Festival de Hamburgo 2022: crítica de «Human Flowers of Flesh», de Helena Wittmann

Festival de Hamburgo 2022: crítica de «Human Flowers of Flesh», de Helena Wittmann

por - cine, Críticas, Festivales
15 Oct, 2022 07:15 | Sin comentarios

Una mujer y un grupo de hombres viajan a bordo de un pequeño barco a través del Mediterráneo con destino a Argelia en esta poética «bitácora audiovisual» de la directora de «Drift».

Formas y motivos. Planos que se encadenan de modo poético, sin una expresa necesidad narrativa. Ejercicio, observación, expresión. HUMAN FLOWERS OF FLESH es una suerte de muestrario de posibilidades estéticas, la película de alguien con un preciso ojo para la composición, que transforma cada imagen en un pensamiento, casi una reflexión. Dependerá de cada espectador, en más de un sentido, en transformar esas imágenes en ideas propias, ya que uno de los delicados talentos de Helena Wittmann pasa por no cargar lo que muestra de significados, sino ir dejando que cada observador llene esos planos con su propio mundo, su propio universo.

En un sentido, HUMAN FLOWERS… es una película sobre el movimiento, sobre un grupo de personas que viajan con un destino en principio desconocido y que se irá revelando de a poco. En una película con pocos diálogos y desprovista, en su mayor parte, de construcciones psicológicas que den «entidad» dramática a sus protagonistas, el recorrido se transforma en una experiencia a ser completada por el espectador. La película puede ser un homenaje a los viajeros, a los expedicionarios, a la Legión Extranjera, a BEAU TRAVAIL y a Claire Denis, pero si alguien la ve sin ninguna de esas referencias puede también disfrutar de la experiencia y dejarse llevar por la elegante claridad de las imágenes.

Hipnótica es una palabra que se usa, muchas veces de modo gratuito, para referirse a películas como esta. Y en este caso es un término adecuado. La directora de DRIFT, que viene de la dirección de fotografía, tiene una clara pasión e interés por el mar, como ya quedó demostrado en aquel film. Aquí el agua es también pieza fundamental del relato y en algún momento hasta la única, ya que en una secuencia del film todo lo demás, quizás superfluo, desaparecerá y solo quedaremos metidos en la profundidad del mar.

La protagonista, en términos nominales al menos (la película tiene pocos diálogos y ella, menos aún), es Ida (la actriz griega Angeliki Papoulia), una mujer que es parte de un grupo internacional de ¿aventureros? que se hacen a la mar en un barco con un destino en apariencia incierto. Vienen de distintos países (se escucha mucho inglés con acento portugués, también hay alemanes y argelinos) y se unen en ese viaje exploratorio que ocupa gran parte de la película. Wittmann/Ida los observa y escucha, mientras conversan, leen o simplemente están, viajan. Y, de a poco, se van volviendo uno con el mar, especialmente Ida, que ama nadar en el azul del Mediterráneo.

Los viajeros –ella parece ser la dueña del barco y ellos una mezcla de acompañantes y crew— parten de Marsella con destino a Argelia siguiendo los pasos de la Legión Extranjera e interesándose en sus historias, algunas de las cuales se van contando. Pero esa excusa le servirá a Wittmann para establecer una suerte de diario de viaje filmado, de bitácora audiovisual, en la que el objetivo principal pasa por esas imágenes que captura a través la cámara y por las experiencias –dentro y fuera del agua– que atraviesa la enigmática protagonista.

Ese viaje tendrá un destino –y un cameo más que significativo de un actor que conecta esta película con otra– y para el final sabremos un poco más acerca del recorrido en sí, pero no tendrá un sentido resolutivo ni se verá como un objetivo quizás cumplido. Así como para los protagonistas, para el espectador la experiencia será el viaje en sí, la sensación de estar compartiendo la mirada con Ida, con Wittmann y con aquellos hombres y mujeres que se hacen «a la mar» para ser testigos de la belleza de un mundo aún no destruido, o al menos no del todo, por la mano del hombre.