Estrenos online: crítica de «Janes: mujeres anónimas», de Tia Lessin y Emma Pildes (HBO Max)

Estrenos online: crítica de «Janes: mujeres anónimas», de Tia Lessin y Emma Pildes (HBO Max)

Este documental de sorprendente actualidad, que pasó por el Festival de Sundance y que estrena ahora HBO Max, se centra en un grupo de jóvenes mujeres de Chicago que practicaban abortos clandestinos cuando eran ilegales (y ahora volvieron a serlo) en los Estados Unidos.

Estrenado a principios de este año en el Festival de Sundance y seguramente pensado y producido durante los años previos, JANES aparece en escena en un momento inesperado para todos los que lo hicieron. Este documental que celebra el trabajo de un grupo de mujeres de Chicago que ayudaban a abortar a fines de los años ’60 y principios de los ’70, cuando todavía era ilegal hacerlo en los Estados Unidos, sale por HBO Max en las mismas semanas que la Corte Suprema vuelve a prohibir el aborto en ese país tras casi 50 años de ser legal. El documental, claro, no incluye esta terrible novedad y parece contar un tipo de trabajo que se hacía en «aquella época», pero lo cierto es que el trabajo de personas como «las Janes» podría regresar en cualquier momento.

Esa actualidad le da una inesperada urgencia a este documental, ya que no es lo mismo verlo desde el recuerdo y el homenaje a sus protagonistas que volverlo a sentir actual. JANES: MUJERES ANONIMAS se centra en un grupo de mujeres, universitarias de Chicago, que en medio de los cambios políticos de finales de la década del ’60, deciden unirse para trabajar en algo que los grupos progresistas de la época no prestaban demasiada atención: el derecho legal al aborto. El documental –armado con el característico formato de entrevistas más material de archivo, pero por suerte sin aparentes reconstrucciones ficcionalizadas– arranca haciendo un típico repaso del estado de situación en el país, poniendo el eje en cómo, pese a todos los cambios que los jóvenes buscaban y las distintas luchas contra el racismo o la guerra de Vietnam, nadie parecía tomar en cuenta el tema del aborto. Bah, de los derechos de las mujeres en general.

Así que, ninguneadas tanto por derecha como por izquierda, un grupo de mujeres de Chicago surgida de esas luchas universitarias, se unen para fundar «Jane», un colectivo cuya misión era la de ofrecer abortos seguros (bah, lo más seguros posibles en función de las circunstancias y posibilidades) en el que cada mujer pagara lo que pudiera. En ese momento –y eso cuentan muchas de las protagonistas– los abortos clandestinos que se hacían allí los manejaba la mafia de Chicago y eran caros (tenían un tarifario bastante desagradable) y muy peligrosos. Como en todo el mundo, las únicas que podían abortar eran las mujeres con dinero. Blancas, por lo general.

El documental va contando la historia a partir del testimonio reciente de muchas de estas mujeres (son menos de diez las que hablan, dos de sus líderes ya fallecieron pero hay material de archivo con entrevistas a ellas) que ahora rondan los 70 y pico de años y que entonces eran unas veinteañeras inexpertas de clase media (y blancas, salvo por una) que armaron un sistema bastante complejo y secreto para poder ofrecer abortos en tiempos de prohibición. Ya verán cómo es el formato, pero tiene bastante de película de espionaje. Y lo mismo sucede con la persona (el hombre, entrevistado aquí) que hacía los procedimientos, un personaje bastante peculiar y alejado de la medicina convencional.

En unos meses se estrenará una película de ficción sobre este mismo grupo llamada CALL JANE, dirigida por Phyllis Nagy y protagonizada por Sigourney Weaver, Elizabeth Banks y Kate Mara. Y seguramente allí se podrá advertir más el clima de suspenso que rodeaba toda la operativa del oficialmente llamado «Abortion Counseling Service of Women’s Liberation«. Aquí, más que nada, se recuerda la época, los muchas veces desesperados pedidos recibidos, algunas situaciones particulares que alteraron el modo de trabajo del grupo, los líos con la policía y cómo, con la llegada de Roe v. Wade (la decisión de la Corte Suprema en 1973 legalizando los abortos) en el momento justo, The Jane Collective no tuvo más razón de ser.

Lo que las mujeres recuerdan –y quizás lo que es más relevante hoy– era la sensación de angustia y desesperación que ellas tenían antes de iniciar el grupo, cuando algunas abortaron de modo clandestino y bastante brutal. No solo por los riesgos en sí del procedimiento en esas condiciones sino por la falta de apoyo, comprensión y empatía que sentían por parte de quiénes los hacían, todos hombres. Aparte de dar la posibilidad de abortar a mujeres sin recursos (las que más tenían «financiaban» a las que tenían poco o nada, explican), las «Janes» daban una contención personal y emocional que solo mujeres podían dar en momentos como esos.

Una de las cosas que más impacta en el documental es notar cómo a ninguno de los implicados en las luchas políticas y en los problemas de la vida diaria en los Estados Unidos parecía importarle el tema. En ese sentido es clave la entrevista a un policía que trabajaba en la época y que declara que si no advirtieron antes la operación de las «Janes» era porque el aborto un tema que ni siquiera estaba en su agenda cotidiana, dejando en claro que nadie tenía en cuenta los problemas de las mujeres y se dirigían a ellas de manera sexista y condescendiente.

Ver la película el mismo día en el que el presidente de los Estados Unidos tiene que firmar un decreto para asegurar el derecho al aborto, cincuenta años después de los hechos que se narran aquí, resulta especialmente doloroso por no decir grave y regresivo. Medio siglo después y pese a los aparentes cambios en la superficie y en el discurso, parece que la situación no ha cambiado demasiado. Seguramente en estos mismos momentos habrá grupos de «nuevas Janes» organizando maneras de pasar por alto la nueva prohibición. Como dice el clásico slogan, «la lucha continúa».