Estrenos online: crítica de «Los niños de Dios», de Martín Farina (MUBI)
El realizador argentino de «Mujer nómade» dirigió este documental centrándose en las experiencias de familiares suyos que fueron parte de una controvertida secta religiosa.
Para los que crecimos en los años ’80, la idea de las sectas producen escalofríos seguramente ligados a los tristemente célebres suicidios masivos que tuvieron lugar en el seno de una de ellas, liderada por un tal Jim Jones, en 1979. No fue la única, claramente: han habido otros escándalos y varios de ellos han sido reportados tanto periodísticamente como en series documentales. La famosa secta conocida como «Children of God» –llamada originalmente «The Family»– es una de esas oscuras historias, con escándalos internacionales y nacionales, ya que fue allanada en 1993 en la Argentina, con acusaciones de abusos, violaciones, pedofilia y muchas otras cosas igualmente espeluznantes.
Farina no procede del modo convencional aquí, como era de esperar. Y se agradece. En lugar de hacer un racconto de los sucesos locales de esa secta (algo que bien podría hacer otro documental) se centra en las experiencias de su propio familia, ya que sus tíos y primos fueron parte de esa comunidad durante muchos años y, en algunos casos, todavía conservan ciertas prácticas adoptadas en esa época. Es así que su cámara se mete en la vida de sus dos primos (Francisco y Sol), quienes lidian con la experiencia pasada, con las contradicciones internas y con su propia y devota familia mientras sus vidas privadas, en la actualidad, poco y nada tienen que ver con ese pasado.
La observación de sus hábitos y su vida actual –hay muy bellos momentos musicales entre ambos, interpretando standards de jazz y algunas canciones religiosas– va dando paso de a poco a momentos más confesionales, a ir contando y mostrando cosas terribles del pasado. Es así que no solo vemos impactante material gráfico de la secta sino que vamos conociendo algunas de sus prácticas, siempre con la distancia que da el tiempo transcurrido. No hay una afectada sobredramatización de esas experiencias al estilo hollywoodense. Se las cuenta, casi, de manera natural, una suerte de «así eran las cosas» y ya. El resto está tallado en los propios cuerpos, en los rostros, en las miradas.
Lo que vuelve aún más fascinante a este modo de contar las cosas, es que si bien la familia protagonista está alejada actualmente de esa secta (cuyo líder David Berg murió en 1994 y que oficialmente ya no existe hoy aunque…), los padres siguen siendo creyentes y manteniendo lo que parecen ser algunas de sus tradiciones, lo cual genera conflictos generacionales además de una manera muy diferente y contrastada de interpretar el pasado.
Y Farina –quien ya hizo otros dos films un tanto más experimentales sobre sus familiares, CUENTO DE CHACALES y EL LUGAR DE LA DESAPARICION— sabe meterse en esos quiebres de sentido, generando ideas bastante inquietantes sobre los daños y fracturas psicológicas que producen experiencias tan traumáticas como las vividas por los protagonistas. Y también sobre la posibilidad de superarlas. Un documento excepcional.