Estrenos online: crítica de «Pinocho», de Robert Zemeckis (Disney+)

Estrenos online: crítica de «Pinocho», de Robert Zemeckis (Disney+)

Esta estilizada pero innecesaria remake del clásico film animado de 1940 cuenta sin demasiados cambios la versión de Disney de la historia original de Carlo Collodi. Con Tom Hanks, Cynthia Erivo y las voces de Joseph Gordon-Levitt y Keegan Michael Key. Estreno del 8 de septiembre en Disney+.

Dos cosas entre misteriosas e inexplicables se unen en esta remake de PINOCHO. La primera tiene que ver con la obsesión de su director, Robert Zemeckis, de seguir apostando a este estilo híbrido entre la animación y el live-action, con el que viene insistiendo desde EL EXPRESO POLAR, allá por 2004, sin conseguir jamás resultados interesantes. Desde entonces hasta ahora ha realizado seis películas que, en mayor o menor medida, se presentan como un evidente combo entre ambos mundos (digo «evidente» porque hoy casi todas las superproducciones de Hollywood son un combo entre live action y animación, solo que aquí se hace de modo más que visible) y, en los casi veinte años que pasaron desde entonces, las únicas películas suyas que recordamos son las que hizo por fuera de este formato, como EL VUELO y, en menor medida, EN LA CUERDA FLOJA. Pero ninguna de ellas está a la altura de su carrera durante el siglo XX, que incluyó la saga VOLVER AL FUTURO, FORREST GUMP, CONTACTO, NAUFRAGO y, sí, la única película que hizo de este modo híbrido y le salió bien: ¿QUIEN ENGAÑÓ A ROGER RABBIT?

El a esta altura agotador intento de Zemeckis de recuperar la magia de ese clásico de 1988 vuelve a fracasar con PINOCHO, película que une la obsesión del director con otra –más comercialmente sensata pero cinematográficamente casi tan tediosa– que es la de la compañía Disney por hacer remakes híbridas o live action de todos sus clásicos animados. Algunas de esas películas tuvieron su gracia y estilo, otras no tanto, pero a favor de la lógica de la empresa hay que decir que comercialmente funcionaron muy bien. Bueno, la mayoría de ellas. A juzgar por la decisión de lanzar esta remake de su película de 1940 directo en su plataforma, da la impresión de que no le tenían la fe suficiente como para estrenarla en cines.

Y digo remake de la película porque este PINOCHO 2022 no vuelve a la novela original del italiano Carlo Collodi sino que adapta con algunos cambios el éxito animado de 1940 con el que crecimos generaciones y generaciones de niños. Desde entonces hasta ahora han habido decenas de adaptaciones de la historia –una, dirigida por Guillermo del Toro, llegará en tan solo unos meses–, con lo cual la idea de volver sobre lo mismo suena todavía un poco más desenfocado e ilógico. Pero nadie duda que, al menos comercialmente, Disney parece saber lo que está haciendo. La película será muy floja, pero quizás los números terminen jugándole a favor. No siempre éxito y calidad van de la mano.

Esta PINOCHO tiene a Tom Hanks encarnando a Geppetto (es Hanks-Hanks, no esa versión animada y medio fantasmagórica de EL EXPRESO POLAR) dentro de un universo que integra a actores y sets reales con personajes (criaturas de todo tipo y color, especialmente) animados digitalmente. La tecnología ha mejorado mucho desde los tiempos en los que Zemeckis coqueteaba con estos universos (vean sino cómo Disney hace las series de la saga STAR WARS en sets virtuales) pero los guiones han ido para el otro lado, volviéndose cada vez más obvios y simplistas. Es así que la película no es cuestionable –como lo eran otras del director– por ese estilo no del todo creíble que tenían, sino por, bueno, todo lo demás.

La historia es más o menos la misma solo que aggiornada con algunos chistes que solo tendrán gracia para los espectadores de esta década (hay uno con Chris Pine, hoy casualmente transformado en viralizada celebridad) y otros que apuestan a un humor mucho más terrenal y básico que lo esperable, incluyendo bromas sobre influencers o agentes de estrellas. Tiene, además, un casting más inclusivo, al menos en lo que se refiere a intérpretes afrodescendientes, algo que igualmente es un tanto curioso ya que, siendo una película que transcurre en Italia, podrían haber contratado más actores italianos si de diversidad hablamos. Pero, en Hollywood, inclusión y diversidad se entienden de solo una o dos maneras. Las demás formas parece que no suman tantos puntos.

Esos son algunos de los problemas que plagan a una película que, más allá de su lujosa producción, su evidente cuidado en cada uno de los detalles (desde el taller de Geppetto al interior de la ballena, desde los lugares que atraviesa Pinocho en su bizarro recorrido hasta los vestuarios de cada personaje) y su ritmo que va volviéndose cada vez más frenético, no tiene mucho más para ofrecer que una copia de una copia de otra copia. No hay una búsqueda por generar otro tipo de estética (habrá que esperar a la de Del Todo para ver eso) ni de plantear temas diferentes que vayan más allá de la previsible actualización de algunas temáticas y comportamientos del film original que quedaron un poco fechados en los 80 años que pasaron.

Cynthia Erivo encarna al Hada Azul, Joseph Gordon-Levitt hace lo propio con Jiminy Cricket (aka, «Pepito Grillo», quien funciona además como narrador) y Keegan Michael Key tiene el papel del «Honrado Juan», el que empieza llevando a Pinocho por el mal camino, cuando el muñeco de madera que cobró vida –gracias a la necrológica obsesión del solitario relojero Gepetto– se sienta rechazado en el colegio y decida seguir a este cruel y despiadado personaje en busca de fama y fortuna, traicionando los deseos de su «padre» y de su «conciencia», encarnada por el grillo en cuestión.

El resto serán las aventuras coloridas y estrambóticas de Pinocho a lo largo de un día, las que mantendremos en el misterio para las nuevas generaciones de espectadores que no conocen la historia, además de algunas nuevas canciones y reversiones –o reinterpretaciones– de las más conocidas. No hay mucho más que eso. Tomando en cuenta la cantidad de versiones de la misma historia que existen y, en algunos casos, conviven entre sí (hay seis películas sobre el personaje tan solo en el siglo XXI), no parece haber otro motivo para la existencia de esta PINOCHO que «hacer caja» y aumentar los ingresos de una compañía que hoy tiene como su principal objetivo hacer circular, una y otra vez, diferentes versiones, adaptaciones y «universos» de sus viejas (o adquiridas) creaciones. Seguramente tiene sentido desde lo comercial. Desde lo artístico, pocas veces. Y esta no es una de ellas.