Cannes 2022: crítica de «War Pony», de Riley Keough y Gina Gammell (Un Certain Regard)

Cannes 2022: crítica de «War Pony», de Riley Keough y Gina Gammell (Un Certain Regard)

por - cine, Críticas, Festivales
21 May, 2022 09:08 | Sin comentarios

La opera prima de estas dos realizadoras es una inmersión en una reserva indígena de South Dakota para contar las vidas de un joven y un niño sobreviviendo a difíciles circunstancias.

A la ya extraña y sorprendente carrera y vida de la actriz de AMERICAN HONEY hay que sumarle una nueva: la de realizadora. La chica, que viene desarrollando una muy buena carrera en el cine independiente y que es, además, la nieta de Elvis Presley (un dato de color que quizás no sea importante pero que llama la atención en función del tipo de personajes que suele interpretar y hasta el mundo en el que se centra esta película), debuta como realizadora con esta película codirigida con la productora Gammell y que se centra en un mundo no del todo diferente al de algunos de los films de Chloe Zhao: la Pine Ridge Reservation, zona de la tribu originaria Oglala Lakota ubicada en al estado de South Dakota.

Sin intentar imitar el poético acercamiento visual de la directora de SONGS MY BROTHER TOUGHT ME –la más parecida de las películas de Zhao a esta–, WAR PONY (conocida hasta casi el anuncio de su ingreso a Cannes como BEAST) toma sin embargo un mundo similar de adolescentes y niños tratando de sobrevivir en un clima hostil y violento, tanto internamente como con el mundo exterior. Por el tono un poco más lúdico que presenta, al menos en su primera parte, uno podría acercarla también a la serie RESERVATION DOGS, pero de a poco la película se pondrá más grave, más seria y quizás un poco demasiado melodramática, especialmente por el uso de la música.

WAR PONY cuenta dos historias paralelas que casi no se cruzan entre sí. Billy (Jojo Bapteise Whiting) es un joven de 23 años que está tratando de conseguir algo de dinero para sobrevivir y ayudar en las necesidades familiares. Uno de sus recursos es cuidar y tratar de vender a una enorme poodle («Beast» es su nombre) y los cachorros que tendrá. Problemas con su madre, con una ex y con su pareja (con ambas tiene hijos pequeños) lo llevan a necesitar más dinero y acepta trabajar en la granja de un ricachón de la zona, cuyos pavos son muy requeridos en el Día de Acción de Gracias.

En paralelo –aparentemente–, la película cuenta la historia de Matho (LaDainian Crazy Thunder), un chico de doce años de la misma reservación que lidia con problemas parecidos aunque diferentes. Su padre es un traficante de drogas y Matho no tiene mejor idea, con sus amigos, de agarrar una parte de su mercadería y venderla por su cuenta. Lo cual le da dinero, sí, pero rápidamente lo mete en problemas. A la vez, con su grupo de amigos, tienen las desventuras habituales de los chicos que viven en un espacio tan libre, abierto y salvaje: andar en bicicleta, tratar de conquistar chicas, beber alcohol y otros menesteres.

En paralelo, uno y otro se irán enredando en problemas cada vez más severos. Si bien el sistema narrativo es un poco caótico, la película va mostrando cómo ninguno de los dos logra salir adelante en función de sus deseos. A veces, por problemas que se generan ellos mismos. Y, en otros casos, por asuntos generados por otros. Hay, además, una coincidencia si se quiere metafórica que le da otro punto en común a ambos y que es mejor no adelantar.

WAR PONY es un retrato sincero y crudo de la vida en la reservación, con sus conflictos, su violencia, sus tensiones, pero también con sus (menos) momentos de calma, afecto, cariño y solidaridad. Las directoras se acercan a sus personajes sin prejuicios ni condescendencia. Al contrario, lo hacen de manera franca y sincera. Es por eso que cierto uso excesivamente dramático de la música por momentos se siente fuera de lugar, impuesto sobre el film más que natural a su desarrollo dramático.

Con un equipo de trabajo que incluye a los productores de A CIAMBRA y SOUND OF METAL, y tras pasar muchos años conviviendo con la gente del lugar, las realizadoras prepararon junto a dos escritores locales un guión que tratara de reflejar sus experiencias basándose en situaciones reales que se vivieron allí. Y WAR PONY es exactamente eso: una inmersión en la vida de los jóvenes –y de eso llamado «masculinidad»– de una reservación, inmersión que con sus diferencias estéticas quizás no sea tan distinta a la de cualquier otro lugar.