Estrenos online: crítica de «Ciudadano Ashe», de Rex Miller y Sam Pollard (HBO Max)

Estrenos online: crítica de «Ciudadano Ashe», de Rex Miller y Sam Pollard (HBO Max)

Este documental narra la vida y la carrera del famoso tenista afroamericano centrándose más en su lucha por causas sociales que en su rol como deportista.

Para los que seguimos el tenis desde que tenemos memoria la figura de Arthur Ashe es casi mítica. Si bien siempre fue un hombre tímido, discreto y correcto –más cercano al estilo sobrio de los tenistas de los años ’60 con los que comenzó que a sus más excéntricos, agresivos o llamativos rivales de los ’70, como Jimmy Connors, Ilie Nastase, John McEnroe o el propio Guillermo Vilas–, el hecho de ser el único o el más reconocido tenista afroamericano del circuito siempre le otorgaba un lugar especial. CITIZEN ASHE, el documental sobre su vida y su carrera, intenta narrar la historia de un deportista importante en esa historia de complicada integración racial y uno que quizás no ha sido tan reconocido como otros de sus pares.

Es cierto –y el documental lo deja claro de entrada– que durante una buena parte de su carrera Ashe prefirió no ponerse al frente ni manifestarse en relación a las luchas por los derechos civiles que se hacían en los ’60. Habiendo nacido y crecido en una segregada Richmond, Virginia rodeado de blancos, con un padre estricto que le exigía obediencia a la autoridad y en un deporte en el que su presencia era llamativa aún sin abrir la boca, Ashe decía preferir dedicarse a lo suyo y no hablar de temas sociales, muy lejos de la actitud que tenían Muhammad Ali o Kareem Abdul-Jabbar, dos deportistas que –como lo evidencian sus respectivos cambios de nombre– hacían públicos sus reclamos en la época del Black Power y de la famosa foto militante de los Juegos Olímpicos de 1968.

Lo de Ashe era casi opuesto, al punto que muchos afroamericanos lo consideraban en esa época un «Tío Tom». El hombre parecía querer integrarse, asimilarse, no llamar la atención ni incomodar y hablar solo desde lo deportivo, sus performances como tenista. Y el documental se ocupa –para mi gusto, demasiado rápidamente– de su paso por las canchas de tenis en esa época marcada por el paso a la profesionalización del deporte y en la que regía el uniforme blanco obligatorio para todos los torneos.

Pero como sucede con otros documentales deportivos –o ficciones, como KING RICHARD, sobre la familia de las hermanas Venus y Serena Williams– hoy lo que más se destaca de estos «pioneros» parece pasar por sus actitudes fuera de la cancha y no tanto por lo que hacen dentro de ella. Y lo cierto es que después de los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy (que tuvieron lugar con pocos meses de diferencia en el álgido 1968), algo en Ashe empezó a cambiar y de a poco empezó a tener otra actitud respecto a hablar de ciertos temas controvertidos.

CIUDADANO ASHE encontrará momentos para mencionar algunos torneos importantes, como su único triunfo en el US Open, su paso por la Copa Davis (como jugador y como capitán, entre otras cosas, de aquella final contra Argentina en 1981) o su muy áspera final con Jimmy Connors en Wimbledon, ya más cerca del final de su carrera, en 1975. Pero el eje lo pondrá en ese cambio de postura, que empezó con la oposición al apartheid en Sudáfrica (lo cual le trajo varios inconvenientes), su relación con Nelson Mandela y sus siempre interesantes y complejos análisis de la situación racial. A diferencia de otros deportistas –que reconocen, de manera graciosa, que sus modos no siempre eran «amables»–, el universitario Ashe fue siempre muy elegante y cauto en sus formas, lo cual le permitía tener más entrada con los blancos.

La película ocupará su última parte en las diversas dificultades de salud que lo afectaron al final de su carrera, empezando por sus problemas cardíacos, hasta llegar a su muerte, en 1993 y con solo 49 años, por una neumonía derivada del sida que sufría desde unos años antes. Y, a la vez, mostrará la apacible vida familiar que parecía haber construido en los últimos 15 años con la fotógrafa Jeanne Moutoussamy, con la que tuvo una hija a la que llamaron… Camera. Jeanne es una de las entrevistadas aquí dentro de un pequeño grupo en el que se destaca McEnroe, al que dirigió en la Davis y con el que tuvo algunos entredichos por sus diferentes personalidades pero al que, luego admitió, secretamente envidiaba.

El documental se suma a la serie de películas de este tipo que recuperan historias de deportistas más desde su lugar social que del estrictamente deportivo. Es una tendencia un tanto forzada, especialmente en estos casos, ya que uno no ubica a Ashe como un jugador particularmente militante (una biografía de Ali, claro, no podría evitar hablar de eso y está bien que así sea) y su transformación en ícono de ese tipo de luchas se siente un tanto armada post facto. Es cierto que el propio Ashe decía querer ser recordado más por ese tipo de acciones que por su más «egoísta» (sic) labor deportiva, pero para capturar del todo la grandeza de una figura clave en la historia del deporte también es importante mostrar qué es lo que le dio la posibilidad de ser un vocero de esas causas. Y ese lugar se lo ganó jugando al tenis.