personaje que le da título a la película (THE MUSIC LOVERS, de Ken Russell, trataba en parte el mismo tema), la mujer que estuvo casada con el famoso compositor durante, bueno, más años que lo recomendable a partir de ciertas circunstancias.
La historia oficial rusa del compositor por lo general esconde su homosexualidad. Y su casamiento con Antonina Miliukova no fue otra cosa que una pantalla para ocultarlo. El y su círculo siempre lo vieron de esa manera. El problema es que ella no. No solo no sabía de su homosexualidad (nadie se lo dijo y, considerando la época y que ella era una chica simple y sin demasiado «mundo», no lo veía como algo posible) sino que estaba convencida que Piotr la amaba y era feliz con ella, cuando era evidente que el hombre la quería lo más lejos posible de su vida.
La película irá contando la degradación psicológica y mental de Antonina (interpretada con fiereza por Alyona Mikhailova), una figura contradictoria a la que el film entiende a partir de muchas de las circunstancias que le toca atravesar pero de la que a la vez toma distancia. El drama avanzará de tal manera que a la mujer la pondrán entre la espada y la pared para que se divorcie de su marido pero ella no solo no quiere sino que está convencida que es una conspiración contra ella. Su insistencia en mantener ese matrimonio (aunque sea a distancia) será uno de los motivos de su disolución psicológica.
La película irá llevando a Antonina a zonas cada vez más extrañas, mentalmente hablando. Especialmente en su última parte, el realizador acompañará estilísticamente a un personaje que va perdiendo todo sentido de la realidad y entra en una zona en la que se mezcla el delirio, el sueño, la danza y hasta la ninfomanía. Ahí el retrato entra en una zona subjetiva en la que se mezclan cosas que pueden haber sido ciertas y otras que no. Pero como Antonina vive cada vez más en su propio universo, la película deja a veces que el espectador decida qué es cierto lo que ve y qué no.
El problema del film, además de ciertas elecciones formales un tanto forzadas, es que el personaje rápidamente empieza a dar vueltas sobre sí mismo, a veces literalmente. Uno puede entender algunos de sus motivos y la manera en la que «los amigos» de Tchaikovsky y el propio compositor la maltrataban y se burlaban de ella, pero llegado cierto punto su negación casi religiosa a aceptar la realidad y su devoción por su «marido» la vuelven una criatura un tanto irritante y molesta, poniendo al espectador a entender más a sus enemigos que a ella. Es un feminismo un tanto extraño el de la película, uno que termina siendo más retrógrado que otra cosa.