Estrenos online: crítica de «The African Desperate», de Martine Syms (MUBI)

Estrenos online: crítica de «The African Desperate», de Martine Syms (MUBI)

Esta opera prima es una ácida comedia acerca de lo que pasa en la noche de despedida de la universidad de una estudiante de arte afroamericana. Estreno de MUBI del viernes 21 de octubre.

El insular mundo de las universidades, escuelas e institutos de arte tienen dos representantes cinematográficos muy diferentes este año. Por un lado está SHOWING UP, de Kelly Reichardt, en el que un universo de este tipo se narra de un modo calmo, característico de la realizadora. THE AFRICAN DESPERATE, la opera prima de Martine Syms, opta por algo muy diferente, por momentos casi opuesto. Si bien son películas que comienzan con una situación similar –la interna universitaria, digamos– pronto toman caminos radicalmente distintos.

La primera escena de THE AFRICAN DESPERATE no solo explica el curioso título sino que parece casi típica de cierta comedia indie norteamericana, al mostrar una incómoda y áspera escena en la que una estudiante recibe comentarios de su trabajo de parte de sus docentes para ver si le dan o no su título de MFA (Master of Fine Arts). La conversación no parece ir del todo bien –y los docentes se pasan de pretenciosos–, pero la tensa Palace (Diamond Stingily) recibe de todos modos el título. No parece demasiado entusiasmada, igualmente.

El resto del film se ocupará de su despedida del campus, una larga e intensa noche de festejos y encuentros en la que, al menos al principio, ella tiene menos ganas de participar que sus amigos, amigas y colegas. El grueso de THE AFRICAN DESPERATE pasará por los preparativos, las conversaciones, encuentros, desencuentros, sexo, drogas y tecno music de una noche larga en la que los decibeles suben, las pulsiones crecen y todo se descontrola un poco más de lo esperado.

De entrada se nota que Syms tiene claro que el lenguaje que utilizará no será del todo convencional. Así que, si bien la escena inicial se caracterizará por su seca normalidad, de a poco la intensidad de la puesta en escena irá creciendo a la par de las experiencias de su protagonista. La noche, las drogas, los desencuentros sexuales y los filosos comentarios de sus pares le irán permitiendo a la directora tomar cada vez más riesgos visuales, algunos más cercanos a una visión godardiana y hasta avant garde del cine, otros más puramente llamativos desde la combinación de colores, sonidos y edición. Vean, por ejemplo, algunos inserts que usa o cómo propone visualmente las charlas virtuales.

De a poco THE AFRICAN DESPERATE se va revelando como un intento de ponerse en la piel y en la cabeza de una joven afroamericana en un mundo, como el del arte, en el que se siente claramente minoría. Esa parte más satírica y corrosiva de la película es quizás la menos lograda, ya que los personajes se van volviendo más y más caricaturescos con el correr de la noche y de los bruscos chispazos verbales. Es cuando Palace está sola o cuando se relaja con amigas (hay una escena en un parque con un río que es lo mejor del film) en donde la película baja un poco la guardia y va un poco más a fondo respecto a los personajes.

Aún dentro del descontrol de la noche fiestera, Syms encuentra momentos para generar escenas originales. Palace da una rara clase de maquillaje que funciona muy bien y hay una relación con uno de los personajes con los que se cruza a lo largo de esa noche y de la mañana siguiente (masculino, en este caso) que también está bastante lograda por su sexualizada incomodidad. En cierto sentido, cuando la película baja los decibeles, mejor es. Cuando no lo hace, es más probable que cause cierta irritación y fastidio. Pero la misma sensación es la que tiene la protagonista. Y ese malestar, de alguna manera, queda reflejado en la propia película.