Estrenos: crítica de «Todo lo que se olvida en un instante», de Richard Shpuntoff (Gaumont)
Mezcla de film ensayo y documental autobiográfico, esta película analiza los choques culturales e idiomáticos de un neoyorquino que vive hace años en Buenos Aires. En el Gaumont, todos los días a las 18.30.
Muchos conocemos a Richard como subtitulador de películas. Es una presencia constante y amable en el circuito de festivales y en los créditos cinematográficos, especializándose más que nada –a la inversa de lo que seguramente hace la mayoría acá– en subtitular al inglés cine argentino. En este documental y ensayo personal, Shpuntoff juega de una manera muy inteligente y creativa con su propio trabajo para contar una historia que tiene mucho de biográfica pero también de social y cultural respecto, más que nada, a las similitudes y diferencias entre dos idiomas, dos países (más bien, dos ciudades), dos culturas, dos mundos.
TODO LO QUE SE OLVIDA EN UN INSTANTE está estructurada, en parte, como una biografía personal, la de un joven neoyorquino que se vino a vivir a Buenos Aires después de la crisis de 2001 y se quedó a vivir acá desde entonces, hasta sentirse (casi) como un local. Con imágenes filmadas en Buenos Aires (en blanco y negro) y también en Nueva York –de donde es su familia y ciudad que visita cada vez que puede–, Richard va construyendo una historia de similitudes y coincidencias pero también una que pone en evidencia diferencias y responsabilidades a la hora de pensar las dos culturas que lo integran.
Es así que la película va contando historias ligadas a la arquitectura de cada una de las ciudades, los cambios ligados a las controvertidas llegadas de las autopistas, las modificaciones en los barrios de las ciudades y las alteraciones sociales y culturales ligadas a eso. El tema lo lleva a contar la historia de su familia en Nueva York, a conversar con su padre –un típico señor maduro judío de Queens, con su duro acento local que a mis oídos suena como una mezcla entre Bernie Sanders y Woody Allen– sobre los lugares que recorría de chico y que han cambiado mucho y a combinar eso con sus años y experiencias porteñas. Las imágenes que recorren la película son de los dos lados y por momentos no se saben cuáles son de acá y cuáles de allá, algo que el propio realizador analiza en la película.
Pero quizás lo más innovador de la propuesta, que se estrenó mundialmente en el FIDMarseille 2020, pasa por la manera en la que Schpuntoff juega con su propio trabajo –el del subtitulado– como metáfora para marcar las diferencias que existen entre ambas culturas. A veces su voz en off es en castellano, a veces en inglés y durante buen rato los subtítulos no traducen lo que él dice en ese preciso instante sino que hablan de otra cosa, cuentan otra historia. Si a eso se le suma la observación de las imágenes, por momentos TODO LO QUE SE OLVIDA… requiere un ejercicio mental al que nuestros hábitos de consumo cinéfilo no están del todo acostumbrados.
Casi como un cineasta experimental, Shpuntoff desafía a los espectadores a ver imágenes con y sin subtítulos, a que cada uno piense cuál es el efecto que eso produce (si se lee no se ve tanto, si no se lee subtítulos uno pierde parte o mucho del significado dependiendo su conocimiento del otro idioma) y a desasociar una cosa de la otra. Otros juegos incluirán subtitular lo que se dice en una escena en la siguiente (y viceversa), traducir muy libremente algunos textos (probando que toda traducción es una traición que no capta todos los detalles) y practicar y bromear con los miembros de su familia otro de los asuntos que a Richard le preocupan, que pese a sus casi 20 años de estancia local su acento yanki y sus problemas con la pronunciación de la R son inconfundibles y/o irresolubles.
Esa imposibilidad de traducir detalles y de hablar perfectamente un idioma que no es el tuyo son las marcas de ese choque de culturas, los límites que tiene el observador externo a la hora de integrarse del todo a otro país. Pero también esa distancia es la que le permite ver a Buenos Aires y a Nueva York como dos ciudades que tienen más lazos comunicantes (su voz en off habla de los brutales y bastante similares planes urbanos de Osvaldo Cacciatore aquí y de Robert Moses allá) que los que aparenta. A veces, la mirada del que no es de acá y no es de allá es la que permite ver cosas que la mayoría de los demás no vemos tan fácilmente. Y esta película, con sus ingeniosos modos, lo demuestra very clearly.
Cine Gaumont / Espacio INCAA Km 0 – Av. Rivadavia 1635 – Todos los días, las 18:30