Estrenos online: crítica de «George Carlin’s American Dream», de Judd Apatow y Michael Bonfiglio (HBO Max)
Este documental en dos episodios se centra en la vida y la extensa y cambiante carrera de uno de los más grandes e influyentes comediantes de stand up de la historia.
No es usual que un comediante sea comparado con Bach, Rembrandt, Beethoven o los Beatles por los colegas más jóvenes a los que influenció. Pero ese es el caso de George Carlin, cuya larga, explosiva, cambiante y original carrera alteró para siempre eso que hoy conocemos como stand up. Un hombre de un talento único con las palabras, representó en sí mismo la transición entre distintos tipos de comedia, empezando como un tradicional «contador de chistes» para convertirse, a principios de los ’70, en una suerte de ícono de la contracultura, un hippie freak como algunos lo describían. Pero sus cambios no terminaron allí y esta serie documental de dos episodios cubre todos los aspectos de su carrera, de su vida personal y de la enorme influencia que tuvo en una industria que hoy ha explotado a niveles que eran inimaginables en su época.
Como un buen producto de la compañía Apatow, se trata de un documental que se toma su tiempo en explorar a fondo a su personaje, un deep dive en la vida y obra de Carlin que quizás sea demasiado extenso y detallado para los que tengan un interés casual en su figura o ni siquiera lo conozcan. Pero para los comediantes, los estudiosos del género o los fans que quieren conocer más acerca de la historia del stand up se trata de un documental clave ya que al retratar a su personaje va entrelazando medio siglo de historia del humor estadounidense y, en cierto sentido, mundial.
Neoyorquino de familia irlandesa –complicada, con padre violento y una madre que era todo un personaje–, Carlin empezó a hacerse un nombre como un comediante tradicional, de la vieja escuela, veloz contador de bromas, ingenioso, respetable, bien vestido, peinado y asiduo invitado a programas de televisión a principios de los ’60. Los cambios políticos y culturales de la década –además de algunas controversias– lo fueron sacando de ese lugar para llevarlo a implementar un estilo más personal, observacional y crítico dentro del género, estilo que en ese entonces era popular en las universidades y cafés pero no llegaba a los grandes escenarios ni a los medios.
Con el pelo más largo, barba y una rutina plagada de malas palabras imposibles de decir en televisión (de hecho, hizo su más célebre rutina sobre ese tema, al punto de que el asunto terminó en la Corte Suprema), Carlin se reconvirtió como un comediante irreverente y crítico, áspero en su manera de ver el mundo y empujando los límites de lo que se podía decir desde un escenario, límites que son hoy irrelevantes en más de un sentido. A mediados de los ’70, con la llegada de una nueva generación de comediantes (los ligados a Saturday Night Live), Carlin fue quedando un poco al margen y pasó algunos años oscuros y complicados, pero en los años ’80 volvió a reinventarse ya más claramente enfocado en asuntos sociales y políticos, ofreciendo una mirada cruda y directa de la cultura estadounidense y de sus instituciones políticas, militares y religiosas, siempre desde el humor.
El documental contará también su historia de vida. Su largo, amoroso pero en ciertos momentos problemático matrimonio con Brenda Hosbrook se conectará con otro aspecto de su vida personal: el consumo de drogas, en especial la cocaína. De una manera honesta y sin vueltas, usando las palabras del propio Carlin sacadas de las muchísimas entrevistas que dio en su vida, AMERICAN DREAM no tiene miedo en mostrar las zonas más oscuras y complicadas de su protagonista, algo que no suele ser habitual en documentales producidos por la propia familia (en este caso, su hija). Pero conociendo la carrera de Carlin lo menos que se puede esperar es que un documental sobre su vida sea tan crudo, honesto y brutal como lo eran sus actuaciones.
A lo largo de las casi cuatro horas que dura, el documental incluye muchísimas de las rutinas de Carlin, además de sus escritos y conversaciones. Comediantes como Jerry Seinfeld, Chris Rock, Bill Burr, Jon Stewart, Stephen Colbert, Patton Oswalt o Steven Wright analizan, discuten y ponen en contexto muchos de esos momentos, analizando los motivos por los que son fundamentales, clásicos o representaron momentos profundos de cambio y originalidad dentro del género. Uno puede ver hoy muchas de las rutinas de Carlin y quizás no sorprenderse tanto porque la combinación de acidez, poder de observación, inteligencia, destreza verbal (algo en lo que nadie se le acerca, aún hoy) y «lenguaje colorido» ya están integrados al arte del stand up, pero si bien el hombre no inventó ninguno de esos formatos los llevó a todos a su punto máximo en su momento, los hizo crecer como forma artística.
El documental es también una celebración del arte de la reinvención. Como varios lo comentan aquí, más allá de algunos traspiés, Carlin supo ir entendiendo los tiempos en los que vivía y hasta anticipándose a muchos de ellos. Uno lo ve analizar cuestiones políticas en sus especiales de HBO de los años ’80 (fue uno de los primeros en popularizar el «especial de cable» que hoy es un formato establecido) y tranquilamente podría estar, con mínimas diferencias, hablando ahora. Y Apatow lo sabe y utiliza sus rutinas de una manera directa y acaso no del todo sutil para subrayar debates políticos y culturales de estos tiempos.
Si bien sus rutinas han sido utilizadas y defendidas desde todos los ámbitos políticos (en cierto modo el tipo fue un «libertario» en el verdadero sentido de esa hoy mala usada palabra), GEORGE CARLIN’S AMERICAN DREAM lo ubica más decididamente a la izquierda de ese espectro, especialmente con sus violentas críticas a los políticos conservadores, a los anti-abortistas, a la religión en general, a los militares y a la política exterior de los Estados Unidos. Es probable que hoy Carlin estaría en contra de cualquier tipo de «cultura de la cancelación» y hay un fuerte momento en el documental donde se despacha contra los ambientalistas, pero el film lo muestra hasta su última y más nihilista etapa como un hombre que supo observar, con originalidad, fastidio y finalmente bastante decepción, a esto que llamamos «naturaleza humana».
Por fin….