Estrenos online: crítica de «Babysitter», de Monia Chokri (MUBI)

Estrenos online: crítica de «Babysitter», de Monia Chokri (MUBI)

Una pareja en crisis contrata a una babysitter para ocuparse de su bebé y su vida da unos vuelcos inesperados en esta extravagante comedia franco-canadiense. Estreno de MUBI.

Durante sus primeros minutos, Monia Chokri hace todo lo posible para expulsar al espectador de su película BABYSITTER. Allí vemos a tres hombres bebiendo y gritando desaforadamente y tratando de conquistar a un grupo de chicas de similar intensidad mientras están esperando ver un combate de MMA o algo parecido. Cómo si la cacofonía no fuese suficiente por sí misma, la directora y coprotagonista le agrega un sonido infernal, diálogos superpuestos, primerísimos primeros planos, desbordadas actuaciones y una cantidad de cortes por segundo en lo que debe ser el montaje más acelerado que he visto fuera de las escenas de acción o el cine experimental. Si la película no te expulsa ahí (conmigo lo hizo la primera vez, tuve que armarme de coraje para seguir adelante) quizás logres enterarte que la cosa luego se tranquiliza un poco y la película mejora. Difícil de todos modos será sacarse de la cabeza esa escena.

BABYSITTER transcurre en Montreal, donde hablan un francés que desafía el concepto del idioma (imposible entender una palabra de lo que dicen y menos a esta velocidad) y, básicamente, los personajes no hacen más que hablar todo el tiempo. El disparador del conflicto que narra esta comedia surge en esa primera escena cuando Cédric (Patrick Hivon), alcoholizado, le estampa un beso a una conductora de TV que está transmitiendo en vivo. El asunto se hace viral y, denuncia y escándalo mediante, a Cedric lo suspenden indefinidamente del trabajo y entra en crisis. La acusación de misógino y acosador lo pone a pensar sobre si realmente fue eso o apenas un accidente producto del alcohol. El quisiera creer que es lo primero pero su hermano periodista lo convence no solo de que no es así sino que tiene que escribir una detallada disculpa pública explicando su proceder. Cedric no solo termina aceptando sino que, con todo el tiempo libre que tiene, se pone a escribir un libro sobre ese tema.

Pero no es ese su único conflicto. Con su mujer acaban de tener una bebé que no hace más que llorar todo el tiempo. Es imposible hacerla dormir y Nadine (la propia Chokri) está agotada y deprimida. El regreso del marido a la casa le permite al menos salir a trabajar y despejarse un poco, pero Cedric tampoco es una luz con la crianza y, superado, decide contratar a la babysitter del título. Y elige una chica inexperta, la muy bella y voluptuosa Amy (interpretada por la francesa Nadia Tereszkiewicz, que actúa también en SOLO LAS BESTIAS, estrenada en Argentina ayer), que en su entrevista prueba ser capaz de dormir a la niña con facilidad. Pero hay un problema: Cedric no puede dejar de mirarla (el tipo tiene una especial fascinación por los senos prominentes y no puede quitarle los ojos a un escote) y eso, bueno, puede ser problemático. Por lo que imaginan, sí, pero también porque es claro que no hay forma de negar sus obsesiones.

La película –adaptada de una obra teatral, lo que quizás explique su verborragia– irá calmando un poco su ritmo, que igualmente es bastante frenético, en la siguiente media hora. Si a eso se le suma una fotografía colorida y excesiva, por momentos BABYSITTER tiene algo de cómic, de película animada o una mezcla canadiense de títulos como AMELIE (bah, de la filmografía completa de Jean-Pierre Jeunet). Admito que este tipo de desbordes estilísticos, mezclado con un elenco que habla y grita todo el tiempo (y un bebé que no para de llorar) me resulta un tanto agobiante así que la primera mitad de la película se me hizo casi insoportable, más allá de que uno pueda notar la ambición de la propuesta.

En la segunda mitad algo cambia. La película se calma (otro poco), se enrarece, se vuelve más extravagante y casi surrealista, más cerca de un Peter Strickland que de los referentes antes citados. Y si bien no es un cambio radical (Cedric, su hermano y un amigo insoportable que tienen siempre se las arreglan para seguir estando acelerados como si no pudieran dejar de usar cualquiera sea la droga que se meten), le permite a BABYSITTER entrar a otros terrenos más inquietantes y curiosos, especialmente cuando deja a los hombres de lado para centrarse en la relación entre Nadine y Amy. 

Imagino que BABYSITTER es una película que tendrá sus acérrimos fans. Es de esas propuestas que generan amor u odio, algo similar a lo que pasa con las de su compatriota Xavier Dolan (para quien Chokri trabajó como actriz), un director cuyos films bordean por momentos la híper-excitabilidad de éste. Lo que sí tiene la realizadora –y eso es innegable– es un criterio estético muy propio y definido que ha ido perfeccionando en tan solo dos películas, uno que es poco convencional, arriesgado por lo chirriante pero lo suficientemente enrarecido y perverso como para salir de la manera convencional y previsible en las que este tipo de temas (la maternidad, la misoginia, el desenfrenado deseo sexual) se tratan en el cine actual. Uno puede sentirse agobiado con la propuesta y a la vez admirar su riesgo y algunas de sus elecciones. Será cuestión de ir refinando de a poco el «volumen» (en más de un sentido) y estoy seguro que hay una potencial gran película en esa caótica catarata de ideas que es su cine.