Estrenos online: crítica de «Causeway», de Lila Neugebauer (Apple TV+)

Estrenos online: crítica de «Causeway», de Lila Neugebauer (Apple TV+)

Jennifer Lawrence encarna a una soldado que vuelve de Afganistán con serios problemas físicos y psicológicos en este drama que estrena Apple TV+ el viernes 4 de noviembre.

En la jerga del teatro norteamericano se llama «two-handers« a las obras que tienen dos protagonistas casi excluyentes. No tienen necesariamente que ser los únicos, pero sí la pieza tiene que centrarse en esa relación. CAUSEWAY (o RESURGIR, que es su título local) se suma a la reciente RAYMOND & RAY en la programación de ese tipo de materiales por parte de Apple TV+. Tal vez la aparición actual de este tipo de piezas casi de cámara tenga que ver con el hecho de que fueron proyectos de pandemia y son películas que se podían hacer con pocos personajes y bajos presupuestos. O quizás sea pura casualidad.

Aquí la diferencia es que Jennifer Lawrence es un poco más la protagonista que Bryan Tyree Henry (uno de los actores principales de la excelente serie ATLANTA), pero una vez que él aparece en la vida de ella todo se transforma en algo parecido a seguirlos a través de una no excesivamente verborrágica conversación en movimiento. RESURGIR no es una road movie sino un drama que, como indica el título, tiene que ver con la posibilidad de superar traumas del pasado y recuperarse, preferentemente con la ayuda de otro en similar situación.

Pese a los grandes nombres del reparto (ustedes eran muy chicos, dirían en Twitter, pero hace una década Lawrence era quizás la mayor estrella del planeta gracias a HUNGER GAMES), la película de Neugebauer es un clásico drama indie similar a los que la actriz hacía a principios de su carrera, antes de convertirse en superestrella. A cara lavada y con look de «chica común», Lawrence encarna a Lynsey, una chica a la que conocemos en una clínica de recuperación física. No sabemos qué le pasó pero tiene serios problemas para moverse, caminar, recordar cosas y hasta para expresarse.

Pero la película resolverá bastante rápidamente la etapa más severa y física de su recuperación. En lo que parece ser poco tiempo ya está mucho mejor. Y si bien todavía tiene una serie de inconvenientes para incorporarse a la vida «normal», ya sale de la clínica en la que estaba internada y regresa a su hogar familiar. Sabemos que su accidente tuvo lugar en Afganistán y que la chica es soldado, pero los detalles los conoceremos después. Lo que importa ahora es que, apenas ella empieza a sentirse más o menos bien, quiere volver al frente de batalla. Pero los médicos le dicen que no está lista y no le firman su permiso.

A la chica no le queda otra que quedarse en New Orléans, de donde es, y empezar a trabajar limpiando piscinas en casas ajenas. Un día, cuando tiene un problema con su camioneta, la deja para repararla en el taller de James (Henry), un serio y amable mecánico al que le falta una pierna con el que empieza a una relación de amistad. Queda claro de entrada que no irá más allá de eso –ya verán porqué– y a partir de allí la confianza crece, empiezan a acompañarse, a contarse sus historias y, finalmente, a ir revelando de a poco los traumas que los acompañan a cada uno. Que no son solo los que se ven a simple vista.

Y eso es, básicamente, CAUSEWAY, una pequeña, sentida y dolorosa historia acerca de dos seres que no logran del todo superar situaciones que los tienen atados emocionalmente. James parece llevar mejor su sufrimiento pero más que nada lo logra gracias a una buena dosis de porro, cerveza y música. Lo de Lynsey es más complicado (o más nuevo), ya que su fragilidad psicológica está más a la vista, al alcance de la mano. De hecho, la chica tiene que tomar una batería de píldoras cada día para poder salir a la calle.

Esa simplicidad, que hace acordar a ciertos títulos del nuevo cine americano de los años ’70 o a los dramas indies que pululan por festivales tipo Sundance de los ’90 para acá, es lo mejor que tiene CAUSEWAY, una película que quizás pasa por todos los caminos esperados en este tipo de dramas pero a la que le viene bien la presencia de dos muy carismáticos protagonistas para sacarla del llano más pedestre en el que por momentos podría caer por su terapéutico arco narrativo.

Quizás la presencia de Lawrence pueda hacer pensar al espectador que va a toparse con algo más «grande», pero no es el caso. Se trata de la típica película que muchas estrellas hacen para escaparse de los efectos especiales (o de malas comedias como NO MIREN ARRIBA, una de las últimas cosas que hizo J.Law) y reencontrarse con algo más esencial ligado al trabajo actoral puro y duro. Henry, que viene de Broadway (fue parte del elenco original de THE BOOK OF MORMON y es un intérprete completísimo, además de carismático) se ajusta al proyecto a la perfección. Ambos tienen la capacidad de ofrecer momentos de humor y empatía, además de química, para sacar adelante esta historia que, en el fondo, es tan amarga como dolorosa.