Estrenos online: crítica de «Buenas noches Oppy», de Ryan White (Amazon Prime Video)

Estrenos online: crítica de «Buenas noches Oppy», de Ryan White (Amazon Prime Video)

Este documental, fuerte candidato al premio Oscar en su categoría, se centra en las misiones de los robots Opportunity y Spirit en Marte. Estreno de Amazon Prime Video.

Una suerte de WALL-E de la vida real, Opportunity fue uno de los dos robots «rovers» que fueron enviados por la NASA a Marte con el objetivo de explorar el planeta, fotografiarlo y enviar información importante para la investigación acerca de la potencial existencia de vida en algún momento allí, más que nada a partir de descubrir evidencia de agua en su pasado. Lanzados en 2003 –su «hermana» Spirit salió unos días antes– tras un largo proceso para convencer a la NASA de su utilidad, diseñarlos, construirlos, probarlos hasta que funcionaran y enviarlos al espacio sin mucha seguridad de su llegada allí a salvo, los robots aterrizaron enteros y empezaron lo que, tenían calculado, iba a ser un período de 90 días de investigación.

Pero los rovers resultaron más resilientes de lo que se pensaba. Mucho más. Y la historia que cuenta BUENAS NOCHES OPPY se centra, además del lanzamiento, en las desventuras de los robots una vez en Marte. Como lo spoilea directamente el título –y hasta el propio comienzo de este documental que no casualmente tiene como productora a Amblin, la compañía de Steven Spielberg–, ninguno de los dos ya está en operaciones. En distintos momentos y por motivos que se verán aquí, se puede decir que los robots vivieron y envejecieron en aquel planeta hasta que no hubo más remedio que «dejarlos ir».

De un modo emotivo, por momentos en exceso sensiblero, la película pone el eje en los miembros principales del equipo creador de los robots, responsable del lanzamiento y de comandarlos en sus actividades en el planeta rojo. Como Spirit y Opportunity estuvieron muchos años recolectando información allí, el equipo fue mutando, jóvenes científicos fueron apareciendo y se fue formando una gran familia ligada a estos eficientes exploradores espaciales, quizás el ángulo más interesante desde lo humano de la película. El otro es el de revalorizar y darle peso a la importancia de la ciencia y los científicos, injustamente golpeados por cierta parte de la población durante los últimos años.

Usando animación digital muy efectiva para recrear los movimientos de los robots en Marte, GOOD NIGHT OPPY va detallando cada una de las investigaciones, tropiezos, fallos, problemas, accidentes, momentos difíciles y hasta alegrías generadas por la dupla. Algunos detalles simpáticos (a ambos los «despertaban» con canciones todas las mañanas) y otros más difíciles (las fallas y la falta de respuesta genera una angustia propia de 2001) se combinan para darle a Spirit y Oppy una especie de «vida propia». Entendible que los científicos lo sientan así y generen una relación casi de amistad con estos aparatos, pero la película los intenta humanizar tanto que por momentos (cuando dicen que uno de los robots tiene Alzheimer y artritis, por ejemplo) suena un poco excesivo.

Es cierto que Spirit y Opportunity se convirtieron en «estrellas pop» en un momento, cuando la NASA decidió usarlos para llamar la atención sobre su trabajo, cuidar su presupuesto y entusiasmar a la gente con su tarea, especialmente a los chicos que conectaron con los robots en cuestión en la época en que Disney estrenaba su película acerca de una criatura parecida en un planeta en apariencia abandonado. Por momentos White parece intentar que el espectador de su documental lo viva de esa misma, «spielberguiana» manera, desde la mirada asombrada de un niño.

La decisión no siempre funciona (digamos que trivializa un poco el trabajo) pero le da al documental su carácter emotivo, especialmente cuando llega el momento en el que –muchos años después que lo planeado– los robots empiezan a tener problemas y fallar. Los que conocen el programa saben que hay otros rovers circulando por Marte (a uno de ellos, Prosperity, se lo menciona sobre el final), pero la película se queda primero con los dos y luego con uno de los ya viejos conocidos. Y si bien no deja de lado sus importantes aportes, el eje está puesto también en el lazo que, a través de ellos, se forma en el equipo que los puso allí. Casi dos décadas después que empezaron, todos han crecido, envejecido, fueron padres y hasta abuelos, y de a poco han formado, en paralelo, esa otra familia electiva que es la de sus compañeros de trabajo. La emoción de los humanos, en el fondo, es el verdadero corazón de este amable documental.