Festival de Mar del Plata 2022: crítica de «Anhell 69», de Theo Montoya

Festival de Mar del Plata 2022: crítica de «Anhell 69», de Theo Montoya

por - cine, Críticas, Festivales
02 Nov, 2022 10:07 | Sin comentarios

Esta mezcla de documental y ficción colombiana, estrenada en la Semana de la Crítica del Festival de Venecia, parte de una sesión de casting que tuvo lugar en 2016 con un grupo de jóvenes gay de Medellín y narra qué sucedió con ellos de allí en adelante.

Suerte de expansión y reconfiguración de SON OF SODOM, el excelente corto de Montoya que fue seleccionado para la competencia de Cannes en 2020, ANHELL69 le agrega elementos de ficción, complejiza y amplía aquello que mostraba ese premiado corto, centrado también en Camilo Najar, uno de los jóvenes que el realizador entrevistó en 2016 con el proyecto de hacer una película de ficción. La inmediata muerte de Najar –a solo una semana de ese casting– fue reflejada en ese corto, lo mismo que el mundo en el que habitaba, sus amigxs y las dificultades para sobrevivir siendo gay en Medellín.

ANHELL69, jugando un poco con las identidades fluidas y elegidas por los protagonistas, toma la misma situación, la altera, complejiza y, en parte, ficcionaliza. Najar es aquí más el disparador de una historia –su experiencia se vuelve a contar aunque con algunas diferencias– que se abre más a la comunidad en general. Es que fueron muchos los participantes de ese casting que dieron testimonio sobre sus difíciles vidas en Medellín, sus momentos de unidad y solidaridad pero también la violencia y agresión con la que se encontraban cotidianamente. Lo que Montoya refleja aquí es un proceso que se extendió casi hasta el presente, un presente que no muchos de ellos han llegado a ver.

«¿Cómo te ves dentro de cinco años?» es una pregunta que la voz detrás de cámara hace más de una vez en la sesión de casting que funciona como pivote para los distintos segmentos e historias de la película. El choque entre los sueños y la realidad –o, tristemente, también las coincidencias– es parte de lo que le da a ANHELL69 un tono doloroso y angustiante. Es evidente que muchos ahí ya saben que sus vidas no serán para nada sencillas y de a poco vamos viendo –gracias a la voz en off del propio realizador– que el asunto fue bastante así.

Montoya le agrega un registro de ficción (una versión de la película que pensaba filmar cuando hizo aquel casting) en el que imagina una suerte de sci-fi queer en el que existe un grupo de personas que se dedica a la «espectrofilia» –algo así como tener sexo con fantasmas– que empiezan a ser perseguidas y asesinadas. En imágenes de oscura y peturbadora belleza, Montoya crea un universo paralelo con muchos contactos con la realidad en la que el narco, los paramilitares y la policía atacan a este grupo, uno más entre las víctimas de la violencia política en Colombia, una que no se terminó del todo pese los acuerdos de paz firmados en esa época. En la calle, en la vida cotidiana, los personajes que retrata el film siguieron viviendo el mismo grado de agresión.

Pero ANHELL69 (el título es una suerte de mezcla de «Angel» e «Infierno») no es solo un agobiante repaso por las duras vidas de los protagonistas. También se los muestra en momentos de amistad, ocio, sexo, teniéndose unos a otros como sostén y disfrutando experiencias compartidas. Esa unidad, que se irá quebrando por distintas circunstancias, es la que hace que la película tenga un impacto aún más fuerte cuando, sobre el final, se revela la suerte de muchos de estos chicos y lo que finalmente fue de ellos «cinco años después» de aquel casting.

Poética, triste, devastadora, la película de Montoya es un retrato también de esa Medellín densa y violenta que tan bien retrató Víctor Gaviria en películas como RODRIGO D: NO FUTURO. Y aquí hay un claro homenaje al realizador que tanto ha influido en las nuevas generaciones de cineastas colombianos, no siempre con resultados tan buenos como este. ANHELL69 es una suerte de réquiem para aquellos que perdieron sus sueños, sus vidas e ilusiones en la comunidad queer, pero que de algún modo siguen entre nosotros, sumándose a todos aquellos fantasmas que acechan a un país signado por una historia de violencia.