Series: reseña de «Only Murders in the Building: Temporada 2 – Episodios 1/4», de Steve Martin y John Hoffman (Star+)

Series: reseña de «Only Murders in the Building: Temporada 2 – Episodios 1/4», de Steve Martin y John Hoffman (Star+)

La segunda temporada de esta serie de suspenso, intriga y humor protagonizada por Steve Martin, Martin Short y Selena Gómez sigue funcionando muy bien en su tono cómico retro de pura cepa neoyorquina.

La serie protagonizada por Steve Martin, Martin Short y Selena Gómez regresa en su segunda temporada con un control casi completo del tono buscado desde el principio, muy cómoda en ese estilo de comedia clásica y algo retro que bien podría haber firmado Peter Bogdanovich en algún momento de su carrera. Solo es cuestión de dejarse llevar por la propuesta, alejada de la mayoría de las convenciones de las series actuales, y disfrutar de una comedia de enredos y «thriller» a lo Agatha Christie conducida con conocimiento de causa por dos maestros de la comedia y una joven aspirante que se va sintiendo cada vez más cómoda al lado de estos monstruos.

ONLY MURDERS IN THE BUILDING intenta meter en el medio algunos condimentos que funcionen con un público un tanto más joven en edad –algunas actividades del personaje de Selena, algún otro personaje joven y la propia tecnología del podcast– pero realmente solo funcionan cuando son contrastadas por la ignorancia de la dupla septuagenaria respecto a los nuevos códigos. Ver a Martin no entender nada cuando su hijastra le habla con códigos adolescentes actuales es central a la gracia de la propuesta, ya que es claro que en el mundo en el que viven estos personajes –un mundo cuyas referencias son los clásicos musicales de Broadway y que tiene a Shirley MacLaine como actriz invitada–, hay muy pocas del mundo actual y real que realmente comprenden.

Estos torpes investigadores se meten en otra aventura en el imponente, bello y clásico Edificio Arconia apenas terminan los hechos de la temporada anterior. En esta ocasión, pasan a ser sospechosos de la muerte de la administradora Bunny (Jane Houdyshell, uno de esos rostros y personajes tan woodyallenescos que tiene la serie y que en esta temporada aparece solo en flashbacks) para luego, como en la temporada anterior, pasar a investigar el caso para su podcast, que esta vez –al menos en los primeros cuatro episodios– tiene una presencia menos central que en la primera.

ONLY MURDERS… gana respecto a la temporada pasada gracias a que no tiene necesidad de presentar ni a los personajes ni al mundo ni al concepto. Ni siquiera lidia con las evidentes diferencias de sus protagonistas, quienes ya funcionan como un trío bastante ensamblado y, a su manera, eficiente. Short seguirá siendo el personaje más extrovertido, Martin volverá con su acostumbrada neurosis y Gómez encontrará su lugar en medio de estos especialistas en la comedia como una suerte de «cable a tierra» de este universo tan codificado de viejas referencias de la industria.

Volviendo al caso en sí, no hay mucho que se pueda decir tras cuatro episodios por dos motivos fundamentales. Primero, porque todo cambia constantemente. Y segundo, porque realmente no importa. Descubrir al asesino es apenas una excusa para situaciones cómicas entre los protagonistas, el elenco secundario (muchos vuelven de la primera temporada, otros no) y algunos invitados que funcionan muy bien (como la citada MacLaine, que calza como anillo al dedo en la propuesta) y otros que no tanto, como Amy Schumer que se esfuerza más de lo necesario para estar a la altura de la propuesta. Hay una naturalidad en estos veteranos profesionales a la hora de manejar ese tono cómico un tanto retro que sus colegas más jóvenes no siempre logran imitarlos sin que se les note el gesto.

Algunos de los apuntes más interesantes de la serie pasan por cómo de a poco se van revelando secretos del edificio que conectan con la historia de Nueva York (algunos pasadizos secretos y cosas así) y también cómo ese pasado se liga a la vida de los personajes. ONLY MURDERS… no puede evitar caer en la tentación –propia de las series de esta última década y pico– de darles a los protagonistas complicados traumas familiares que resolver, fundamentalmente entre padres e hijos. Y si bien son subtramas tan innecesarias como alejadas del tono retro de gran parte de la serie, por lo general están bastante bien manejadas.

Se nota, en el corazón de la serie, como una lucha entre aquellos que intentan seguir al pie de la letra los pasos de la comedia de intriga clásica tal como podría haberse filmado en los años ’50 o ’60 (con Jack Lemmon, Tony Curtis y con Billy Wilder dirigiendo) y otros que intentan darle un carácter un tanto más políticamente correcto, con personajes y referencias actuales (Cara Delevigne, el uso de los pronombres, una mayor amplitud racial de los personajes en función del Nueva York actual) y que tienen interés por capturar a espectadores más jóvenes y no solo aquellos más cerca de jubilarse que otra cosa. Y ONLY MURDERS… funciona mejor cuando estas oposiciones son parte de la propia trama. Ver a Martin y a Short adaptándose, entendiendo y «respondiendo» a esos cambios culturales es uno de los grandes logros de esta simpática y farsesca comedia de suspenso a la antigua.